Efectos

Review de Headrush Pedalboard, multiefectos con control táctil

13/06/2017 por Micky Vega
Veredicto
El usuario ideal de Headrush es aquél que desee la forma más rápida de ir del punto A al punto B. O dicho de otro modo, de obtener sonidos de alta gama, capaces de cubrir la mayoría de estilos para grabar y tocar en directo, sin necesidad de estar consultando el manual.

La nueva pedalera multiefectos Headrush supone el retorno al mercado del equipo que creó el aclamado Eleven Rack de Avid. Y hacemos énfasis en lo del equipo, ya que este nuevo producto no viene de la mano de la marca que lanzó el famoso rack color naranja, sino de los ingenieros que estuvieron involucrados en su desarrollo. La intención de la Headrush es doble: por una parte busca rescatar el legado de Eleven Rack, modernizarlo y elevarlo a la altura de las exigencias actuales, pero por otro busca competir cara a cara con la que parece ser la reina de las pedaleras de emulación: Helix.

Tanto es así, que al abrir la caja encontramos algo que no habíamos visto nunca en el interior de un producto de demostración: una tabla comparando Headrush, Helix y Helix LT, marcando en rojo todas las áreas en que la Helix parece ser inferior en características. No obstante, más tarde pudimos comprobar que son animales muy diferentes. Aunque su aspecto externo y su finalidad sean tan cercanos, cada uno se inclina hacia una especialidad distinta. Pero no queremos avanzaros más por el momento, pasemos a detallar punto a punto.

Aspecto externo y construcción

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Lo primero que nos llama la atención es su peso. No lo decimos necesariamente como algo negativo, ya que es algo que va acorde con su robustez, pero es un aspecto a considerar, ya que dificultará el llevarla en una mochila o una bandolera. Lo mismo ocurre con su tamaño, que no podríamos definir como compacto. Sin embargo, estas preocupaciones se disipan al encender el dispositivo, momento en que quedamos fascinados por el espectáculo de color de sus pulsadores y su pantalla táctil. No tardamos en darnos cuenta de sus enormes posibilidades y de lo cómodo que es su manejo, reaccionando ágil y con precisión al pulsarla. Otras elecciones inteligentes de su diseño, como el canal inferior para poder pasar los cables por debajo de ella, o los potenciómetros físicos para parámetros de acceso rápido nos sugieren que ha habido unas cuantas buenas decisiones al crear la Headrush.

Poco a poco, vamos descubriendo que todas las piezas que la componen ofrecen buena resistencia, especialmente el pedal de expresión, que es de metal y resulta imponente. Es un placer manejar los botones de pie, que reaccionan con rapidez y de una forma muy natural. Las conexiones traseras ofrecen una sensación sólida, a excepción del botón de encendido, que es de pulsación muy suave y no va muy acorde con el resto de componentes. No representa un problema, ya que no sobresale, ni parece tener riesgo real de recibir golpes fuertes. Hablando de golpes, parece que la pantalla podría resistir agresiones moderadas, en caso de caer algún objeto no demasiado pesado sobre ella.

Prestaciones y facilidad de uso

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La Headrush permite, como la mayoría de multiefectos, combinar diversas emulaciones de amplificadores y pantallas con efectos de muchos tipos, para lograr recrear una gran variedad de sonidos imaginables. Pero más allá de lo que es común a este tipo de productos, la gente de Headrush Fx ha equipado a su producto con salida de auriculares, XLR, bucle de efectos estéreo y conexiones MIDI. Para poder sacar partido a todas estas posibilidades, la Headrush incluye un “Alternate Output”, que viene a ser una señal con un ruteo diferente a la principal y que podemos extraer por la salida física que elijamos (XLR, jack, USB o auriculares). De este modo, podemos obtener a la vez sonidos con emulación de pantalla y sin ella, o grabar a la vez una pista seca de nuestra guitarra al tiempo que grabamos con emulaciones y efectos en otra pista.

Sin embargo, la prestación estrella es la pantalla táctil. Actualmente no hay ningún otro producto de este formato que presente esta cualidad, y eso la pone a la cabeza de las pedaleras con gran facilidad de uso. Apagar efectos o cambiarlos de ubicación es algo que podemos hacer simplemente con los dedos, de forma muy natural. Sus botones con mensajes LED retroiluminados contribuyen a completar esta gran virtud.

A nivel tecnológico y de software se han cuidado muchísimo los detalles, aproximándose realmente a un programa de ordenador. Si Headrush detecta que hemos modificado algún parámetro sin guardar, antes de apagar la unidad o cambiar de preset se nos preguntará si estamos seguros de lo que vamos a hacer, para evitar la pérdida accidental de dichos cambios. Otra de las enormes ventajas de la pantalla es lo fácil que resulta ahora organizar cadenas de efectos y ordenar nuestra librería de presets, pudiendo pulsar, arrastrar y cambiar la ubicación de los elementos en pantalla. Tener nuestros sonidos preferidos a mano, o cambiar su orden para adaptarlos a nuestros próximo concierto es ahora muy simple.

El otro gran pilar del éxito en la experiencia de uso con Headrush son los pedales, con los que no sólo podemos cambiar de preset, encender efectos concretos, acceder el afinador o marcar el tap tempo, sino que también podemos editar cualquier parámetro (con la ayuda del pedal de expresión), y guardar presets sin tener que usar las manos. Incluso es posible, con los pies, disponer la pedalera en modo Rig (memorias individuales), Stomp (efectos desglosados que podemos encender o apagar), Hybrid (la fila de arriba carga memorias y la de abajo enciende y apaga efectos) o Setlist (Conjuntos de presets que responden a un repertorio especifico). Si no queremos tener que utilizar los pedales, todo se puede realizar mediante la pantalla táctil, un encoder y, por si no fuese suficiente, tres potenciómetros físicos con función personalizable. La experiencia de manejo también es muy dinámica en modo looper, en que es fácil comportarse de manera muy musical y natural. Disponemos de 20 minutos de loop y hasta 100 capas que podemos grabar, borrar, cambiar de velocidad e incluso modificar. La función “insert” permite sobreescribir una parte determinada del loop, lo cual es genial para corregir ese acorde que no nos termina de convencer sin tener que grabar la progresión entera de nuevo. Cada botón explica claramente lo que hace, y es muy sencillo hacerse con el control, pudiendo navegar por nuestros presets en cualquier momento para incorporar sonidos diferentes a nuestro loop. Todo, ello, por supuesto, sin apenas hojear el manual.

Para los que estén interesados en la grabación directa con Headrush, les gustará saber que Headrush puede funcionar en modo live (la salida USB sólo envía audio), modo Daw (puede envíar y recibir audio, que reproduce por su propia salida) y Reamp, uno de los modos estrella de su precursor Eleven Rack. Headrush puede enviar dos buses (esto es, 4 señales): las señales 1 y 2 son nuestro sonido procesado y en estéreo, mientras que la 3 y la 4 son nuestra señal seca (la 4 es una copia idéntica de la 3). En modo Reamp, podemos volver a enviar esa señal seca al Headrush a través del USB, para procesarla de un modo diferente, y así obtener dos versiones sonoras de una misma toma idéntica. Cierto es que, para ser usada como interfaz central de nuestro pequeño Home Studio, los que estén acostumbrados al Eleven Rack clásico echarán de menos la entrada de micrófono con alimentación phantom, ausente en esta ocasión.

Otras prestaciones de las que se enorgullecen los creadores de Headrush es la posibilidad de mantener las colas de los delays y reverberaciones incluso tras cambiar de preset a preset (en Helix esto solo es posible en el interior de un mismo preset), y de los cambios de sonidos “Gapless” (el procesador es tan potente que puede cambiar de preset sin generar un espacio “blanco” entre uno y otro). Realmente, ambas cosas aportan una suavidad al conjunto del manejo que no son nada desdeñables. Como guinda al pastel, Headrush admite el uso de respuestas de impulsos externas para emular altavoces, que podemos cargar en su memoria interna. Si no disponemos de ninguna no pasa nada: por la compra del Headrush se regalan respuestas de la marca Celestion.

En el lado algo menos interesante encontramos algunas limitaciones respecto a sus competidores. La flexibilidad de la cadena de efectos no es total, ya que existen tres tipos de cadena de efectos predefinidas (una en serie y dos tipos de cadena paralela), que podemos “rellenar” de los efectos de nuestra elección, pero cuya forma no podemos variar. Esto significa que los más creativos, a los que les gusta crear varias capas de efecto en paralelo tendrán que contentarse con un número limitado de opciones. Lo mismo ocurre con el número de efectos total, que se acaba una vez llenamos todos los espacios destinados a ellos. En este aspecto Helix o Axe FX son auténticas bestias de la versatilidad, ofreciendo numerosas líneas de efecto simultáneas en las que podemos recrear virtualmente cualquier setup (más aún si añadimos los numerosos bucles de efecto de Helix). Un gran avance respecto a Eleven Rack es la posibilidad — por fin — de insertar efectos entre el amplificador y la emulación de pantalla, algo muy útil para el uso de armonizadores como el que incluye Headrush. Sin embargo, sigue siendo imposible gestionar la sección de previo y de etapa de potencia de los amplificadores por separado.

Sonido

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El sonido del Headrush es dinámico y detallado. Sigue las mismas estructuras de ajuste que Eleven Rack (los nombres de los modelos de amplificador y de sus parámetros son idénticos), y aparentemente también ha heredado su personalidad: es especialmente agradable en el terreno que va desde los sonidos más pulcros a las saturaciones intensas, pero clásicas. A pesar de que la publicidad que se ha hecho entorno al Headrush le ha dado una imagen de producto para metaleros, lo cierto es que está mejor asentado en músicas algo menos intensas. Los sonidos modernos son perfectamente posibles con ella, pero por alguna razón donde más brilla es en el terreno en que la calidez y la dinámica son lo principal, antes que la fuerza bruta. Esto es algo que ya experimentamos en su día con su primo, el Eleven Rack, del que ha heredado otra buena característica: todos los amplis suenan distintos — como debería ser — y son usables en su terreno sin tener que enloquecer editándolos.

Aún hay más: nos gusta la forma en que los modelos de ampli reaccionan al ataque de la púa, y también la forma en que podemos distinguir las notas internas de los acordes a pesar de la saturación. Ello invita a un estilo expresivo y detallista con el instrumento. Los cambios de dinámica no sólo tienen un efecto cuando estamos tocando melodías y solos, sino que también causan un efecto agradable cuanto tocamos acordes saturados, donde otros muchos modeladores ni se inmutarían.

En general, es muy divertido tocar con la Headrush, y no nos hemos sentidos en ningún momento frustrados porque el dispositivo no reaccione como esperamos a nuestra forma de tocar. Eso sí, el ruido digital, aún estando a la altura de otros modeladores, es algo alto en algunos sonidos con cierta ganancia. En ocasiones, se entromete en nuestras interpretaciones con notas muy delicadas, llegando a eclipsarlas, segundos antes de ser devorado por la puerta de ruido. En pasajes intensos esto no es ningún problema, pero cuando queremos utilizar sonidos de ganancia generosa y tocar notas muy tenues de vez en cuando, el ruido de fondo digital hace acto de presencia, haciendo explotar nuestra burbuja, y recordándonos que es una emulación. La solución es ajustar una puerta de ruido algo menos permisiva, pero al precio a pagar es que puede restar algo de naturalidad en la resolución de las notas. Pero no es nada con lo que no podamos vivir.

Limpio cristalino
Limpio crunch
Crunch cálido
Distorsión
Heavy Metal
Grunge
Heavy Metal
Distorsión con graves

Efectos

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El terreno de los efectos es funcional, pero no parece el propósito principal de la Headrush. Lo notamos por la simplicidad de ajuste en algunos de ellos, y en un sonido no especialmente despampanante en otros. Nos han gustado mucho los efectos de reverb y delay, pero estamos algo menos convencidos de las modulaciones, que tienden a generar un cierto grano y algo de embotamiento. En comparación, otros fabricantes más obsesionados por crear multiefectos todopoderosos han incluido una mayor cantidad y variedad de emulaciones de efectos de todo tipo. A cambio, dicha ausencia simplifica la búsqueda de sonidos para aquellos guitarristas que deseen ir al grano: los sonidos clásicos. Dicho esto, la gente de Headrush Fx se ha tomado la molestia de incluir efectos como el Stereo Doubler (muy útil para simular pistas dobles de guitarra) el armonizador o el Whammy. No son en absoluto competidores para las marcas especializadas en dichos efectos, estando muy lejos de Digitech, Eventide o Fractal, pero realmente cumplen su función y en un momento dado nos resolverán algunas necesidades sonoras, sobretodo en directo.

Chorus
Filtro (Wah estacionario)
compresor Funky
Distorsión y chorus
Phaser
Stereo doubler
Tremolo y Delay

Comparado con Eleven Rack

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Conforme vamos tocando más, nos damos cuenta de la importante herencia de Eleven Rack. Tanto es así que hemos decidido hacer una comparativa de cuatro de sus sonidos elegidos al azar. Hemos escogido el mismo modelo de ampli y pantalla/micro — tarea harto fácil ya que la denominación es exactamente la misma en todos los parámetros — y hemos grabado la misma ejecución mediante la técnica del reamp. Como podéis ver el parecido de algunos es excepcional. En otros parece haber habido una reestructuración integral, aunque se observa un cambio general y mejora de la dinámica, que no es solamente audible, sino también observable en las ondas resultantes en nuestro Daw. Particularmente, la definición y rango dinámico de los ataques de púa es muy diferente, especialmente en los sonidos de carácter limpio y crunch. También han mejorado los graves en los amplificadores de carácter vintage, que en Eleven Rack tendían a embotarse, y ahora se mantienen algo más brillantes y musicales en el nuevo Headrush.

Headrush Eleven Rack
'66 Ac hi Boost
'82 Lead 800
Treadplate Modern

Conclusión

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Como ya anticipábamos al principio del artículo, no imaginábamos que dos productos tan similares en el exterior serían en realidad tan diferentes. Headrush y Helix tienen, por supuesto, algunos puntos importantes en común, como el uso de una pantalla en color para facilitar su uso. Pero el usuario idóneo de uno y otro a nuestro parecer, es diferente. Aunque las especificaciones numéricas de Headrush puedan ser más elevadas, Helix tiene un nivel de flexibilidad muchísimo más profundo. Una virtud de doble filo, ya que provoca que Headrush lo supere en facilidad de uso.

Por ello, el usuario ideal de Headrush es aquél que desee la forma más rápida de ir del punto A al punto B. O dicho de otro modo, de obtener sonidos de alta gama, capaces de cubrir la mayoría de estilos para grabar y tocar en directo, sin necesidad de estar consultando el manual. La pantalla de Headrush nos muestra casi todo lo que necesitemos saber, por lo que la velocidad de creación de presets es vertiginosa. Por el contrario, Helix es ideal para aquellos que conciban la creación de sonidos como un laboratorio, en que hacer cientos de combinaciones es, ya en sí mismo, parte del disfrute. Obviamente, las diferencias sonoras entre ellos existen, pero no son lo suficientemente grandes como para justificar, por sí solas, la elección de uno frente al otro. Incluso están repartidas de manera desigual (algunos modelos de ampli nos gustan más de uno que del otro, y viceversa).

Headrush hace lo esencial y un buen puñado de cosas más. Es verdad es que algunos de sus efectos son de calidad media, sin grandes sorpresas, y que tiene algunas limitaciones de edición de sonidos. Pero sigue siendo una lección de cómo poner la tecnología al servicio de los músicos, allanando el terreno para que puedan hacer su trabajo sin que la herramienta empleada sea la que le ponga palos en las ruedas. Estamos seguros de que muchos fabricantes seguirán la tendencia marcada por la pantalla táctil del Headrush, puesto que se trata de una innovación natural y justificada a partes iguales.

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