La Ibanez que vino a mi Vol. V
20/01/2010 por
zabu | 1 min de lectura
[CENTER]Capítulo Quinto [/CENTER]
Pedí probar la RG470 jugueteé un rato con ella.
Acostumbrado a otros tipos de mástil me parecía que éste era extremadamente plano y cómodo. Teniendo en cuenta que estaba probando con un ampli muy normalito tirando a mediocre, no puedo decir nada para bien o para mal de las Infinity.
Me divertí con el puente flotante un rato (nunca he tocado una guitarra con uno por más de 5 minutos) y me admiré de lo cómodo que es hacer bends.
Me ofrecieron probar la otra y acepté. Volví a jugar con puente flotante, rebusqué trasteos en todo el mástil (no encontré ninguno), probé por primera en mi vida los cuatro útlimos trastes "escalopeados", descubrí un pequeño crujido al variar el control de tono y me sentí mejor al ver que desaparecía al usarlo un poco más.
Y qué más da? si total la que me gustaba era la otra.. no?
Pues no, toda la revolución inconsciente salió a la superficie. Me gustaba más esta por sus mejores pastillas, su mástil más adornado y su mejor estado general.
Automáticamente en mi cabeza la serie 470 pasó a ser una cosa de pijos ricachones que no tenían puta idea mientras que los auténticos campeones se compraban una 270DX y la modificaban... sí, así de locos estamos (algunos) cuando dejamos a la imaginación volar.
En ese momento fui consciente de que a la misma tienda llegaban grupos de chavales con pinta de jeviolos, se acercaban a la sección de guitarras viéndolas todas y dando unas cuantas vueltas hasta que se percataban del tipo ese en su esquina probando una guitarra con un ampli... y que muy probablemente esa era la guitarra que ellos habían venido a ver.
[RIGHT](Continuará)[/RIGHT]
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