La música de las esferas

La teoría de la armonía de las esferas se remonta al filósofo griego Pitágoras (570-496 a.C.)

Mientras escuchaba en una forja los golpes de martillos diversos, le vino en mientes una leyenda según la cual se pueden expresar los valores de los sonidos en relaciones cuantitativas, en números y en términos geométricos. Con ayuda de instrumentos de cuerda, descubrió la relación entre la frecuencia y la altura del sonido. Según Pitágoras, el mundo entero se compone de armonías y números. Tanto el alma microscópica como el universo macroscópico se articula, según él, en proporciones ideales, que se pueden expresar con una secuencia de sonidos.

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Imagen: F. Gaffurio
Theorica musica,
Milan, 1492




La altura de las diferentes notas planetarias sobre la escala musical celeste se determinaba por el tiempo que los planetas tardaban en recorrer su órbita, y las distancias se relacionaban con los intervalos de los tonos. Kepler complicó más el sistema, atribuyendo a cada planeta una sucesión de tonos próximos. La serie de notas que creía haber descubierto para la tierra (mi, fa, mi) probaba para él, poco después de haber estallado la Guerra de los Treinta Años, que en "este valle de lágrimas reinan el hambre y el dolor."

Jubal, un descendiente de Caín, pasa por ser, según el Génesis (4,21), el patariarca de todos los tañedores de citara y de flauta. Según Kepler, Jubal no es otro que Apolo, y bajo el nombre de Pitágoras se encondía nadie menos que Hernes Trimegisto.


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Imagen: Athanasius Kircher,
Musurgia universalis,
Roma 1650

Abajo a la izquierda, Pitágoras señala la forja que le inspiró su teoría. Los herreros martillean el metal en el interior de una oreja, sobre cuya "extraña forma anatómica" -con martillo y yunque-, diserta largamente Athanasius Kircher. Para el neoplatónico Boecio, teórico de la música (s. V d.C.), la "musica instrumentalis" terrenal es sólo un reflejo de la "música mundana", la música de las esferas celestes, representada aquí por las esfera central. Ésta es, a su vez, un eco lejano de la música divina de los nueve coros de los angeles.




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Imagen: Athanasius Kircher,
Ars magna lucis,
Roma, 1665

La correspondencia de las nueve esferas con las nueve musas se debe a una visión del neopitagórico Martianus Capella (s.V a.C.). La escala de tonos abarca una octava. Como agente del primer movimiento, Apolo dirige el acorde de sonidos. La serpiente de la mitología egipcia, símbolo de la energía vital, atraviesa con su ritmo ondulante las esferas. Sus tres cabezas simbolizan la Santísima Trinidad en las tres dimensiones del espacio y en los tres estados del tiempo. La tragedia representa el sol y la comedia, la tierra.




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Robert Fludd,
Utriusque Cosmi,
tomo I, Oppenheim 1617


"El monocordio", dice Fludd, "es el principio interno que, desde el centro de todo, produce la armonía de toda la vida en el cosmos." Tensando o destensando la cuerda, Dios puede regular el "Gran acorde", la consistencia de la materia, entre el empíreo y la tierra. El instrumento está dividido en una octava superior, ideal, activa, y una octava inferior, material, pasiva. Ambas octavas se dividen a su vez en cuartas y quintas. El principio inmaterial superior se mueve a lo largo de los intervalos hasta la materia sombría, y el sol, en el punto de intersección, recibe una fuerza transformadora.
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