Valientes hijos de puta... Vaquilla moribunda tras paliza de "jóvenes" en fiestas
31/05/2010 por
Manuel_Baez | 1 min de lectura
[url=http://reflexionesbelial.blogspot.com/2010/05/valientes-hijos-de-puta-vaquilla.html]Despierta!!!!: Valientes hijos de puta... Vaquilla moribunda tras paliza de "jóvenes" en fiestas[/url]
Me gustaría que os tomárais un rato en leer esto.
Solo copio parte, tenéis la opinión completa en el blog, creo que se hace ameno y, desde mi punto de vista, digo cosas que no pueden ser calladas.
Aquí un extracto del artículo del blog.
Me siento enfermo, me siento violento. Es a lo que empujan este tipo de actos, a una suerte de violencia que, más allá de lo físico, impregna las emociones y convierte los deseos en actos de aniquilación mental; aniquilación contra el mundo, contra los congéneres capaces de esta atrocidad, contra la sociedad que creamos cada día.
Un animal indefenso, un ser que no comprende por qué emplean esa crueldad; ¡una crueldad que proviene de un ser que tiene elección, que se supone es racional! ¿Dónde queda el pensamiento, dónde el individuo, anegado una masa amorfa de pensamiento único?
Y se apoyan en que esto viene sucediendo desde tiempos inmemoriales y es "costumbre"... Valiente argumento, que cae antes de tan siquiera haber dado un paso... Una costumbre no es inalterable; la esclavitud fue costumbre en los tiempos antiguos, hasta hace apenas un siglo; aún se practica de modo sibilino, pero al menos está condenada.
La condenación legal de una costumbre inmoral es el primer acto que demuestra el desagravio social, el avance. Y en España estamos muy lejos de la condenación del toreo y este tipo de fiestas aberrantes. Estamos lejos de dar el primer paso hacia una liberación moral.
Una costumbre no es positiva, necesaria u obligatoria, por el mero hecho de ser costumbre. Eso no añade un refuerzo lógico, no constituye un argumento a favor de su mantenimiento; es menos que nada.
El derecho de pernada, o prima nocte, se convirtió en costumbre cuando algunos bárbaros así lo decidieron para su disfrute, y para socavar aún más la libertad de los siervos. Y dejó de ser costumbre cuando el mundo protestó contra la misma, cuando la condenó.
La esclavitud dejó de ser costumbre cuando millones de voces se alzaron; hizo falta derramamiento de sangre en muchos países, pero la costumbre fue convertida en delito.
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