Guía de iniciación a la composición (y III)
Esta última entrega sobre la iniciación a la composición tratará algunos fundamentos básicos sobre la armonización de melodías y contrapunto, así como el efecto que tienen diversos componentes de la música en nuestra mente y que nos pueden sugerir en cada momento, con el objetivo de aumentar nuestra expresividad musical.
Guía de iniciación a la composición (I)
Guía de iniciación a la composición (II)
Armonización de melodías y contrapunto
Diríase que el contrapunto es el fenómeno que ocurre cuando dos o más melodías relativamente independientes coexisten durante un plano temporal. Desde los tiempos del renacimiento cuando se comenzó a estudiar por especies, esta forma ha tenido cierta importancia según las épocas y estilos musicales desde entonces, siendo uno de los rasgos más característicos del barroco.
Sin embargo no podremos tratar más que la esencia del contrapunto, pues un estudio profundo de esta técnica requiere años de trabajo y práctica, del que además, por el momento un servidor no estaría preparado para dar. Hay que tener en consideración que un contrapunto de calidad no debe dar nunca la sensación de melodía acompañada, sino de una forma melódica compuesta de varias líneas. Por su parte, una melodía ya compuesta puede ser armonizada mediante otras melodías o acordes.
En primera instancia uno debe preguntarse por qué a una melodía le conviene ser armonizada en lugar de dejarla tal cual. Una melodía armonizada gana fuerza o "punch" respecto al resto de la orquestación al estar apoyada por una mayor instrumentación, pero tiene la desventaja de perder definición. En términos generales, son apropiadas aquellas que requieren ser memorizadas (porque atraparán mayor atención del oyente), las que preparan un clímax o las que lo ejecutan, pero deben desaconsejarse para aquellos momentos que requieran la sutileza de los detalles más tímidos.
Pero primero veamos cómo se puede armonizar una melodía con otra y para ello utilizaremos diferentes grados de independencia que pueden darse entre las melodías que formen el pasaje.
Me he permitido completar la frase melódica con la que se trabajó en el la primera entrega de esta guía. Voy a utilizar uno de los sistemas de armonización de melodías más básico que existe: copiar la melodía una 3ª por encima de la original, respetando la duración de las notas y el momento del comienzo de la frase. Una vez más, recomiendo el uso de algún programa que os permita escuchar el resultado y experimentar con él.
¿Por qué a terceras y no a quintas, cuartas, etc.? Suele ser lo más estable en relación al realce que produce. Las cuartas y las quintas apenas generan alternancia porque casi todos los grados de la escala tienen su 4ª o 5ª a la misma distancia (justas), aportando muy poco interés a través de esta rigidez. Armonizar por segundas es una opción a tener en cuenta, ya que existe una mayor alternancia entre segundas mayores y menores, pero son más disonantes que las terceras, así que las dejaríamos para pasajes en los que busquemos mayor tensión. Las sextas y las séptimas resultan ser inversiones de terceras y segundas, respectivamente.
Este método, tan utilizado por artistas como IRON MAIDEN, genera una conexión tan dependiente entre sus melodías que apenas puede considerarse contrapunto. Se suele decir que un pasaje es más contrapuntístico entre mayor es la independencia de sus melodías y en este ejemplo la dependencia entre ambas es absoluta, tanto rítmica como tonalmente.
Como prueba, utilizaremos sobre el sistema del canon, que se basa también en copiar la frase (con el intervalo que se desee) pero comenzado la otra(s) frase en diferente momento. Al cambiar el momento de arranque de la frase, la relación interválica entre ellas va a sufrir cambios, así que hay que tener cuidado al elegir el tipo de armonización. Este método funciona especialmente bien en aquellas que tienen variedad en la duración de las notas y cambios de dirección en la melodía, logrando más independencia melódica y rítmica.
Un recurso que además puede utilizarse de un modo contrapuntístico es el del ostinato, que no es más que la repetición de una célula, motivo o frase de un modo cíclico. La verdad es que genera cierta dependencia sobre sí mismo pero aporta estabilidad y es idónea para presentar material nuevo en la pieza.
Movimientos direccionales y variaciones
Existe una clasificación en los tipos de movimientos melódico-armónicos que se producen en el contrapunto.
- El movimiento directo ambas se mueven en la misma dirección, es decir, ascendiendo, descendiendo o manteniéndose.
- El oblicuo se produce cuando una voz se mantiene y la otra asciende o desciende.
- En el movimiento contrario una voz asciende mientras la otra desciende.
Una forma de lograr estabilidad melódica a través de los movimientos, cuando una voz salta por intervalos mayores al de tercera, la otra(s) voz se mantienen o se mueven por grado conjunto.
Un método sencillo y eficaz de lograr independencia de las diferentes líneas o voces es a través de la variación de las frases o motivos presentes. Existe una cantidad considerable de variaciones que se pueden aplicar a las frases, que serían objeto de al menos una lección o artículo entero así que os dejo una pista de lo que se puede hacer con alguno de ellos...
En este ejemplo se utilizó la variación llamada "retrógrada", que copia la frase, motivo o célula en sentido contrario a su orden de aparición en el tiempo. Se pueden aplicar variaciones como secuenciar o desplazar la melodía a otro grado de la tonalidad, invertir la dirección melódica, disminución de la duración de las notas (a la mitad por ej.), aumentación, variación rítmica (la frase dura lo mismo, pero las notas no), variación interválica, etc. Se pueden además aplicar varias variaciones al mismo tiempo sobre una melodía, que podría sufrir tal cambio que parecería totalmente distinta a la original.
Armonización mediante acordes
Después de ver como en el primer artículo de iniciación a la composición acompañábamos una melodía introduciendo o modificando acordes en función del trato que le diéramos respecto a éstos, queda hablar de la armonización en bloque y del enlace armónico entre acordes.
La armonización en bloque, bastante común en el jazz y especialmente en el swing, considera en la mayoría de ocasiones, la voz superior como la conductora de toda la armonización utilizada en este sistema. Sobre cualquier nota perteneciente al acorde que se deseé utilizar en ese momento, se formará el acorde hacia abajo. Si la nota de la melodía no forma parte del acorde (tensión o nota de paso), sustituirá a la nota del acorde inmediatamente inferior. Para este método, se suelen utilizar disposiciones abiertas en los acordes, siendo cada voz del acorde interpretada por un instrumento o grupo de instrumentos distintos.
Habitualmente y sin ser ningún tipo de norma, las notas escalares se armonizan con acordes disminuidos mientras las notas cromáticas lo hacen con acordes del mismo tipo que el de su resolución.
Pero no siempre se tiene por qué armonizar todas las notas de notas de la melodía. Un exceso de armonización puede convertir nuestra línea en un pasaje excesivamente sobrecargado, pesado. Para evitarlo, lo que se hace es mantener las voces de algunos acordes mientras la melodía sigue fluyendo. Esto es especialmente aconsejable cuando una de las notas no pertenece al acorde y resuelve en una que sí que pertenece al acorde; también en el caso de cuando una nota se repite varias veces consecutivamente.
Un buen uso de enlace armónico puede ser beneficioso a la hora de suavizar los cambios entre los acordes presentes. Si bien es cierto que existen varias formas de hacerlo, la más convencional consiste en mover lo menos posible la nota superior, manteniéndola si es común al siguiente acorde o desplazándola a la nota más cercana.
Psicología musical
Hasta ahora, esta serie se ha centrado en gran medida en una de las partes más teóricas de la música como es la armonía, de estudio imprescindible para todo aquél que esté interesado en enriquecer su lenguaje musical y capacidad expresiva. Pero por sí sola, no resuelve muchos de los misterios que este arte encierra. Pueden ser múltiples los planteamientos a la hora de componer un comienzo o un final, como lograr un clímax o que orquestación puede resultar más adecuada. Es evidente que no merece discusión alguna tratar sobre los gustos musicales personales y cómo o por qué han sido desarrollados así en cada individuo, así que hablemos de aquellos puntos de vista que aunque no compartamos por completo, podamos comprender desde un razonamiento común.
Se puede obviar que aunque la principal función de la composición es la de expresar nuestras ideas, por muy personales que fuesen, el objetivo es que sea escuchada. No insinúo con ello que se deba componer para que esa música guste a los demás en lugar de a sí mismo, pero la música, al igual que el lenguaje, requiere una organización.
Lo primero que queremos que ocurra cuando comienza a sonar una composición propia, es llamar la atención del oyente. Para ello trataremos de sumergirlo en un mundo que apetezca explorar, planteando "preguntas" que poco a poco se irán resolviendo. En este sentido, no sería una gran idea comenzar una pieza exponiendo esas preguntas con la respuesta incluida: "¿de qué color es el caballo blanco…?", así como dar la solución de las mismas a primeras de cambio. Frases no resueltas, cadencias rotas, retardos…son algunos de los gestos típicos en comienzos que deben seducir al oyente para que se interese desde el principio por nuestra música. Sin embargo, una exploración debe partir desde cierta estabilidad, digamos un suelo desde donde se pueda mirar un todo. Por ello también es característico estabilizar una tonalidad (si hablamos de música tonal) casi desde el principio, o los crescendos, donde el material nuevo es presentado poco a poco y con creciente intensidad.
Percibimos la música como un conjunto de sonidos que interactúan entre sí, pero donde raramente ningún plano destaca sobre otro. Esto es así porque es muy complicado poner nuestra atención en más de uno al mismo tiempo. Por eso en la mayor parte del tiempo que sucede en la música, existe un plano "protagonista" mientras el resto cumplen funciones de acompañamiento. Cabe al menos mencionar que elementos de la música pueden alterar esta percepción:
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Los planos con una mayor intensidad de volumen sonoro destacarán sobre el fondo.
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Los que desarrollen mayor complejidad, requerirán una mayor atención.
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En cuanto mayor es el registro (altura musical: grave, agudo), mayor es la llamada a la atención.
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La novedad en el material ofrecido, prevalece sobre el material ya tratado anteriormente.
Nuestra memoria en buena parte funciona al relacionar unas cosas con otras y este concepto es importantísimo para lograr tanto estabilidad como sorpresa en la música. Por hacer un símil con algo cotidiano, casi todos miramos a un Ferrari cuando éste pasa por la calle por tener una estética muy diferente al resto, a lo más común. Si casi todos los vehículos que vemos circulando fueran Ferrari o muy similares, nos llamaría la atención un humilde Renault. Para lograr novedad y sorpresa, primero hay que dejar clara la sensación de estabilidad.
Una vez más, cada compositor tiene unas preferencias a la hora de establecer una relación entre estabilidad y novedad, y la frecuencia y el modo de presentar material novedoso, altera la percepción de la obra en su conjunto. Continuidad y sorpresa no deben, sin embargo, ir separadas. Si cada vez que presentamos novedades, no generamos también una sensación de continuidad (de seguir sobre lo mismo), se puede producir el temido efecto "catálogo", creando la sensación de ideas independientes que no tienen conexión entre sí. Una lista con los elementos que afectan a estas sensaciones son:
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El timbre de los instrumentos que interpretan las frases, acordes o ritmos.
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El ritmo que es dibujado por todos los elementos activos en ese momento.
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El material con el que se viene trabajando durante el tema o el que se va a presentar.
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La velocidad es otro elemento más, en cuanto más se amplíe la diferencia, mayor sensación de novedad.
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El registro también resulta insinuante.
Anteriormente se habló de los planos presentes en la música y a través de ellos, se logra la sensación de novedad sin perder la continuidad. Por ejemplo, mientras un plano (o dos), presentan material nuevo, cambian o introducen diferentes timbres, mientras el resto de planos continúan sin cambios. Es lógico pensar que entre más elementos sufran modificaciones al mismo tiempo, mayor será la sorpresa. Un exceso de eventos novedosos distrae al oyente, mientras que una falta de ellos lo aburre. Mozart solía presumir de ser capaz de mantener el interés de sus oyentes durante largos periodos de tiempo. Un tema largo requerirá pues, más y mayores contrastes.
Palabras finales
Sin menospreciar el gran trabajo que han hecho múltiples intérpretes musicales a lo largo de toda la historia, la composición es a mi parecer la verdadera esencia de la música junto a la improvisación, pues son las disciplinas que permiten dar rienda suelta a nuestros pensamientos. Habréis notado que si hay algo que hayáis podido aprender de estas tres entregas de "guía de iniciación a la composición", ello no os va a convertir en grandes compositores. En ningún momento esa ha sido mi intención, sino animaros a intentarlo, tratando de mostrar que nuestras ideas pueden ser tratadas para alzar su profundidad, expresividad y elegancia sin perder la esencia de las mismas. Aquell@s que os sintáis identificados, imaginad que podríais conseguir mediante un estudio mucho más minucioso…
No dejaré marchar la oportunidad de compartir un pensamiento personal y de carácter muy subjetivo que cada vez me ronda más por la cabeza. Se trata sobre los estilos o géneros musicales y sé que desafío con ello teorías aprobadas por grandiosos músicos de diferentes épocas. Y es que me crece la sensación de que los géneros musicales limitan, al menos en parte, la creatividad y el estilo propio de uno mismo. ¿Por qué adaptar la forma de expresarnos a una forma concreta? ¿Es que tenemos que estar al 100% conformes con que un estilo nos permitirá expresar con exactitud nuestras ideas? La música es música, un lenguaje universal al que si bien es cierto, podemos etiquetar, no deberíamos limitar nuestras composiciones. Primero llega la composición, después la etiqueta. Estoy convencido de que los impulsores de la mayoría de géneros y estilos musicales compartían un pensamiento cercano, de no ser así, posiblemente no habrían surgido dichos estilos. Mi ánimo es el de dar rienda suelta a la creatividad, sin ningún tipo de cadena que la ate.
Solo me queda agradecer a los lectores, el tiempo y atención dedicados a alguna de estas lecturas y desearles un buen provecho de las mismas.