Rutinas IV: La motivación



En los anteriores artículos de Rutinas he hablado constantemente de la organización, la constancia y la disciplina. Creo que si alguna de esas características falta en el aprendizaje, éste cojea en mayor o menor medida por uno o varios puntos. No obstante, pese a dar tanta importancia a esos conceptos, siempre he hecho un pequeño inciso para recordar que la rutina no debería ser lo único que hagas con tu instrumento; he aconsejado hacer otras actividades musicales más relajadas, con otra gente, fuera de casa... Por una simple razón: mantener viva la motivación. Si, como digo, falta disciplina, constancia u organización en el aprendizaje, éste puede no ser perfecto, pero si falta motivación diréctamente no habrá aprendizaje alguno. La motivación es esa fuente de inspiración que regenera nuestros ánimos y ganas. Una rutina exige mucho tiempo constante trabajando de una forma muy sistemática y es fácil perder las ganas de trabajarla; Sin la motivación sería imposible mantener una rutina ya que algo que se hace sin motivación pasa a ser obligación y ninguna actividad hecha por obligación sin desearlo suele hacernos felices. Por ello la cuarta entrega de Rutinas va dedicada al motor de la rutina: la motivación.

Al igual que la inspiración, la motivación, aunque menos caprichosa, no siempre está cuando más la deseamos y a veces nos abandona sin ni siquiera darnos cuenta. El ajetreado ritmo de vida actual que llevamos hace que se nos olvide replantearnos cuestiones que, si olvidamos o no renovamos, puede llevarnos por un mal camino, hasta el punto de levantarnos un día y darnos cuenta que ni estamos dónde queríamos, ni en el camino para conseguirlo. Quizás porque nosotros cambiamos y olvidamos cambiar con nosotros nuestro gusto por la música, o porque vivimos tan ocupados que reducimos el tiempo dedicado a la música y con ello permitimos que se nos olvide el porqué de nuestro gusto con/por ella (muchas veces la distancia es el olvido).

Por ello, piénsalo, ¿por qué aquél día pusiste tus dedos sobre el diapasón por primera vez? ¿por qué has pasado tantas horas encerrado en casa tocando en vez de salir de fiesta? ¿qué te llevó a tocar aquellas noches hasta tan tarde pese a tener que madrugar al día siguiente?
¿Cuáles pueden ser las razones? Sentirse encaminado en una actividad concreta en la que no existe fin y siempre hay algo nuevo que descubrir, mirar atrás y comprobar con satisfacción el camino recorrido desde entonces, el simple hecho de tus dedos deslizándose por el mástil, sentir ese feeling tan especial entre absolutos desconocidos sólo porque ellos aman y disfrutan de la música como tú, ese enorme universo de instrumentos, artistas, estilos, opiniones y cambios en el que zambullirse y olvidarse de todo. La música es un mundo apasionante que no tiene fin y muchas son las razones que nos brinda para amarla, disfrutarla y satisfacernos. Y no sólo la música: la propia vida nos da otras motivaciones no tan ligadas a la música. El obtener una identidad social como músico, el éxito ante los demás, el hacer algo distinto a los que nos rodean y pasar a ser únicos, el atractivo que tiene tocar un instrumento para el sexo contrario... Todas ellas son grandes abastecedores de motivación que poco tienen que ver con la música.

Cuando no tengas ganas de colgarte la guitarra recuerda estas líneas y lo que con ellas intento recordarte: la guitarra no es una obligación que te impusiste, sino un estilo de vida que en mayor o menos medida está presente en ti porque te gusta y lo disfrutas. Ya que la música está presente en tu vida, te sugiero que estés presente tú en ella y de vez en cuando le dediques un tiempo a replantearte tu relación con ella.

Stay motivated!
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