Hablamos sobre el tema de tener guitarras, ajustadas o sin ajustar, y la rapidez con que juzgamos un instrumento debido a ésto. A raíz de ello, Rafa ya tenía encaminado un artículo, el cual, me gustaría compartir con vosotros.
¿QUÉ ES UNA BUENA GUITARRA?
Desafortunadamente la mayoría de guitarristas nunca han tocado una buena guitarra realmente.
Ésto es debido a que la mayoría de gente no se gasta cinco o seis mil dólares en una guitarra. La mayoría de entusiastas y guitarristas profesionales suelen adquirir guitarras en un rango de precio comprendido entre los 1000 y 2000 €. Para algunos, una guitarra de 2000€ ya se considera una guitarra cara y de ahí que se espere que también sea una buena guitarra, una esperanza solamente substentada en el precio de la misma. Esta expectación puede algunas veces truncarse, incluso cuando se trata de haber adquirido una guitarra de una “gran marca”. Este es un hecho desgraciadamente cada vez más común, independientemente de si se trata de una marca u otra, de un modelo u otro o de si eres zurdo o diestro al tocar.
Cuando un guitarrista prueba a tocar una guitarra realmente buena por primera vez, normalmente se sorprende de lo diferente que es del resto de guitarras con las que ha ido creciendo como guitarrista a lo largo de su vida o trayectoria musical. Este hecho puede considerarse por el guitarrista como una revelación o incluso como algo que le provoca cierto desconcierto. ¿Por qué?.
Guitarras completamente nuevas, recién sacadas de su embalaje original compradas en casi cualquier tienda que se precie, ya sea on line o de forma presencial en casi ningún caso tienen un alto nivel de lo que en idioma anglosajón se denomina “playability” y cuya traducción al castellano no tiene una palabra similar, pero básicamente se puede traducir como facilidad para ser tocada. Esto sucede incluso con guitarras que teóricamente han pasado el tran nombrado proceso de “setup” o ajuste, en fábrica o tienda.
Muchos guitarristas pasan los años tocando con guitarras mal ajustadas sin saber que hay algo mejor, y lo peor de todo, sin saber cuánto mejor puede ser. Para compensar esta merma en la calidad del ajuste de las guitarras los guitarristas han de tocar las mismas de una forma mucho más brusca y con mucho mayor esfuerzo del que sería necesario. Ésto, con el tiempo, torna en la adquisición de malos hábitos los cuales hacen a los guitarristas poder tocar esas guitarras prácticamente impracticables. La mayoría de guitarristas a los que les ocurre esto desconocen que hay otra forma, otro camino, mucho menos doloroso y más satisfactorio de aprender y de tocar la guitarra. Desafortunadamente, los guitarristas zurdos son los más perjudicados en este sentido porque no son demasiadas las oportunidades que tienen de probar y elegir su guitarra entre cientos de ellas como pasa habitualmente con un guitarrista diestro.
Los gutarristas que usan una guitarra perfectamente ajustada no necesitan luchar con su guitarra para conseguir un sonido medianamente decente, de hecho es muy habitual verlos en conciertos estableciendo una serie de posturas y realizando una serie de movimientos que invitan a pensar al público que lo que está haciendo con la guitarra requiere de un esfuerzo sobrehumano y no al alcance de cualquiera, pero realmente en muchas ocasiones este “performance” no deja de ser parte necesaria y agradecida del show, haciéndonos pensar a la audiencia que está haciendo algo que le está costando un trabajo extraordinario cuando realmente, con el ensayo, la técnica y el conocimiento necesario no deja de ser una interpretación placentera, cuidando muchísimo la entonación, el ritmo, los tiempos, los matices y con el esfuerzo adecuado, no más. Por supuesto, con este texto no intento menospreciar el esfuerzo y conocimiento de los guitarristas, nada mas lejos de mi intención, precisamente todo lo contrario, lo que intento decir es que dominar un instrumento como para ser capaces de salir a un escenario enfrente de una o cientos de miles de personas a interpretar un tema es algo tan sumamente complejo y se ha de estar tan preparado que el intérprete de lo último que ha de estar preocupado es de si su instrumento está bien o al ajustado.
Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos del ajuste o setup de un instrumento? Básicamente estamos hablando del nivel de perfección del diapasón, trastes, acción a lo largo de todo e mástil, facilidad para hacer bending, estabilidad en afinación y todo ello combinado con un buen sonido, un buen tono, una buena dinámica al tocar y por supuesto una apariencia perfecta. Os aseguro que cuando todo ésto se encuentra debidamente ajustado y en equilibro no es necesario que el guitarrista al tocar luche contra la guitarra para hacerla sonar bien, es más, en estos caso se trata justo de lo contrario, se trata de tocar y disfrutar tocando mientras nos hace disfrutar a la audiencia escuchándole y viéndole tocar, incluso cuando intenta hacernos creer todo lo contrario.
La precisión y la velocidad aparecen antes cuando no tienes que luchar con tu guitarra y en lugar de ello te dedicas a tocar acariciándola.
El color de la guitarra, lo bonito que es el grano de sus nobles maderas, los roces que lleva, los golpes fruto de las innumerables batallas en los bolos y ensayos, y las marcas de caídas accidentales en casa por dejarla mal apoyada mientras atendemos a nuestros hijos son algo que le da un cierto caché emocional a la guitarra, pero en realidad es algo totalmente irrelevante cuando estamos hablando de playabilidad de la guitarra. Cuando compras una guitarra, la compras para tocar con ella, ¿o no?, aunque a veces la colguemos de una pared y la miremos por no disponer del tiempo necesario para disfrutar de tocarla, pero sabemos que está ahí, en perfectas condiciones de ajuste y esperando que nuestras manos la cojan para hacerla sonar, o rugir, depende del estilo.
Pero, no me malinterpretéis, ¿con esto estoy diciendo que todas las guitarras están mal construidas? ¿Qué la mayoría de grandes marcas no saben construir guitarras?. En absoluto, nada mas lejos de la realidad. Hasta ahora en ningún momento ha hablado de que las guitarras estén mal construidas, pese a que a lo largo de estos años desgraciadamente he tenido la oportunidad de que pasaran por mis manos unas cuantas que realmente tenían serios problemas constructivos por diversos motivos, pero de ello os hablaré en otra ocasión. Cierto es que estos casos son los menos.
Por tanto, asumiendo que una guitarra ha sido construida de forma adecuada, la diferencia entre una guitarra buena o mala se encuentra principalmente en el ajuste o setup. Un playability perfecto en nuestras guitarras es lo que esperamos de una guitarra cuando la adquirimos ya que ha pasado por las manos de los que teóricamente mas saben acerca de ella, los que la han fabricado, pero muy a menudo no es así y nos llevamos enormes decepciones cuando probamos una guitarra en la tienda de instrumentos de turno o recibimos el tan ansiado paquete con el instrumento que hemos adquirido online hace unos días.
Pero entonces, ¿Dónde está el problema?, y lo que aún es más importante, ¿Cuál es la solución?.
El origen del problema en realidad son dos, voy a tratar de esclarecer ambos.
Si echamos un vistazo a nuestro alrededor, a los diferentes compañeros, amigos que tocan la guitarra o incluso a nuestros guitar héroes nos daremos cuenta de que cada individuo es diferente en cuanto a altura, longitud de dedos, fuerza en los mismos, agilidad, técnica al tocar,… De hecho, cuantas veces nos han prestado una guitarra y hemos dicho ¡Yo con esto no puedo tocar, tiene las cuerdas demasiado pegadas al diapasón y se me mutean constantemente las notas al tocar!, o, ¡Pues yo con a tuya tampoco puedo tocar, tienes las cuerdas a una altura del diapasón que se puede hacer puénting desde ellas!. No hay más que echar un vistazo a la altura de cuerdas con las que tocan guitarristas tan consagrados como Steve Vai, Yngwie Malmsteen, si nos movemos al mundo más acústico se me ocurre la diferencia de ajuste de guitarra con la que tocaba el desaparecido Paco de Lucia o Kuropazesky, renombrados guitarristas flamenco y clásico contemporáneos que tuve la oportunidad de conocer hace unos años.
Otro motivo de desencuentro entre los guitarristas es el calibre de cuerdas con el que cada uno decidimos tocar, no hay más que dar un vistazo a los catálogos que ofrecen los diferentes fabricantes de cuerdas como para darnos cuenta de que tal variedad de cuerdas se debe a que hay demanda suficiente como para que las casas comerciales las fabriquen. Por no hablar de algo tan crítico para el ajuste, la forma de tocar e incluso el sonido como la acción de la guitarra, el tipo de cejuela, el tipo de puente, espesor del mástil, radio de curvatura del diapasón, distancia de las cuerdas a las pastillas, material de los trastes, maderas de construcción de las diferentes partes de la guitarra, tipología de alma, tipo de pastillas y sus diferentes configuraciones de sonido,…
Y con toda la variedad que da la mezcla de los diferentes factores mencionados anteriormente que afectan a una guitarra y su ajuste, ¿Cuál es el que hace a una guitarra buena?. La repuesta es que una guitarra es buena, es decir, está bien ajustada cuando el ajuste se realiza atendiendo tanto a las características constructivas de la guitarra como a las características del guitarrista que la va a hacer sonar.
Con lo anterior, es de entender que fabricas de reconocido y no tan reconocido prestigio tengan que establecer entre sus standares de fabricación una serie de puntos y rangos de ajuste en los que sus guitarras han de ser ajustadas en fábrica antes de salir a la venta pero, ¿ese ajuste es el bueno para todos los guitarristas?...acabamos de ver que no.
Es por esto que, teniendo en cuenta que en la fabricación de una guitarra lo más caro es el coste de horas-hombre de trabajo sobre ella, muy por encima del coste de los materiales y componentes que la compongan los grandes y reconocidos fabricantes de guitarras, por muy de la Custom Shop que sean, invierten un tiempo muy limitado en el ajuste de la guitarra ya que saben que gran parte de estas guitarras, por mucho tiempo que le dediquen ellos en fábrica a ajustarlas, tarde o temprano acabarán en manos de un luthier de confianza del guitarrista que la adquirió para que le realice el ya famoso ajuste o setup que adaptará la guitarra como un guante a su dueño y ahora sí, esta guitarra, cara o no tan cara, siempre que esté bien construida se convertirá en una buena guitarra.
Por cierto, cuando el guitarrista decide deshacerse de esta buena guitarra, en el momento en que otro guitarrista decide adquirirla de segunda mano, como por arte de magia la guitarra vuelve a convertirse en una mala guitarra y la solución a ello es volver al luthier de confianza para que la ajuste de forma adecuada a su nuevo dueño.
Hay ciertos ajustes tan extremos que incluso la guitarra se vuelve mala o buena en función de las condiciones climatológicas donde ésta va a ser usada, o incluso de la época del año en la que nos encontramos, no nos olvidemos que las principales materias primas de las que una guitarra está compuesta son madera y metal, ambos materiales que reaccionan de forma diferente frente a camios de temperatura y humedad principalmente. De ahí que en estos casos sea necesario el recurrir a los servicios del luthier en cada cambio de estación importante, normalmente en primavera y otoño o incluso que el guitarrista opte por llevarse de gira a su luthier privado para que le ajuste sus guitarras a su gusto pero adecuadas a la climatología del lugar donde se va a realizar el concierto, cambiando de ajuste de forma continua.
Pero, volviendo a poner los pies en el suelo, a nivel principiante, usuario, o incluso profesional rara vez es necesario recurrir a lo descrito en el último párrafo. Lo que sí es esencial es hacer pasar la guitarra por cara o no tan cara que sea, por las manos de tu luthier de confianza para que saque lo mejor de ella y la convierta en tu buena guitarra.
En definitiva, tener una buena guitarra es esencial para ser un buen guitarrista, al mismo tiempo que tener una mala guitarra requiere un esfuerzo innecesario para tocarla, convirtiéndose lo que debería ser un placer en un gran esfuerzo, en un derroche de energía en el intento de tocarla y en una limitación en cuanto a la ejecución de ciertas técnicas guitarrísticas, que en una buena guitarra serían solo cuestión de aprender y practicar.
Está demostrado, que el principal motivo por el que principiantes abandonan la idea de aprender a tocar la guitarra muy al principio de haberlo intentado. es porque disponen de una guitarra mal ajustada y la labor de aprender a tocar se convierte en una contínua lucha con el instrumento para hacerle sonar. De ahí la importancia de acudir al luthier, no solo para profesionales, sino también para usuarios que gastan su tiempo libre en disfrutar practicando con sus guitarras y por supuesto para principiantes, especialmente niños, que están teniendo sus primeros contactos con una guitarra.