Carta de la Emperatriz María Teresa de Austria a su hijo Fernando, acerca de Mozart.
Me preguntas si debes admitir a tu servicio a ese joven de Salzburgo. No acierto a imaginar por qué deberías hacerlo: no necesitas a un compositor ni a ninguna otra persona carente de valía. No obstante, si consideras que podrá proporcionarte placer, no voy a entrometerme. Únicamente te expreso mi opinión porque no quiero que te cargues de gente que no sirve para nada. Ahora bien, lo que no debes hacer es dar a esas personas nigún titulo honorario, para que no parezca que están a tus órdenes. La gente de su ralea deambula como vagabundos y siembra el descrédito del servicio.
Me preguntas si debes admitir a tu servicio a ese joven de Salzburgo. No acierto a imaginar por qué deberías hacerlo: no necesitas a un compositor ni a ninguna otra persona carente de valía. No obstante, si consideras que podrá proporcionarte placer, no voy a entrometerme. Únicamente te expreso mi opinión porque no quiero que te cargues de gente que no sirve para nada. Ahora bien, lo que no debes hacer es dar a esas personas nigún titulo honorario, para que no parezca que están a tus órdenes. La gente de su ralea deambula como vagabundos y siembra el descrédito del servicio.