No solo de Fender vive el hombre, y hoy me toca hacer mi primera review sobre su eterna rival, una Gibson.
Con casi dos décadas de retraso, porque la guitarra que quiero presentar fue una Black Beauty de edición limitada a 400 unidades para el guitar of the week 16 de 2007, que por uno de esos avatares de la vida ha caído en mis manos.
Vamos al lio.
Lo primero que llama la atención es su estética, que no pasa desapercibida.
Tecnicamente se trata de una guitarra Standard pero con elementos que recuerdan sospechosamente a las Custom.
El cuerpo de caoba y tapa de arce con alivio de peso, en este caso son 9 taladros (no camaras), es el de una serie estándar, pero con el bending de las Custom en el frontal, aunque inexistente en la parte posterior. Este modelo carece de golpeador.
El mástil es lo que más se aleja del convencionalismo. Mástil de caoba (no arce térmicamente tratado), con diapasón de ébano, típicamente Custom, aunque los inlays son los clásicos con forma trapezoidal.
La pala también presenta el bending propio de las Custom aunque llama la atención que en lugar del diamante, presenta como símbolo la corona, que es más habitual de otros modelos, como las 335.
Herrajes dorados para rematar y enriquecer la foto.
Una puesta en escena que algunos califican como Frankenstein.
Más rara que un perro verde para unos, autentica rareza y pieza de colección para otros. A mi ese grado de exclusividad y rareza me parece un punto a favor.
Acabados de primera, agradable, atractiva y bien hecha, sin nada punible.
Indagando en sus tripas, la electrónica está a la altura de los esperado en una guitarra de alta gama, primera marca y fabricación USA. Buenas pastillas, potenciómetros de buena calidad, aunque echo de menos unos buenos condensadores más de acorde a su nivel en lugar de las minúsculas lentejas cerámicas baratas que incorpora.
Una vez que nos hemos deleitado el sentido de la vista, pasamos al tacto.
El mástil es el más delgado, el tipo 60. No es probablemente lo que más se identifica con una les Paul, pero para quienes procedemos del universo Fender y/o preferimos los mástiles de poco grosor es una de las sorpresas más agradables.
Se agradece el grado de comodidad que aporta ese tipo de mástil que hace la guitarra fácil de tocar. Unido a la ergonomía histórica de las Les Paul, consigue que esta guitarra se toque sola. Una delicia en ese sentido y conste que era uno de mis miedos.
No es una guitarra especialmente pesada, teniendo en cuenta el promedio de este modelo. Al menos a mí no me da la sensación de incomodidad por exceso de peso y eso que vengo de usar por norma guitarras más livianas.
Siempre me llamo la atención que tratándose de un modelo con tantos años desde que vio la luz, tenga un diseño tan acertadamente cómodo.
Turno de poner en marcha al oído.
Esta guitarra instala de seria unas 57Classic en el mástil, acompañada de su respectiva 57Classic Plus en el puente. Una combinación bastante clásica, por lo que no se esperan demasiadas sorpresas en cuanto al tono.
Sin embargo me sorprende gratamente su sonido, que para resulta nada oscuro ni embarrado, otra de mis preocupaciones a priori.
A decir verdad la guitarra tiene un tono brillante, rebosa claridad y buena definición. Siendo sincero, mi mejor Fender Stratocaster tiene un tono más cálido y amaderado. Quien me lo iba a decir, una Gibson más brillante que una Strato.
Eso en limpios, porque al subir ganancia aparece su ADN al máximo esplendor. Aquí no hay medias tintas, el genio de una Gibson Les Paul es absolutamente reconocible y deja buena muestra de su esencia. Un cañon.
No encuentro un sustain especialmente destacable, en ese aspecto también queda por debajo de mi referencia comparativa.
Está bien ajustada en general, con una acción muy baja, excesivamente en mi opinión, lo que genera algún ruidillo en la 6 cuerda, un tintineo metálico cercano al trasteo que se resuelve fácil con levantar el puente y ajustar la acción a un valor cercano a los 1,5 mm aunque todavía ligeramente menor.
Un buen ajuste de altura en las pastillas, consigue aportar cremosidad.
Me planteo seriamente la opción de instalarle un Bigsby, que puede aportarle un extra interesante.
Por lo demás, la construcción de la guitarra es impecable, sin un solo pero.
Materiales, acabados y ajustes en el peldaño alto que se le supone.
Si tengo que emitir un veredicto, este solamente podría ser positivo y el grado de satisfacción es alto.
Por buscarle tres pies al gato, diría que el sustain es mejorable y quizás esperaba más calidez tonal, aunque este matiz no es inconveniente y personalmente me resulta convincente acercándose al plenamente satisfecho.
Larga vida a la Les Paul.
Con casi dos décadas de retraso, porque la guitarra que quiero presentar fue una Black Beauty de edición limitada a 400 unidades para el guitar of the week 16 de 2007, que por uno de esos avatares de la vida ha caído en mis manos.
Vamos al lio.
Lo primero que llama la atención es su estética, que no pasa desapercibida.
Tecnicamente se trata de una guitarra Standard pero con elementos que recuerdan sospechosamente a las Custom.
El cuerpo de caoba y tapa de arce con alivio de peso, en este caso son 9 taladros (no camaras), es el de una serie estándar, pero con el bending de las Custom en el frontal, aunque inexistente en la parte posterior. Este modelo carece de golpeador.
El mástil es lo que más se aleja del convencionalismo. Mástil de caoba (no arce térmicamente tratado), con diapasón de ébano, típicamente Custom, aunque los inlays son los clásicos con forma trapezoidal.
La pala también presenta el bending propio de las Custom aunque llama la atención que en lugar del diamante, presenta como símbolo la corona, que es más habitual de otros modelos, como las 335.
Herrajes dorados para rematar y enriquecer la foto.
Una puesta en escena que algunos califican como Frankenstein.
Más rara que un perro verde para unos, autentica rareza y pieza de colección para otros. A mi ese grado de exclusividad y rareza me parece un punto a favor.
Acabados de primera, agradable, atractiva y bien hecha, sin nada punible.
Indagando en sus tripas, la electrónica está a la altura de los esperado en una guitarra de alta gama, primera marca y fabricación USA. Buenas pastillas, potenciómetros de buena calidad, aunque echo de menos unos buenos condensadores más de acorde a su nivel en lugar de las minúsculas lentejas cerámicas baratas que incorpora.
Una vez que nos hemos deleitado el sentido de la vista, pasamos al tacto.
El mástil es el más delgado, el tipo 60. No es probablemente lo que más se identifica con una les Paul, pero para quienes procedemos del universo Fender y/o preferimos los mástiles de poco grosor es una de las sorpresas más agradables.
Se agradece el grado de comodidad que aporta ese tipo de mástil que hace la guitarra fácil de tocar. Unido a la ergonomía histórica de las Les Paul, consigue que esta guitarra se toque sola. Una delicia en ese sentido y conste que era uno de mis miedos.
No es una guitarra especialmente pesada, teniendo en cuenta el promedio de este modelo. Al menos a mí no me da la sensación de incomodidad por exceso de peso y eso que vengo de usar por norma guitarras más livianas.
Siempre me llamo la atención que tratándose de un modelo con tantos años desde que vio la luz, tenga un diseño tan acertadamente cómodo.
Turno de poner en marcha al oído.
Esta guitarra instala de seria unas 57Classic en el mástil, acompañada de su respectiva 57Classic Plus en el puente. Una combinación bastante clásica, por lo que no se esperan demasiadas sorpresas en cuanto al tono.
Sin embargo me sorprende gratamente su sonido, que para resulta nada oscuro ni embarrado, otra de mis preocupaciones a priori.
A decir verdad la guitarra tiene un tono brillante, rebosa claridad y buena definición. Siendo sincero, mi mejor Fender Stratocaster tiene un tono más cálido y amaderado. Quien me lo iba a decir, una Gibson más brillante que una Strato.
Eso en limpios, porque al subir ganancia aparece su ADN al máximo esplendor. Aquí no hay medias tintas, el genio de una Gibson Les Paul es absolutamente reconocible y deja buena muestra de su esencia. Un cañon.
No encuentro un sustain especialmente destacable, en ese aspecto también queda por debajo de mi referencia comparativa.
Está bien ajustada en general, con una acción muy baja, excesivamente en mi opinión, lo que genera algún ruidillo en la 6 cuerda, un tintineo metálico cercano al trasteo que se resuelve fácil con levantar el puente y ajustar la acción a un valor cercano a los 1,5 mm aunque todavía ligeramente menor.
Un buen ajuste de altura en las pastillas, consigue aportar cremosidad.
Me planteo seriamente la opción de instalarle un Bigsby, que puede aportarle un extra interesante.
Por lo demás, la construcción de la guitarra es impecable, sin un solo pero.
Materiales, acabados y ajustes en el peldaño alto que se le supone.
Si tengo que emitir un veredicto, este solamente podría ser positivo y el grado de satisfacción es alto.
Por buscarle tres pies al gato, diría que el sustain es mejorable y quizás esperaba más calidez tonal, aunque este matiz no es inconveniente y personalmente me resulta convincente acercándose al plenamente satisfecho.
Larga vida a la Les Paul.