Es una especie de entrevista, que lleva a cabo Rick Rubin, delante de una mesa de mezclas y que se va hilvanando a través de partes de canciones.
Lo bueno es que el hilo conductor nunca deja de ser McCartney por lo que la historia no descarrila en ningún momento ni entra en trapos sucios. Si te gustan los Beatles seguro se te cae alguna lagrimita.