Aquí mi aportación dominguera: dura más de siete minutazos, ahí es nada...
Tiene un poco de todo (la escuela de la verbena, ya sabéis...), y la improvisación se va desarrollando a lo largo de la extensísima canción, pero intentando no perder una base melódica que lo
infunde todo y no
confunde a nadie, como debe ser.
En mis tiempos se decía que quien no era capaz de tocar un buen solo de
funk en directo (de aquellos largos que se hacían para que el cantante descansase un poco de su ajetreado baile -y aprovechase la pausa para hacer no sé qué tras las bambalinas-), un solo largo e intenso, es que no sabe tocar la guitarra. Así de crudo. Me imagino que será porque estos ritmos exigen mantener el
groove y la intensidad durante un buen rato, y no caben planeidades: si el público deja de mover los bracitos como si fueran patos descontrolados, es que lo estás haciendo mal; la cosa no tiene más... En esto es igual que un pasodoble o una cumbia...
Buen domingo a todos. Mucho me temo que me llevan a la playita, así que escucharé por la tarde a quienes os animéis.