Ha transcurrido algo mas de medio siglo desde que asomé la cabeza en el asiento trasero de un taxi; es lo que afirman los testigos.
Mi relación con la música ha sido estrecha y grata desde temprana edad, siempre me ha gustado mucho y es un arte por el que siento
una pasión cuasi desmedida, vamos que me emociona mucho, mucho, mucho....
El rollo de las guitarra germinó mucho mas tarde (con 23 ó 24 añitos).
A riesgo de ofrecer una sábana interminable, me excuso por adelantado. Voy a relatar la historia porque aquellos que la han escuchado
se han partido el culo, igual que los protagonistas cuando nos dejamos llevar por la nostalgia.
La cosa fue como sigue: Un amigo me presentó un músico que además de buscarse la vida amenizando bodas, bautizos y comuniones
(la BBC de toa la vida) trabajaba de mercenario haciendo bolos con una banda rockera local que ya poseía cierto peso a nivel local y su fama se extendía con rapidez. (El grupo a la postre lo petó y saboreó el éxito. Tras la disolución del mismo La carrera de los componentes ha mantenido
e incluso aumentado nivelazo, sobre todo el que fuera voz y guitarra rítmica. Hoy es uno de los grandes en las tablas dentro y fuera del país.
La cosa es que el tipo, le llamaremos X, guitarrista y pendenciero abandonó su hogar, esposa e hijo para rendirse a los brazos de la hermana
del amigo que me lo presentó. X y servidor pronto trabamos cierta amistad y quiso el destino que coincidiéramos en parecida coyuntura vital.
La aventura con su joven amada enseguida terminó, por mi parte cohabitaba en pecado con fermosa dama por periodo de tres años o algo
así, pero como todo lo que empieza, termina mal.
Así que ahí estábamos X y yo viviendo en sendos pisos de alquiler barato dándole a la botella y demás substancias (unos días en mi casa,
otros en la suya)...
Un buen o mal día tras la cotidiana intoxicación e intercambio mutuo de penas X me mira fijamente y tras un silencio que me resulto
eterno me espetó - !Oye Carca! porqué no te compras una guitarra, un ampli te enseño a tocar y así dejamos de beber y fumar tanto.
Yo guardé silencio y me acerqué al frigorífico a pillar otras birras.
A la tarde siguiente, cumplida mi jornala de laboro en calidad de carpintero oficial de segunda, entré en una tienda de instrumentos musicales muy cerca de mi casa .
En el escaparate me llamó la atención una tipo strato negra ( yo entonces no sabía qué era eso)
- Hola. ¿Cuánto cuesta la guitarra esa negra?
- Treinta y cinco mil pelas.
-¿Es buena?
- Para su precio está muy bien, para aprender es buena opción.
-Nunca he tocado. Me va a enseñar un amigo. No se qué tal se me dará.
-Tengo algunas más baratas.
-Pero esa es muy bonita. Me la llevo.
Ya puestos me aconsejó un Park G-10 que me plugo.
De reglo funda, bandolera, jack, unas cuantas púas y un afinador analógico, o sea un silbato que daba el La.
Esto aconteció a principios de los noventa del pasado siglo. La guitarra era (es) una Avenger, marca que por cierto, jamás he
vuelto a ver. Una guitarra que conservo con mucho cariño, aunque está hecha un truño inservible.
Y así empezó la cosa. Mi amigo me enseñaba yo trataba de aprender y me gustaba, me gustaba mucho.
Con el tiempo cada uno fue encauzando su sino, hoy es director de un conservatorio y profesor titular de guitarra eléctrica.
Yo me dedico a mis labores, como otros tantos autónomos y
en mi pared cada vez cuelgan más guitarras, se amontonaban amplis, pedales,
afinadores, metrónomos, cables, etc. Por deformación profesional me insertaba por el entonces arcano mundo de
los ajustes, modificaciones, reparación y construcción de estas adorables criaturas de seis cuerdas...
De modo que continúo tratando de aprender y aprender y por eso estoy aquí.
Un saludo!!!!!