Existe un mito, que en muy pocos casos se ha dado, en el cual pareciera que los grandes músicos de la historia, no han necesitado estudiar y que todo su genio ha aparecido de forma innata. Lo cierto es que si revisamos sus biografías, la mayoría de ellos se han pasado gran parte de su vida (sino toda) con el instrumento en las manos. Algunos han sido autodidactas, otros han tenido un oído privilegiado que les ha facilitados las cosas, muchos han tomado clases en conservatorios o con profesores particulares y algunos han tenido desde muy temprana edad un contacto permanente con la música, ya sea por herencia familiar, entorno social y cultural, etc. De una u otra manera estas son formas de estudiar. Reconocer cuál es nuestra situación y afrontarla, nos aclarará rápidamente el camino a seguir. Por el contrario si nos creemos que somos genios que aún no han sido descubiertos, el camino se hará más largo. Nadie aprende lo que cree que ya sabe.
Por otro lado es imposible determinar cuánto hay que saber o estudiar para ser músico, simplemente porque son dos cosas diferentes. La música es un arte y además del aprendizaje requiere expresividad, espontaneidad, y fluidez en la comunicación.
En muchos casos el “cargarse” de conocimiento y técnica nos produce trabas en la expresividad, al igual que la falta de estudio o práctica nos impide transmitir con nuestro instrumento lo que queremos decir.
Se podría decir que la técnica y el estudio nos abren una mayor cantidad de puertas por donde pueda salir nuestra expresión, y en mi opinión ambos (expresividad y estudio) son fundamentales.
Por eso quiero trasmitirles aquí cuál creo que debe ser la mejor actitud en cada caso:
Estudiar
Como dije antes cuando nos disponemos a estudiar, nos preparamos para abrir puertas y no para cerrarlas, tengamos en cuenta esto en el día a día:
Incentivos: Empieza a reconocer cuáles son las cosas que te generan deseos de sentarte con tu instrumento. Esto es muy personal, a algunos les atrae hacer ejercicios de digitación, otros tocar temas conocidos, otros leer música, etc. Lo importante es que no transformes tu estudio en una obligación tortuosa. Esto te alejará de la música. Si encuentras aquello que más te incentiva, tu contacto con el instrumento será cada vez mayor.
Relajación: no te apures en lograr velocidad. Esta será el resultado de tocar relajado y tener un absoluto dominio de lo que estás tocando. Ya sea un ejercicio o un tema de cualquier estilo, tócalo a una velocidad que te permita escucharlo con continuidad, que escuches música en lo que suena, aunque en principio sea muy lentamente. Esto te permitirá que tanto tus manos como el resto de tu cuerpo estén relajados. Trata de prestar atención a las tensiones que se localizan en cualquier parte de tu cuerpo y suéltalas.
Técnica: En este caso es muy recomendable contar con un buen profesor que nos guíe en mejorar nuestras posiciones y no hacer movimientos innecesarios que nos hagan derrochar energía. Muchos músicos no tienen una buena técnica y son grandiosos. Esta es una discusión eterna. Es una decisión personal. Que no decida la vagancia!
Continuidad: una vez hayas aprendido el tema, no te detengas cuando cometas errores, debes acostumbrarte a seguir adelante sin perder el tempo. Cuando comienzas el tema ya no puedes detenerte hasta el final, pase lo que pase. Esto lo debes practicar cuando estudias, para estar preparado en ensayos o directos.
Carencias y habilidades: Ya sabes en qué estás más flojo y en qué destacas. Reparte un poco de cada cosa, si sólo tocas lo que controlas no crecerás y si sólo estudias lo “difícil” te agobiarás.
Plan: Planifica lo que vas a estudiar cada día, pero no estudies para cumplir el plan, tu tarea es mejorar o aprender, no rendirte cuentas a ti mismo.
Entender: El estudio de la teoría y la armonía hace que cuando toquemos un tema entendamos de que se trata: que escala estamos utilizando, qué relación hay entre los acordes, si hay un cambio de tono (modulación); ¿porqué estas notas suenan mal?, etc. Yo lo comparo con aprender un idioma de memoria y repiter frases sin saber lo que significan. También comprender lo que tocamos nos ayudará a recordarlo.
Escuchar: Quien tuviera oído absoluto para navegar por los sonidos como por los colores!!! Si no lo tienes, como es mi caso, puedes entrenarlo. Nos ayudará muchísimo en cualquier situación. Comienza con notas simples (3as, 5as, etc.) luego acordes. Trata de reconocerlos en aquello que tocas, no estés tan pendiente de los dedos y el instrumento, todo es parte de lo mismo. Os recomiendo “ear master” http://www.earmaster.com/es/ , hay una versión gratuita.
Leer: Ya se, Paco de Lucía o George Benson o muchos otros, no leen música; y Einstein era mal alumno en el instituto. No se vosotros, pero yo no soy ninguno de ellos. Yo me lo he tenido que currar. Aprender a leer te facilitará el acceso a mucha información, te agilizará el estudio y te permitirá conseguir más trabajos. Es duro porque requiere paciencia y constancia (una frase familiar ¿no?). Un poco cada día te hará notar prontamente la diferencia. Tampoco es necesario que leas a primera vista.
Entrenamiento: El último paso es incorporar poco a poco las cosas nuevas que estás estudiando a tu lenguaje. Busca temas dónde esto esté presente y ve practicándolo como si fuera un concierto. El aprendizaje irá pasando de lo racional a lo motriz.
Tocar
Cuando estamos “haciendo música” la situación es completamente diferente. Aquí tendremos que crear, interpretar y transmitir. Ya estemos en casa solos, en un ensayo, en una reunión de amigos o en un concierto, el camino es otro:
No pensar: Es recomendable que no trates de tocar aquello que has aprendido recientemente, primero debe “hacerse carne”, de lo contrario estarás pensando mucho mientras tocas y eso no es conveniente. Recuerdo una master class que tomé con Gary Burton en la que decía que para alejar los pensamientos mientras tocaba, se ponía a mirar los zapatos de los que estaban en primera fila.
Evitar el juicio: Trata de no juzgar lo que estás tocando, escúchalo y sigue el camino que van trazando las notas, como si fuera una historia.
Equivocarse: Todo tema tiene por lo menos una frase que nos complica la vida. Estúdiala previamente de forma muy lenta y ve subiendo de a poco la velocidad hasta superarla. En el momento de la interpretación réstale importancia al error (si lo hay) y sigue adelante, es parte del juego.
Respiración: Canta lo que estás tocando, no importa que desafines, esto hará que tus frases respiren a tu ritmo. Los guitarristas tendemos a tocar sin parar y así se pierde el sentido de las frases. Los vientistas no pueden hacerlo porque se quedan sin aire y eso los ayuda.
Silencio: No temas a los silencios, también son música.
Algo que decir: Tanto en la interpretación como en la improvisación estamos trasmitiendo. Céntrate en alguna sensación que te provoque el tema que estás tocando, un estado de ánimo presente o pasado, un recuerdo relacionado con el carácter de la obra y exprésalo.
Los otros músicos: Los demás músicos del grupo son tus aliados, escucha su tempo, su fraseo, ellos colaboran contigo para crear un momento mágico. No entres en competencias.
Tocar cualquier cosa: Prueba salir de todo lo que has estudiado: escalas, arpegios, etc. y guíate por la intuición como cuando no sabías nada, experimenta con los errores, te dará libertad. Un profesor me decía “si no es esa nota es la de al lado”
En directo: En los primeros temas es cuando uno está más tenso. Comienza el concierto con un tema que no tenga mucha dificultad, así estarás relajado rápidamente y comenzarás a disfrutar. El resto saldrá solo.
Disfruta: Para eso hemos elegido la música, olvida las exigencias y goza.
Aquí dejo dos libros sobre el desarrollo de la creatividad que me han ayudado mucho:
El camino del artista – Julia Cameron
Free Play – Nachmanovitch, Stephen
También el video de “Paco de Lucía, Francisco Sánchez” es muy aleccionador.