Hace apenas unos días abrí el siguiente hilo:
https://www.guitarristas.info/foros/virgil-arlo-mejores-pastillas-jamas-bobinadas/330317
Por la falta de comentarios intuyo que pocos han saboreado las bondades de estas pastillas.
Me atrevo a especular que de haber planteado el hilo de otra forma, habrían salido a la palestra opiniones y tal vez, abierto encarnizados debates entre la realidad o el mito, incluso sin haberlas tenido, usado o escuchado siquiera.
Ya sabéis, los que creen que todo lo que es caro tiene que ser idílico por narices, contra los que automáticamente catalogan de misticismo absurdo todo aquello que esta fuera de su alcance.
Ni tanto, ni tan calvo.
Yo que no soy de banderas ni etiquetas, ni comulgo con radicalismos ni extremos, nunca me he posicionado del lado de unos, ni otros.
Me consta que el misticismo es intrínseco e inseparable del mundo guitarril, pero también doy fe de que detrás de cada mito hay tantas verdades que lo sustentan, como envoltorios adornados.
Pero resulta que yo, sí que tengo un set de estas pastillas, por lo que me dispongo aquí y ahora a opinar sobre ellas.
Esto no es una review al uso, tan solo una experiencia personal para compartir.
Una pequeña y reciente historia.
Llegue hasta ellas por puro accidente en 2018. O tal vez debería decir, ellas llegaron hasta mi.
Tanto monta, monta tanto …
Soy propietario entre otras Stratocaster de una AVRI 62 de 1997. Es de hecho la más barata de las que poseo, a pesar de que tiene una magnifica construcción, maderas y ajustes más que dignos, y un tono que ya le gustaria a algunas que le doblan, incluso triplican en precio.
Por muchos motivos esta guitarra me agrada sobremanera, un tacto supremo, mástil estratosférico, maderas de primera, lo que se dice, bien hecha de cojones… pero tiene un punto débil en mi opinión. Las Texas Special que trae de fábrica y su caracter, no son de mi plena satisfacción.
Ha sido una guitarra que he usado como laboratorio, un conejillo de indias para probar proyectos e ideas.
Por ella han pasado pastillas variopintas. Slider`s, “Abby” (Abigail Ybarra), Fullerton Black Bottom, SD Antiquity, unas rarisimas vintage Belden Beldure … pierdo la cuenta.
Cuando me topé con las Virgil Arlo, no tenía ni puñetera idea de que existía él ni sus pastillas. No era un conocido como L. Fralin, C. Novack o Lollar.
Cierto que rebuscando mucho, guitarristas de prestigio aplaudían sus bobinas y empezaba a tener una pequeña legión de incondicionales, que ya las elevaban a la categoría de las mejores pastillas de reemplazo.
Tampoco habían alcanzado los escandalosos precios por los que ahora andan.
Me pico la curiosidad y me encomendé a mi intuición, aunque lo admito, fue lo lotería.
Cuando instale aquel set de White Label 1954, sinceramente no esperaba milagros. Otras más de las que tendré que vender perdiéndoles una pasta, pensé.
Cambio de pastillas, encordado y afinación, me dispongo a hacerles la prueba del algodón.
Tras los dos primeros acordes, una sensación recorre mi medula. Me paro, un tanto incrédulo y empiezo a tocar. Limpios, añado efectos, mis imprescindibles Reverb y Delay, un overdrive y por ultimo entran modulaciones, Flanger, Phaser, Chorus .
No me lo puedo creer ¡!
Desenchufo todo y la conecto en mi Vibro Champ del 76 a pelo. Junto a ella, pruebo una Masterbuilt y después mi queridísima Fullerton del 84.
Santa madre de Dios ¡!
Se merienda con patatas a la Masterbuilt de 7000 pavos que monta unas Josefina Campos, y que de inmediato pongo en venta. Le saca los colores a mi Fullerton de 1984 descaradamente, sin medias tintas. Y una tras otras, adelanta por la derecha a todas y cada una del resto de guitarras de mi colección.
Mi guitarra más básica, la de menor nivel, ha pasado a ser la reina de la fiesta ¿¿??
Me consta las malas pasadas del subconsciente y el poder de la autosugestión, de modo que busco una segunda opinión que pecara de independiente y objetiva.
Y no me quedo corto.
Acudo al luthier de más prestigio en mi ciudad (no lo nombro para que nadie se me enfade, que soy amigo de los pocos que hay).
Como amigo que es, me recibe como siempre, de puta madre.
Le presento la guitarra como mi última adquisición (mentira cochina) y le solicito que le haga la cata, por si necesita ajustes y eso (otra trola de las gordas).
Tan solo quería conocer sus sensaciones, que valoro y son una referencia para mí.
No se complica, la enchufa al primer ampli que encuentra en el taller y empieza a darle.
Apenas comienza, se para y me mira sin mediar palabra.
Cambio de tercio. Ahora nos vamos dentro, a su estudio.
Conecta la guitarra a su Princeton Blackface de los 60, posiciona la pastilla del mástil y se marca un blues, muy propio de el.
Vuelve a mirarme con cierto desconcierto, incluso percibo desconfianza.
Desenchufa la guitarra y conecta su maravillosa Stratocaster pre CBS, una joya autentica que personalmente adoro.
Repite el mismo blues.
Estoy atento a sus gestos y muecas, le conozco bien. Ahora su mirada transmite, mala leche ¿?.
Podría continuar describiendo la cascada de sensaciones que me produce.
Pero el corta la magia del momento visiblemente mosqueado.
Aquel tono hizo sonrojar a su pre CBS ¿? No me lo puedo creer ¡!!.
Tras una batería de preguntas sin respuesta por no darme tiempo a ello y en vistas de que el ambiente se tensa, termino confesando la modificación y le hablo de las dichosas pastillas.
“Venga, No me jodas”.
Esa expresión resume lo que estaba pasando aquella calurosa tarde de verano de 2018 en un pequeño local.
Finalmente la tertulia acabo protagonizando las horas hasta la puesta del sol, donde hicieron aparición unas jarras de birra bien fría.
De su impresión, y de la mía propia, no me queda otra que admitir que son pastillas con un tono difícilmente mejorable, impecables en limpios cristalinos, con carácter cuanto se le exige, buen maridaje con los pedales, admitiendo todo lo que se pone a tiro.
Capaz de convertir y transformar una guitarra en una gran guitarra.
No sé si serán las mejores pastillas sobra la faz de la tierra, como se predica ahora por diestro y siniestro. Tampoco me atrevo a insinuar que superan a las pre CBS, como barruntan en algunos foros, ni siquiera tengo la osadía de decir que son mejores que estas o aquellas.
Solo expreso lo que yo percibo. Las mejores pastillas que he tenido, oído y tocado.
Espero que no se lie parda.
Fin de la historia.
https://www.guitarristas.info/foros/virgil-arlo-mejores-pastillas-jamas-bobinadas/330317
Por la falta de comentarios intuyo que pocos han saboreado las bondades de estas pastillas.
Me atrevo a especular que de haber planteado el hilo de otra forma, habrían salido a la palestra opiniones y tal vez, abierto encarnizados debates entre la realidad o el mito, incluso sin haberlas tenido, usado o escuchado siquiera.
Ya sabéis, los que creen que todo lo que es caro tiene que ser idílico por narices, contra los que automáticamente catalogan de misticismo absurdo todo aquello que esta fuera de su alcance.
Ni tanto, ni tan calvo.
Yo que no soy de banderas ni etiquetas, ni comulgo con radicalismos ni extremos, nunca me he posicionado del lado de unos, ni otros.
Me consta que el misticismo es intrínseco e inseparable del mundo guitarril, pero también doy fe de que detrás de cada mito hay tantas verdades que lo sustentan, como envoltorios adornados.
Pero resulta que yo, sí que tengo un set de estas pastillas, por lo que me dispongo aquí y ahora a opinar sobre ellas.
Esto no es una review al uso, tan solo una experiencia personal para compartir.
Una pequeña y reciente historia.
Llegue hasta ellas por puro accidente en 2018. O tal vez debería decir, ellas llegaron hasta mi.
Tanto monta, monta tanto …
Soy propietario entre otras Stratocaster de una AVRI 62 de 1997. Es de hecho la más barata de las que poseo, a pesar de que tiene una magnifica construcción, maderas y ajustes más que dignos, y un tono que ya le gustaria a algunas que le doblan, incluso triplican en precio.
Por muchos motivos esta guitarra me agrada sobremanera, un tacto supremo, mástil estratosférico, maderas de primera, lo que se dice, bien hecha de cojones… pero tiene un punto débil en mi opinión. Las Texas Special que trae de fábrica y su caracter, no son de mi plena satisfacción.
Ha sido una guitarra que he usado como laboratorio, un conejillo de indias para probar proyectos e ideas.
Por ella han pasado pastillas variopintas. Slider`s, “Abby” (Abigail Ybarra), Fullerton Black Bottom, SD Antiquity, unas rarisimas vintage Belden Beldure … pierdo la cuenta.
Cuando me topé con las Virgil Arlo, no tenía ni puñetera idea de que existía él ni sus pastillas. No era un conocido como L. Fralin, C. Novack o Lollar.
Cierto que rebuscando mucho, guitarristas de prestigio aplaudían sus bobinas y empezaba a tener una pequeña legión de incondicionales, que ya las elevaban a la categoría de las mejores pastillas de reemplazo.
Tampoco habían alcanzado los escandalosos precios por los que ahora andan.
Me pico la curiosidad y me encomendé a mi intuición, aunque lo admito, fue lo lotería.
Cuando instale aquel set de White Label 1954, sinceramente no esperaba milagros. Otras más de las que tendré que vender perdiéndoles una pasta, pensé.
Cambio de pastillas, encordado y afinación, me dispongo a hacerles la prueba del algodón.
Tras los dos primeros acordes, una sensación recorre mi medula. Me paro, un tanto incrédulo y empiezo a tocar. Limpios, añado efectos, mis imprescindibles Reverb y Delay, un overdrive y por ultimo entran modulaciones, Flanger, Phaser, Chorus .
No me lo puedo creer ¡!
Desenchufo todo y la conecto en mi Vibro Champ del 76 a pelo. Junto a ella, pruebo una Masterbuilt y después mi queridísima Fullerton del 84.
Santa madre de Dios ¡!
Se merienda con patatas a la Masterbuilt de 7000 pavos que monta unas Josefina Campos, y que de inmediato pongo en venta. Le saca los colores a mi Fullerton de 1984 descaradamente, sin medias tintas. Y una tras otras, adelanta por la derecha a todas y cada una del resto de guitarras de mi colección.
Mi guitarra más básica, la de menor nivel, ha pasado a ser la reina de la fiesta ¿¿??
Me consta las malas pasadas del subconsciente y el poder de la autosugestión, de modo que busco una segunda opinión que pecara de independiente y objetiva.
Y no me quedo corto.
Acudo al luthier de más prestigio en mi ciudad (no lo nombro para que nadie se me enfade, que soy amigo de los pocos que hay).
Como amigo que es, me recibe como siempre, de puta madre.
Le presento la guitarra como mi última adquisición (mentira cochina) y le solicito que le haga la cata, por si necesita ajustes y eso (otra trola de las gordas).
Tan solo quería conocer sus sensaciones, que valoro y son una referencia para mí.
No se complica, la enchufa al primer ampli que encuentra en el taller y empieza a darle.
Apenas comienza, se para y me mira sin mediar palabra.
Cambio de tercio. Ahora nos vamos dentro, a su estudio.
Conecta la guitarra a su Princeton Blackface de los 60, posiciona la pastilla del mástil y se marca un blues, muy propio de el.
Vuelve a mirarme con cierto desconcierto, incluso percibo desconfianza.
Desenchufa la guitarra y conecta su maravillosa Stratocaster pre CBS, una joya autentica que personalmente adoro.
Repite el mismo blues.
Estoy atento a sus gestos y muecas, le conozco bien. Ahora su mirada transmite, mala leche ¿?.
Podría continuar describiendo la cascada de sensaciones que me produce.
Pero el corta la magia del momento visiblemente mosqueado.
Aquel tono hizo sonrojar a su pre CBS ¿? No me lo puedo creer ¡!!.
Tras una batería de preguntas sin respuesta por no darme tiempo a ello y en vistas de que el ambiente se tensa, termino confesando la modificación y le hablo de las dichosas pastillas.
“Venga, No me jodas”.
Esa expresión resume lo que estaba pasando aquella calurosa tarde de verano de 2018 en un pequeño local.
Finalmente la tertulia acabo protagonizando las horas hasta la puesta del sol, donde hicieron aparición unas jarras de birra bien fría.
De su impresión, y de la mía propia, no me queda otra que admitir que son pastillas con un tono difícilmente mejorable, impecables en limpios cristalinos, con carácter cuanto se le exige, buen maridaje con los pedales, admitiendo todo lo que se pone a tiro.
Capaz de convertir y transformar una guitarra en una gran guitarra.
No sé si serán las mejores pastillas sobra la faz de la tierra, como se predica ahora por diestro y siniestro. Tampoco me atrevo a insinuar que superan a las pre CBS, como barruntan en algunos foros, ni siquiera tengo la osadía de decir que son mejores que estas o aquellas.
Solo expreso lo que yo percibo. Las mejores pastillas que he tenido, oído y tocado.
Espero que no se lie parda.
Fin de la historia.