Yo he llegado a sangrar con la primera que tuve. Pasé de una clásica de nylon a eléctrica del tirón. Jamás había utilizado una acústica. El día que la regalaron mi Fender no me podía creer la dureza que tenía y además la altura a la que estaban las cuerdas del mástil me parecían kilométricas. Los callos en los dedos fueron creciendo y el dolor era insoportable. Aun así seguí a lo mío y me terminé ...
el 14/11/2019