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Reviews de IG
Opiniones de productos18

Lo mejor: Sonido, posibilidades de programación, potenciómetros
Lo peor: Submenús, sin efectos, secuenciador
Se trata de un sintetizador analógico de 8 voces con dos osciladores por voz y varias características (como el uso de VCAs analógicos) difíciles de encontrar entonces en otros teclados nuevos de la época, ya que el boom de las reediciones aún estaba lejano y no había tantos sintes analógicos.
El sonido, a pesar de ser un híbrido entre analógico (osciladores, filtro, VCAs) y digital (envolventes como delay, 4 LFOs) tiene ese carácter de Prophet, gracias al filtro Curtis, versátil y potente, aunque no buscaba ser un clon, por lo que era de carácter más moderno, con graves menos acentuados y más fácil de utilizar para música moderna y no sólo para música retro.
Lamentablemente, en esta primera versión no se incluyó un módulo de efectos, por lo que necesitabas un procesador externo para reverb, chorus, entre otros. La programación de sonidos era tediosa, si bien tiene muchos potenciómetros a mano, debido a la complejidad de los sonidos, con parámetros que tienes que modificar a través de su pequeña pantalla y diferentes menús. El secuenciador, al tener que modificarse con dicha pantalla, era poco intuitivo de programar. El arpegiador, en cambio, gracias a su función hold era más sencillo de utilizar, aunque también había que modificarlo a través de otro menú. En todo caso, había un editor (de pago) para PC y Mac que permitía modificar todo ello de manera más sencilla.
Es, en definitiva, un intento muy digno de ofrecer un analógico estable, editable y moderno a las masas, a un precio que no rompe la cuenta corriente y que sirve tanto para pads, leads, bajos. En la actualidad se sigue fabricando como REV2, como modelo intermedio de la gama Sequential, entre el más básico Take 5 y los más completos Prophet 6 o Prophet 5, entre otros.

Lo mejor: Máquina única, muchas posibilidades
Lo peor: Manejo, complejidad, falta de edición en PC, limitaciones de polifonía
Yo mismo venía de estar un poco cansado de usar una Akai MPC 1000, una máquina muy buena pero sin duda ya algo anticuada allá por 2014, y que entonces era una de las pocas opciones de sampler 'portátil' para directos al poder disparar pistas MIDI y sonidos a la vez, con modo canción y muestras sin las limitaciones de otras marcas como Korg. Ya dominaba la escena el Macbook Pro y los controladores externos para DAWs, y parecía que el hardware iba a desaparecer.
En ese momento, los suecos lanzan la primera de sus cajas negras: Octatrack, que incorpora una manipulación perfecta para el directo mediante potenciómetros dedicados, un fader que permite alternar escenas de manera radical (al estilo de las mesas DJ), botones por pasos tipo TR que no sólo permiten muteos de pistas-pasos sino 'tocar' como un teclado, y un sinfín de posibilidades sonoras a través de efectos de gran calidad sonora, con combinaciones que permitían desde masterizar en la caja a crear marcianadas sonoras (se utilizó en varios remixes comerciales de la época).
Sin embargo, una vez empiezas a utilizar el aparato te encuentras con la realidad: la increíble cantidad de funciones que puedes interpretar en vivo se deben hacer con una diminuta pantalla llena de información, varias páginas de submenús, y uso de combinación de botones. Hay que recordar combinaciones de teclas (a veces nada obvias) para activar rápidamente esas funciones que dan dinamismo a la máquina en vivo o recurrir a esa pantalla que es más una 'ayuda', pero que a la hora de dedicarle horas se hace pesado.
No hay editor de software ni grabación directa de sonido por pistas a través de USB, ni volcado de pistas midi al tener sistema propio (no existía entonces Overbridge, algo que solucionaron en otras máquinas posteriores, pero nunca en Octatrack MKI). Por lo tanto todo lo debías hacer desde la máquina y para la máquina. No tenía la capacidad de importar MIDI mientras que AKAI sí.
Y luego está el tema de las pistas. Que sí, que es verdad que aumenta la imaginación el tener que aprovechar al máximo 8 recursos, y que cada pista extra de efectos se come una de sonido por si te falta algo que añadir.
Pero a la hora de la verdad, en algunos proyectos tenías una ensalada de sonidos para cubrir en cada pista por cada paso todas las partes rítmicas, para exprimir al máximo la limitación, lo que te creaba otra cantidad de archivos en las subcarpetas de la Compact Flash. Por lo que es una máquina potente, pero con limitaciones que requieren poner mucho de parte del usuario para compensarlas. Y a unos cuantos les agotará (como fue mi caso, dejé de usarla al cabo de 1 año y medio, harto de ver como las máquinas nuevas tenían soporte y mejoras para su usabilidad y a ésta la dejaron un poco abandonada en su concepto original, que puede llegar a ser frustrante).

Lo mejor: Manejo sencillo, sonidos clásicos Roland TR, secuenciador
Lo peor: No carga samples, la expansión 7x7 se compra aparte
Incorpora añadidos como efectos, secuenciador mejorado respecto a las antiguas máquinas, luces LED, entradas jack para otros instrumentos (muy útil para combinar junto al sintetizador monofónico Roland Aira TB-3 o los polifónicos Roland System 1 y Roland System 8) y conexiones USB Audio para PC y Mac como principales mejoras respecto a los instrumentos clásicos.
He de decir que su facilidad de manejo y sincronización con la TB-3 (que también tuve) la hace ideal tanto para improvisar como para adaptarse a ella, además de permitir mezclar sonidos de diferentes cajas de Roland. Es una máquina que tuvo críticas duras por su sonido, que muchos atacaron como 'digital', 'frío' o 'nada parecido a las cajas originales'.
En mi experiencia, si bien le falta cierta calidez al no ser analógica, es más fácil de trabajar con ella al incorporar todas las herramientas en vivo necesarias sin necesidad de procesadores externos. Además, salió en una época donde los clones analógicos eran bastante caros, doblando y triplicando el precio de este modelo. Y por si fuera poco Roland añadió una expansión con los sonidos de otras cajas como la TR-707 y modificaciones de las otras cajas, con lo que se podía abarcar la música electrónica de todos los estilos imaginables.
Como puntos negativos, las expansiones iban aparte y no eran baratas precisamente. La ausencia de carga de sonidos sample limitaba la funcionalidad como groovebox y te obliga a tener otros aparatos para hacer sesiones. La recreación de sonidos no eran todo lo fiel que se esperaba en ciertos instrumentos a la hora de modificar parámetros. Y la propia Roland limitó los tipos de efectos para hacerte pasar por caja con la mezcladora Aira MX-1.
En resumen, una buena caja digital, que quedó eclipsada por la Roland TR-8S, que incorporó muchas de las mejoras necesarias, y sus competidores, que la superaron en funciones (a un precio más alto, eso sí), pero que puede representar una interesante entrada al hardware a novatos de las cajas de ritmos.

Lo mejor: Sonido limpio y 'analógico', controles del panel, chasis resistente
Lo peor: Peso, 4 voces de polifonía, no incorpora FX ni pantalla
La primera versión sólo contaba con 4 voces, y es necesario contar con la tarjeta de expansión de voces para ampliar a 12 voces. Eso limita las posibilidades sonoras. En los foros también se comenta que el sonido tiene un carácter más 'analógico' que versiones posteriores debido a factores técnicos (conversores de sonido, chips) y a la ausencia de efectos.
El sonido, comparado con un DSI Mopho que también tuve entonces, sí que me resultaba bastante 'analógico' al oído, con lo que sumado a la interfaz, con el panel lleno de controles a mano, hace que sea una delicia programar y experimentar con sonidos. Sin embargo, a la hora de grabar el sonido se quedaba un poco 'seco', por lo que es necesario contar de unidades de efectos externas para sacarle todo el provecho. En aquel entonces experimenté con rack de efectos de TC-Electronic y sí que mejoraba bastante el resultado a la hora de usarlo junto a más instrumentos.
En cuanto a la portabilidad, punto negativo para el peso de la unidad, que si bien es resistente tiene un volumen similar a un Roland JV de la misma época, con lo cual está más pensado para estudio que para llevar de actuación, a menos que se cuente con un mueble rack para transportarlo. La implementación MIDI es correcta, si bien el panel no incorpora una pantalla, sólo un contador numérico que comparte tanto para indicar presets de sonido como para configurarlo.
En resumen, un sintetizador con encanto, aunque con sus limitaciones en ciertas situaciones a tener en cuenta. El sonido ha envejecido mejor que en otros VA de la época por lo que sigue siendo bien valorado en el mercado de segunda mano.

Lo mejor: Excelente precio para lo que ofrece. Estética clásica. Buena ergonomía.
Lo peor: Las pastillas. Los ajustes de volumen y tono.
Recordemos un poco su historia: Yamaha creó los modelos Pacifica a comienzos de los años 90 como una gama de guitarras tipo superstrat, con especificaciones como un mástil más cómodo y fino, combinaciones de pastillas diferentes a la típica de tres sencillas de los modelos clásicos de tipo Strat, y diferentes gamas según los bolsillos de los guitarristas.
La Pacifica 112J es un modelo económico, aunque mejor que la Yamaha Pacifica 012, que es el modelo más barato de la gama y que suele acompañar a los pack de guitarra + amplificador.
Las características, desde que salió, sorprendieron por su precio: cuerpo sólido de aliso (como las Fender Stratocaster), dos pastillas sencillas y una humbucker (todas cerámicas) y un golpeador blanco que le da una estética clásica, mástil más plano que la Fender (más cómodo para guitarristas solitas) y un contorno de cuerpo menos "plano" que la Fender, lo que le da una ergonomía extra a quien toca sentado sobretodo.
Pero como no todo son cosas técnicas, hablemos de las sensaciones. El sonido de las pastillas es más genérico del que cabría esperar, dando lugar a un sonido bueno en limpio, en especial las pastillas sencillas, que se acercan mucho a las Stratocaster, pero falto de carácter al darle ganancia, lo que es, sin duda, su punto más débil: una guitarra de rock con un sonido algo plano si se va a hacer un sonido lead. Aunque en rítmicas cumple sobradamente, especialmente la pastilla humbucker doble tiene mejor ganancia. Además, los controles de volumen y tono son muy simples pero permiten menos ajuste del deseable, sobretodo para las pastillas sencillas.
Es el único punto negro que desmerece a una guitarra que, en el resto de aspectos, cumple sobradamente e incluso supera a guitarras más caras, como la estabilidad de la afinación, la comodidad a la hora de tocar o su versatilidad, ya que deja tocar blues, ska, punk, reggae... incluso hard rock o géneros que se resisten a otras guitarras, gracias a la ganancia de su pastilla humbucker, que es potente.
Sin duda alguna, una guitarra que aún en 2019 recomendaría a un novato, porque sus virtudes superan sobradamente su carencia principal. Y no da los problemas de otras guitarras de su gama, como trasteos o desafinación, que pueden desesperar a un principiante, al mismo tiempo que cumple con su versatilidad para muchos estilos musicales.

Lo mejor: Calidad, precio, peso, tamaño, tacto
Lo peor: No lleva faders ni nada para manipular sintes.

Lo mejor: Tacto de tecla, opciones de personalización
Lo peor: La fuente de alimentación va aparte.

Lo mejor: Precio, tamaño
Lo peor: Sysex lento, polifonia

Lo mejor: Sonido analógico, polifonía, peso.
Lo peor: Filtro parafónico, MIDI muy básico.

Lo mejor: Polifonía, librería de sonidos, efectos, editable con el ordenador
Lo peor: Pantalla LED, edición de parámetros físicos, tamaño del módulo
Lamentablemente, el módulo tiene una edición complicada: tienes que usar una pantalla de apenas dos líneas para ver los parámetros, a menudo abreviados, además de muchos submenús, como todos los rompler. Lo bueno es que con Midi Quest puedes hacerlo con una pantalla grande y esto no pesa tanto como en su época, donde el JV 2080 le vencía con su super pantalla.
Una cosa que sí comparte con todos los módulos Roland de la época es su tamaño, excesivo hoy en día. Es difícil de imaginar mirando a los anuncios como es, pero si habéis vivido la época de las CPU Windows 98 veréis que es igual de grande (y pesada), por lo que hay que ir con cuidado si vamos justos de espacio.
Por lo demás un excelente módulo con expansión de tarjetas y sonidos Roland, multiefectos y polifonia a reventar. Además solucionó los problemas de MIDI de los JV 2080 de procesador.
Recomendable si el espacio no es problema y tienes un PC al lado para editar los sonidos.

Lo mejor: El sonido, el arpegio lo manda como notas MIDI, es muy bonito estéticamente
Lo peor: Monotímbrico, pocas voces, potenciómetros tipo encoder, pocas teclas
Primero, Ultranova tiene un teclado grande (en lugar de miniteclas), pero queda deslucido porque no llega ni a 49 (son sólo 37), con lo que tenemos que usar todo el rato el boton de octava, algo negativo para un sinte como éste, que es polifónico. Alguno dirá "es más transportable" pero para eso ya tenemos el Mininova, pienso yo.
El segundo fallo gordo es que es monotímbrico: solo puedes tocar un patch al mismo tiempo. El Microkorg es más antiguo y nos deja tocar 2 patches a la vez. Las 18 voces son relativas, depende de cómo construyas el patch, así que en ese aspecto tampoco va muy sobrado (tiene 3 osciladores eso sí, y algunos son samples, lo que da una paleta interesante).
El tercero es el uso de potenciómetros tipo encoder, infinitos, por lo que cada vez que cambias un parámetro parece que le des vueltas y vueltas hasta llegar al valor.
Por lo demás, es un interesante controlador-sinte con funciones buenas (leds por doquier que te dicen si has activado el arpegiador o qué función haces con los potenciómetros, envia MIDI con el arpegiador, buen vocoder, buen led de información de datos), pero a un precio algo alto para lo que ofrece, si bien el sonido merece la pena, si no te importa la tediosa edición, las poquitas voces o el teclado de 3 octavas.

Lo mejor: Precio, portabilidad, funciones, sonido bombo
Lo peor: Baja señal de salida, alimentación externa no incluida, sonido limitado

Lo mejor: Muchas posibilidades de síntesis en tamaño de 3 octavas
Lo peor: El sonido tiende a la plasticidad moderna

Lo mejor: Muchas opciones
Lo peor: La pantalla y los botones

Lo mejor: Secuenciador multipista, muy buenos sonidos
Lo peor: Liosa
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