Acabado al aceite de linaza y tung sobre Stratocaster de fresno (Swamp Ash)
Esta pieza que nos ocupa es una Fender Stratocaster fabricada en 1975-76. El antiguo dueño me la vendió como si fuese el ’76, pero según mis indagaciones tanto en número de serie como en algunos detalles de su construcción hacen suponer que realmente pueda ser del ’75.
Lo cierto es que suena maravillosamente bien, el mástil es terriblemente cómodo, y aunque venía con cuerdas del .009 y le cambié al 0.10, da gusto tocar con ella.
¿Cuál es la pega entonces para que tuviese un atractivo precio, raro para las Stratos de ese año? Pues ni más ni menos que el acabado.
Según me contó, esta guitarra pasó por muchas manos, que originalmente era blanca y bla bla, pero en realidad creo que uno de sus dueños tuvo la feliz idea de pintarla de blanco, me imagino que para que se pareciese a la de Hendrix (no sería la primera). Posteriormente se puso a lijarla pero se cansó pronto; luego le dieron no sé qué clase de recubrimiento semipegajoso al calor, en fin que estaba bastante cochambrosa la pobre. Así que visto que después de una limpieza a fondo la cosa mejoraba poco, y ya sabiendo que el color original definitivamente era transparente, me decidí a terminar yo lo que ya habían empezado otros.
Este artículo no es más que un compendio de todo lo que he ido asimilando de fuentes diversas. Pasé mucho tiempo en Internet recopilando informaciones diversas al respecto, pero me basé sobre todo en los artículos de Manuel Bonilla, Artesano Luthier , de José Manuel Bonilla, y del topic “Tuto de Lijado y acabado al aceite” de un tal Gonzo del foro de www.chilemusicos.net
Estado original por ambas caras
Una vez raspada toda la pintura blanca
Lo primero que hice fue experimentar bajo el golpeador para ver cómo podría ir quedando la cosa.
Lijé un trozo entre pastillas y probé con aceite de linaza cocido sólo (parte inferior) y con cera líquida encima del aceite más aceite de tung (parte superior); me decidí por la segunda opción ya que quería un tono ámbar y éste se aproximaba bastante. Así que ya con las pruebas hechas y con la decisión tomada me puse manos a la obra.
MATERIALES
Lijas, lana de acero, aceite de linaza cocido, de tung, esencia de trementina, cera líquida, gasa para muñequilla, etc, etc, podéis encontrarlo en Madrid en DROGUERÍA INDUSTRIAL M. BARRERO, Avda. Ciudad de Barcelona 63, Metro “Pacífico”, junto a una gasolinera. Tienen todo tipo de materiales para barnizadores, ebanistas y bellas artes.
Aceite de linaza cocido, esencia de trementina y lijas desde grano 0 a 2000
Según otros artículos que he podido leer en Internet, se suele dar aceite del mismo tipo, bien de tung, bien de linaza. El de linaza oscurece más la madera y envejece más que el de tung, que es mucho más claro. También leí que se pueden mezclar sin problemas.
Este aceite de tung que compré tiene un bonito tono color miel (etiqueta abajo derecha), perfecto para mi gusto, así que pensé mezclarlos por capas. Le dí una primera capa de aceite de linaza rebajado para que quedasen bien marcadas las vetas con los tonos marrones de la linaza y todas las demás con el de tung color miel.
En las fotos tomaremos como referencia el color de las cavidades de las pastillas para ver cómo nos vamos acercando al tono final.
Respecto a la eliminación del barniz, había leído opiniones diversas tanto a favor como en contra de los decapantes, pero por evitar que productos químicos agresivos pudiesen dañar lo más mínimo la madera me decidí por lijar. A mano, claro, pues la lijadora que compré para tal efecto no le hacía sino cosquillas a un barniz tan salvajemente duro. Imagino que sería poliuretano, no sé seguro, lo cierto es que era una capa plástica (que chillaba al pasar la lija), sobre unas cuantas manos de otro tipo de barniz también duro aunque menos. Total sobre unas 30 ó 40 décimas de milímetro, todo un costrón. En fin, quizá haya sido una barbaridad de trabajo extra que para otra vez no creo que haga, pues ya de principio acabas un poco machacado.
A continuación he escaneado un extracto de los tickets de compra de estos productos, para que podáis haceros una idea de precios. Realmente no sale caro, es casi todo paciencia y mano de obra.
Bien, ya puestos en faena de lijado, acabé de quitar todo el barniz hasta llegar a la madera desnuda, la cual fui lijando y puliendo con lijas de 0, 40, 80, 100, 220, 280, 600, 800 y 1000. Cuando terminas de pasarle la lija de 1000 y le frotas con un trapo, verás como si quisiera ya la madera misma empezar a brillar. Quedó de esta manera:
Pásale un aspirador, frótala con un trapo de algodón, quítale cualquier resto de polvo y ya estaría lista para empezar con el aceite.
Antes de nada hay que fabricarse unas sujeciones para que el cuerpo se pueda secar por ambas caras a la vez. Yo usé una tablita atornillada a modo de mástil, para poderla manejar bien, y un tornillo largo, o algún invento parecido, para el agujero del clavo de la bandolera.
Un par de tacos de madera, cinta adhesiva, unos papeles de cocina por si se nos va la mano y ya tenemos el “banco de trabajo” para barnizar.
Primeramente, como ya había apuntado, le daremos una mano de aceite de linaza cocido rebajado al 50% con esencia de trementina (es decir, mitad y mitad). Se aplica templado con una brocha o una muñequilla.
Listo para dar aceite de linaza
Calentando el aceite
Se empapa bien de aceite por todos lados, con generosidad, y se deja reposar un cuarto de hora o veinte minutos, tras lo cual se le pasa un papel de cocina para absorber el sobrante y se deja secar por lo menos un día entero. Si pueden ser dos mejor.
Aceite de linaza una vez ha secado.
A partir de aquí empezamos a usar el aceite de tung. Este no lo rebajé, pues es bastante líquido ya.
Es mejor darlo en frío, o al menos darlo en un ambiente fresco, pues en una de las manos me puse a darlo al sol con el aceite calentito, se me secó más de la cuenta y al ir a quitar el sobrante se me hicieron un montón de grumos, por unas partes cogió más que por otras, en fin que tuve que dejarlo secar del todo, darle una lijadita para igualar y volver a dar aceite.
Primera mano de aceite de tung color miel secándose.
Segunda mano aplicando generosamente
Tercera mano ya seca expuesta al sol.
Quinta mano de aceite
En esta última quinta mano de aceite, al quitar el sobrante lo hice todo con el mismo papel como si fuese una muñequilla, de modo que se queda una capa algo más gordita que las anteriores y con un brillo muy agradable, debe ser que este aceite debe llevar algo de brillo porque el de linaza se queda mate o, si lo frotas con un paño, ligeramente satinado.
Entre cada una de las capas de aceite, y siempre después de esperar al menos un día entero a que seque cada una, le he pasado lijas de 1000, 1500 y 2000 antes de dar la siguiente. Después de la última sólo se frota fuerte con un trapo de algodón.
A partir de aquí dejamos secar bien, un par de días como mínimo para que seque del todo el aceite, y ya podemos empezar a darle cera.
La cera la he dado con una muñequilla hecha con gasa para las heridas del botiquín:
Coges un taquito de 4 ó 5, les juntas las puntas y le das forma de almohadilla, mojas en la cera, das una capa no muy gruesa aplicando en círculos y terminando siguiendo la veta de la madera. Dejas secar unos 20 minutos y le frotas bien fuerte con un paño para pulirla o primero con un cepillo para zapatos nuevo y luego con un trapo. Ojo con el tiempo, porque entre que das por una cara, por otra y por los bordes, es prácticamente terminar y empezar a frotar, que si no se seca demasiado y luego hay que frotar mucho y fuerte para quitar las rayitas y restos de cera que se quedan, y que se notan.
Esta cera tiene un suave color anaranjado que potencia el tono general.
Tercera mano de cera probando cómo va a quedar
Según el dicho de ebanistas, para un buen acabado hay que darle:
- Una vez al día durante una semana
- Una vez a la semana durante un mes
- Una vez al mes durante un año
- Una vez al año durante toda la vida
Supongo que no os sonará a nuevo, hay varias versiones por ahí.
Yo le he dado 6 manos abundantes y creo que ha sido suficiente para empezar.
Quinta mano de cera vista al sol
Como remate final compré un cepillo suave y una badana de lana para pulir y con la taladradora le di el pulido final.
Los inconvenientes que tiene este tipo de acabado son su fragilidad, en cuanto que cualquier toque o arañazo se quedará inevitablemente marcado, y el mantenimiento, pues al menos una vez al año habría que desmontar la guitarra para darle una buena mano de cera por todos lados y luego montar, ajustar, etc. Además de momento se le ha quedado, aparte del rico aroma de la cera, un suave olor del aceite de tung que espero que vaya desapareciendo con el tiempo; parece que va a menos con los días.
Las ventajas son que el aspecto de la guitarra ha mejorado notablemente y ha quedado con un maravilloso tacto de madera pulida.
Respecto al sonido, que era lo que más miedo me daba, no sólo no ha perdido nada, quizá algo de agudos, sino ha ganado cuerpo en general.
Poco más que añadir, yo he quedado muy satisfecho con la obra acometida, si tuviera que repetirla no me importaría hacerlo de nuevo (excepto el lijado manual, claro). Lo peor de todo es la espera entre el secado de una y otra mano. En total me ha llevado algo menos de un mes, y conste que he intentado terminarlo lo antes posible.
Os dejo con las dos últimas fotos para que juzguéis por vosotros mismos el resultado, y si os sirve de ayuda y os animáis...........
Alfredo Carrión (Tiofredi). Madrid, Enero 2009.
Fin
Esta pieza que nos ocupa es una Fender Stratocaster fabricada en 1975-76. El antiguo dueño me la vendió como si fuese el ’76, pero según mis indagaciones tanto en número de serie como en algunos detalles de su construcción hacen suponer que realmente pueda ser del ’75.
Lo cierto es que suena maravillosamente bien, el mástil es terriblemente cómodo, y aunque venía con cuerdas del .009 y le cambié al 0.10, da gusto tocar con ella.
¿Cuál es la pega entonces para que tuviese un atractivo precio, raro para las Stratos de ese año? Pues ni más ni menos que el acabado.
Según me contó, esta guitarra pasó por muchas manos, que originalmente era blanca y bla bla, pero en realidad creo que uno de sus dueños tuvo la feliz idea de pintarla de blanco, me imagino que para que se pareciese a la de Hendrix (no sería la primera). Posteriormente se puso a lijarla pero se cansó pronto; luego le dieron no sé qué clase de recubrimiento semipegajoso al calor, en fin que estaba bastante cochambrosa la pobre. Así que visto que después de una limpieza a fondo la cosa mejoraba poco, y ya sabiendo que el color original definitivamente era transparente, me decidí a terminar yo lo que ya habían empezado otros.
Este artículo no es más que un compendio de todo lo que he ido asimilando de fuentes diversas. Pasé mucho tiempo en Internet recopilando informaciones diversas al respecto, pero me basé sobre todo en los artículos de Manuel Bonilla, Artesano Luthier , de José Manuel Bonilla, y del topic “Tuto de Lijado y acabado al aceite” de un tal Gonzo del foro de www.chilemusicos.net
Estado original por ambas caras
Una vez raspada toda la pintura blanca
Lo primero que hice fue experimentar bajo el golpeador para ver cómo podría ir quedando la cosa.
Lijé un trozo entre pastillas y probé con aceite de linaza cocido sólo (parte inferior) y con cera líquida encima del aceite más aceite de tung (parte superior); me decidí por la segunda opción ya que quería un tono ámbar y éste se aproximaba bastante. Así que ya con las pruebas hechas y con la decisión tomada me puse manos a la obra.
MATERIALES
Lijas, lana de acero, aceite de linaza cocido, de tung, esencia de trementina, cera líquida, gasa para muñequilla, etc, etc, podéis encontrarlo en Madrid en DROGUERÍA INDUSTRIAL M. BARRERO, Avda. Ciudad de Barcelona 63, Metro “Pacífico”, junto a una gasolinera. Tienen todo tipo de materiales para barnizadores, ebanistas y bellas artes.
Aceite de linaza cocido, esencia de trementina y lijas desde grano 0 a 2000
Según otros artículos que he podido leer en Internet, se suele dar aceite del mismo tipo, bien de tung, bien de linaza. El de linaza oscurece más la madera y envejece más que el de tung, que es mucho más claro. También leí que se pueden mezclar sin problemas.
Este aceite de tung que compré tiene un bonito tono color miel (etiqueta abajo derecha), perfecto para mi gusto, así que pensé mezclarlos por capas. Le dí una primera capa de aceite de linaza rebajado para que quedasen bien marcadas las vetas con los tonos marrones de la linaza y todas las demás con el de tung color miel.
En las fotos tomaremos como referencia el color de las cavidades de las pastillas para ver cómo nos vamos acercando al tono final.
Respecto a la eliminación del barniz, había leído opiniones diversas tanto a favor como en contra de los decapantes, pero por evitar que productos químicos agresivos pudiesen dañar lo más mínimo la madera me decidí por lijar. A mano, claro, pues la lijadora que compré para tal efecto no le hacía sino cosquillas a un barniz tan salvajemente duro. Imagino que sería poliuretano, no sé seguro, lo cierto es que era una capa plástica (que chillaba al pasar la lija), sobre unas cuantas manos de otro tipo de barniz también duro aunque menos. Total sobre unas 30 ó 40 décimas de milímetro, todo un costrón. En fin, quizá haya sido una barbaridad de trabajo extra que para otra vez no creo que haga, pues ya de principio acabas un poco machacado.
A continuación he escaneado un extracto de los tickets de compra de estos productos, para que podáis haceros una idea de precios. Realmente no sale caro, es casi todo paciencia y mano de obra.
Bien, ya puestos en faena de lijado, acabé de quitar todo el barniz hasta llegar a la madera desnuda, la cual fui lijando y puliendo con lijas de 0, 40, 80, 100, 220, 280, 600, 800 y 1000. Cuando terminas de pasarle la lija de 1000 y le frotas con un trapo, verás como si quisiera ya la madera misma empezar a brillar. Quedó de esta manera:
Pásale un aspirador, frótala con un trapo de algodón, quítale cualquier resto de polvo y ya estaría lista para empezar con el aceite.
Antes de nada hay que fabricarse unas sujeciones para que el cuerpo se pueda secar por ambas caras a la vez. Yo usé una tablita atornillada a modo de mástil, para poderla manejar bien, y un tornillo largo, o algún invento parecido, para el agujero del clavo de la bandolera.
Un par de tacos de madera, cinta adhesiva, unos papeles de cocina por si se nos va la mano y ya tenemos el “banco de trabajo” para barnizar.
Primeramente, como ya había apuntado, le daremos una mano de aceite de linaza cocido rebajado al 50% con esencia de trementina (es decir, mitad y mitad). Se aplica templado con una brocha o una muñequilla.
Listo para dar aceite de linaza
Calentando el aceite
Se empapa bien de aceite por todos lados, con generosidad, y se deja reposar un cuarto de hora o veinte minutos, tras lo cual se le pasa un papel de cocina para absorber el sobrante y se deja secar por lo menos un día entero. Si pueden ser dos mejor.
Aceite de linaza una vez ha secado.
A partir de aquí empezamos a usar el aceite de tung. Este no lo rebajé, pues es bastante líquido ya.
Es mejor darlo en frío, o al menos darlo en un ambiente fresco, pues en una de las manos me puse a darlo al sol con el aceite calentito, se me secó más de la cuenta y al ir a quitar el sobrante se me hicieron un montón de grumos, por unas partes cogió más que por otras, en fin que tuve que dejarlo secar del todo, darle una lijadita para igualar y volver a dar aceite.
Primera mano de aceite de tung color miel secándose.
Segunda mano aplicando generosamente
Tercera mano ya seca expuesta al sol.
Quinta mano de aceite
En esta última quinta mano de aceite, al quitar el sobrante lo hice todo con el mismo papel como si fuese una muñequilla, de modo que se queda una capa algo más gordita que las anteriores y con un brillo muy agradable, debe ser que este aceite debe llevar algo de brillo porque el de linaza se queda mate o, si lo frotas con un paño, ligeramente satinado.
Entre cada una de las capas de aceite, y siempre después de esperar al menos un día entero a que seque cada una, le he pasado lijas de 1000, 1500 y 2000 antes de dar la siguiente. Después de la última sólo se frota fuerte con un trapo de algodón.
A partir de aquí dejamos secar bien, un par de días como mínimo para que seque del todo el aceite, y ya podemos empezar a darle cera.
La cera la he dado con una muñequilla hecha con gasa para las heridas del botiquín:
Coges un taquito de 4 ó 5, les juntas las puntas y le das forma de almohadilla, mojas en la cera, das una capa no muy gruesa aplicando en círculos y terminando siguiendo la veta de la madera. Dejas secar unos 20 minutos y le frotas bien fuerte con un paño para pulirla o primero con un cepillo para zapatos nuevo y luego con un trapo. Ojo con el tiempo, porque entre que das por una cara, por otra y por los bordes, es prácticamente terminar y empezar a frotar, que si no se seca demasiado y luego hay que frotar mucho y fuerte para quitar las rayitas y restos de cera que se quedan, y que se notan.
Esta cera tiene un suave color anaranjado que potencia el tono general.
Tercera mano de cera probando cómo va a quedar
Según el dicho de ebanistas, para un buen acabado hay que darle:
- Una vez al día durante una semana
- Una vez a la semana durante un mes
- Una vez al mes durante un año
- Una vez al año durante toda la vida
Supongo que no os sonará a nuevo, hay varias versiones por ahí.
Yo le he dado 6 manos abundantes y creo que ha sido suficiente para empezar.
Quinta mano de cera vista al sol
Como remate final compré un cepillo suave y una badana de lana para pulir y con la taladradora le di el pulido final.
Los inconvenientes que tiene este tipo de acabado son su fragilidad, en cuanto que cualquier toque o arañazo se quedará inevitablemente marcado, y el mantenimiento, pues al menos una vez al año habría que desmontar la guitarra para darle una buena mano de cera por todos lados y luego montar, ajustar, etc. Además de momento se le ha quedado, aparte del rico aroma de la cera, un suave olor del aceite de tung que espero que vaya desapareciendo con el tiempo; parece que va a menos con los días.
Las ventajas son que el aspecto de la guitarra ha mejorado notablemente y ha quedado con un maravilloso tacto de madera pulida.
Respecto al sonido, que era lo que más miedo me daba, no sólo no ha perdido nada, quizá algo de agudos, sino ha ganado cuerpo en general.
Poco más que añadir, yo he quedado muy satisfecho con la obra acometida, si tuviera que repetirla no me importaría hacerlo de nuevo (excepto el lijado manual, claro). Lo peor de todo es la espera entre el secado de una y otra mano. En total me ha llevado algo menos de un mes, y conste que he intentado terminarlo lo antes posible.
Os dejo con las dos últimas fotos para que juzguéis por vosotros mismos el resultado, y si os sirve de ayuda y os animáis...........
Alfredo Carrión (Tiofredi). Madrid, Enero 2009.
Fin