Como no se pueden guardar odios toda la vida, me he propuesto soportar a los teclistas (poco a poco, naturalmente), así que aquí os dejo una aportación diferente a la anterior, tocada por unos señores visiblemente étnicos que aparecieron este mediodía (a las 3:30pm, para ser exactos) frente a mi casa ofreciéndose a afilar cuchillos, a arreglar sombrillas de playa (paraguas no tenemos en Almería), y, sobre todo, decididos a amenizarnos la siesta a todo el vecindario que la duerme (aunque hoy he comprobado que debe ser mayoritariamente extranjero, a juzgar por los vítores y sonidos de monedas cayendo a la acera, y que se escuchaban desde mi terraza, en lugar de platos, vasos y piedras, que es lo que habría sucedido en caso de haber más españoles entre el vecindario). Los aparecidos portaban dos organillos (con el software seguramente desactualizado) y, tras una afable negociación, y previa la rápida ingesta de una botella de orujo blanco y la entrega por mi parte de un billete de veinte eurazos, se brindaron amablemente a grabar una aportación para todos vosotros, que espero sepáis apreciar.
El de la trompeta que suena a media canción, llegó desde la calle de arriba una vez finalizada la negociación con sus congéneres que tenían como destino mi calle, así que le tuve que darle otros 20 eurazos para él solito, para que se uniese a participar en la grabación. Y es que "todavía hay clases"...