Bueno, es que cada uno con éstas cosas hace de su capa un sayo.
Yo, personalmente, en lo primero que pienso es en ésto:
https://www.abc.es/economia/abci-fundador-alibaba-defiende-jornada-laboral-996-12-horas-durante-seis-dias-semana-201904160937_noticia.html
Que éste lo dice, pero de facto lo practican todos.
Personalmente, no contribuyó a negocios de señores que quieren poner a la peña a currar 72 horas mínimo a la semana, para mi no hay más. Ya puede vender lo que le de la gana. Si lo que quiero no lo puedo adquirir, me busco una tienda que me lo traiga (y amplio sobre ésto más tarde).
Por otra parte, yo es que soy muy ambicioso. En mi vida ideal, no necesito recortar tiempo de actividades como comprar lo necesario para comer. Idealmente, lo que exijo es tiempo suficiente para vivir.
Por otra parte, es cierto que hoy el negocio de proximidad está idealizado, pero por generaciones concretas. Generaciones más jóvenes no lo tienen idealizado porque no lo han vivido así de sencillo. Pero cierto es que el recuerdo es más bonito que a experiencia (en algunos casos, en otros no).
Pero bueno, insisto, de manera personal para mi lo importante va por otro camino. Separar lo que “quiero” de lo que necesito. Las cosas yo las uso hasta que se rompen. Cuando se rompen, se intentan arreglar (y a veces, para eso, necesito tiempo. Éste modelo de mercado en el que vivimos no favorece arreglar nada y propicia comprar, así que me he pasado casi cuatro días sin lavadora hasta que me he enterado de cómo arreglarla, por ejemplo). Y si no se puede o no me veo capaz, se reemplaza y el factor que busco es durabilidad.
En mi barrio han proliferado, por ejemplo, los supermercados 24 horas (Madrid), con envío a domicilio. Cosa que hace años pensé: “Mira qué práctico” y ahora, espero que no le moleste a nadie, pero cada vez que paso volviendo a casa tarde y veo gente haciendo la compra a la una de la mañana me pregunto qué clase de mundo estamos construyendo en el que no somos capaces de conseguir comida a horas normales.
Pero bueno, que tiene que ver mucho con la filosofía de vida. En mi caso particular, no “necesito” el último modelo de nada, no “necesito” la última experiencia de batido orgánico chahipistachi, no “necesito” probar el majestuoso menú del enésimo prodigioso chef que ha montado un soberbio restaurante, no...
Intento separa lo que me aporta de lo que no. Y muchas de esas cosas, aparte de eso que llaman “la experiencia” (que mentalmente traduzco como poder contárselo a los demás) pues me aporta más bien poco y me deja vacío (a mi por dentro y a mi cartera también).
Sin embargo encuentro placer, por ejemplo, en hacerme la comida yo (por ejemplo), en montarme las cosas yo o en reparar los cacharros que se rompen (los que puedo).
Ahí, más o menos instalado pues la inmensa mayoría de productos que ofrecen estas superficies no me dice nada y que me la traigan rapidito a mi casa, me dice aún menos, la verdad.
Resumiendo éste troncho... que me pueden esperar, vaya.
P.D: Y no me quiero meter en la derivada que es para mi mas importante que es el modelo de consumo que se genera con tres o cuatro empresas globales distribuyendo todo a todo el mundo. El negocio de proximidad sería una chufa, pero el oligopolio internacional no lo veo yo más favorable, la verdad.