Saludos, amigos guitarreros.
¿Quieren dar un paseo por la evolución de una modesta guitarra que subió más allá del nivel al que estaba destinada? Aunque ya comenté sobre ella en otro hilo, quería hacerle una review final con los cambios definitivos, que son varios y diversos.
La compra.
En el año 2017 pude ver de cerca y probar un par de modelos Tokai de la gama fabricada en China. Me resultaron sorprendentemente correctas e interesantes, por lo que no tardé en hacerme con el modelo ALC, que imita a una Gibson Les Paul Custom blanca. Era un instrumento muy bien terminado, con los típicos detalles decorativos de la original de Gibson, aunque con materiales de imitación, como es lógico deducir por la diferencia de precios.
Primera modificación.
Tras probarla unos días en casa (cambiándole de entrada las perillas de volumen y tono por unas de tipo "sombrero"), llegué a la conclusión de que necesitaba un cambio de pastillas (esto incluso me lo comentaron en la tienda, como una mejora a tener en cuenta). Las de fábrica no estaban mal, pero viendo que la guitarra estaba muy bien construida, valía la pena ese cambio para empezar.
Elegí un set de pastillas Seymour Duncan Slash alnico II, en acabado cebra, y al llevarla a la tienda para que se las instalasen, el luthier decidió de paso mejorar el cableado y la electrónica.
El cambio dio sus frutos de forma inmediata. El sonido mejoró apreciablemente y ganó más garra, cosa que me interesaba mucho.
Cambio de herrajes.
Por algún motivo, los herrajes dorados acaban aburriendome, de modo que el siguiente paso fue mandarle a cambiar todo a cromado, con puente y cordal de la marca Wilkinson y clavijas Kluson.
También le cambié la tapa de la tuerca del alma por una tipo Epiphone con forma de campana.
Segundo cambio de pastillas.
Puesto que otras de mis guitarras recibieron cambios de componentes, al final me encontré con un juego de pastillas Gibson Burstbucker pro sueltas, por lo que por motivos estéticos, al ser negras, me atraían más en el blanco de la Tokai. Se le instalaron, revelando poca diferencia sonora con respecto a las Seymour Duncan anteriores. Eso sí, a pesar de alguna errónea apreciación por mi parte en el anterior hilo, aclaro que aunque la guitarra suena muy bien para Hard Rock, Heavy y más, no tiene un sonido pleno Gibson Les paul, pese a tener pastillas de la marca.
Estética final.
Terminada la parte sonora, con estupendos resultados, pensé que la guitarra era lo suficientemente buena y atractiva como para mandarle a hacer unos últimos toques.
Se la llevé al luthier de confianza y mi encargo fue tal como sigue:
-Quiero que le instales clavijas Grover de estilo media luna, en lugar de las de campana.
-Quiero que tintes el diapasón de oscuro para que se parezca algo al ébano de las originales.
-Quiero que añadas un taquito de madera sobre la tuerca del alma, sin interferir su funcionamiento claro está, para poder ponerle una tapa Gibson de dos tornillos.
-Y quiero que me simules en la pala el diamante típico de las Les Paul Custom, con un nuevo logo de Tokai más grueso.
Peticiones nada caprichosas, je je.
Bueno, el caso es que el muchacho se puso a ello y tras un tiempo, los resultados fueron satisfactorios. Creo que no hace falta decir mucho más. Las fotos hablan por si mismas. Son detalles estéticos que me gusta ver en ella, y que por el buen resultado sonoro, valió la pena hacerle como remate.
Envejecimiento de la pintura.
Y como broche final, la guitarra ha recibido sesiones de Sol de pocos minutos y rayos ultravioleta para amarillearle un poco la pintura blanca. Que tome un tono algo envejecido. No resulta muy evidente a menos que se compare con un objeto blanco puro a su lado, pero algo ganó, como se ve en la foto de aquí abajo.
Y así termina éste viaje de la Tokai de gama baja que no se conformó y quiso brillar más allá del lugar para el que fue creada.
¡Un saludo!
¿Quieren dar un paseo por la evolución de una modesta guitarra que subió más allá del nivel al que estaba destinada? Aunque ya comenté sobre ella en otro hilo, quería hacerle una review final con los cambios definitivos, que son varios y diversos.
La compra.
En el año 2017 pude ver de cerca y probar un par de modelos Tokai de la gama fabricada en China. Me resultaron sorprendentemente correctas e interesantes, por lo que no tardé en hacerme con el modelo ALC, que imita a una Gibson Les Paul Custom blanca. Era un instrumento muy bien terminado, con los típicos detalles decorativos de la original de Gibson, aunque con materiales de imitación, como es lógico deducir por la diferencia de precios.
Primera modificación.
Tras probarla unos días en casa (cambiándole de entrada las perillas de volumen y tono por unas de tipo "sombrero"), llegué a la conclusión de que necesitaba un cambio de pastillas (esto incluso me lo comentaron en la tienda, como una mejora a tener en cuenta). Las de fábrica no estaban mal, pero viendo que la guitarra estaba muy bien construida, valía la pena ese cambio para empezar.
Elegí un set de pastillas Seymour Duncan Slash alnico II, en acabado cebra, y al llevarla a la tienda para que se las instalasen, el luthier decidió de paso mejorar el cableado y la electrónica.
El cambio dio sus frutos de forma inmediata. El sonido mejoró apreciablemente y ganó más garra, cosa que me interesaba mucho.
Cambio de herrajes.
Por algún motivo, los herrajes dorados acaban aburriendome, de modo que el siguiente paso fue mandarle a cambiar todo a cromado, con puente y cordal de la marca Wilkinson y clavijas Kluson.
También le cambié la tapa de la tuerca del alma por una tipo Epiphone con forma de campana.
Segundo cambio de pastillas.
Puesto que otras de mis guitarras recibieron cambios de componentes, al final me encontré con un juego de pastillas Gibson Burstbucker pro sueltas, por lo que por motivos estéticos, al ser negras, me atraían más en el blanco de la Tokai. Se le instalaron, revelando poca diferencia sonora con respecto a las Seymour Duncan anteriores. Eso sí, a pesar de alguna errónea apreciación por mi parte en el anterior hilo, aclaro que aunque la guitarra suena muy bien para Hard Rock, Heavy y más, no tiene un sonido pleno Gibson Les paul, pese a tener pastillas de la marca.
Estética final.
Terminada la parte sonora, con estupendos resultados, pensé que la guitarra era lo suficientemente buena y atractiva como para mandarle a hacer unos últimos toques.
Se la llevé al luthier de confianza y mi encargo fue tal como sigue:
-Quiero que le instales clavijas Grover de estilo media luna, en lugar de las de campana.
-Quiero que tintes el diapasón de oscuro para que se parezca algo al ébano de las originales.
-Quiero que añadas un taquito de madera sobre la tuerca del alma, sin interferir su funcionamiento claro está, para poder ponerle una tapa Gibson de dos tornillos.
-Y quiero que me simules en la pala el diamante típico de las Les Paul Custom, con un nuevo logo de Tokai más grueso.
Peticiones nada caprichosas, je je.
Bueno, el caso es que el muchacho se puso a ello y tras un tiempo, los resultados fueron satisfactorios. Creo que no hace falta decir mucho más. Las fotos hablan por si mismas. Son detalles estéticos que me gusta ver en ella, y que por el buen resultado sonoro, valió la pena hacerle como remate.
Envejecimiento de la pintura.
Y como broche final, la guitarra ha recibido sesiones de Sol de pocos minutos y rayos ultravioleta para amarillearle un poco la pintura blanca. Que tome un tono algo envejecido. No resulta muy evidente a menos que se compare con un objeto blanco puro a su lado, pero algo ganó, como se ve en la foto de aquí abajo.
Y así termina éste viaje de la Tokai de gama baja que no se conformó y quiso brillar más allá del lugar para el que fue creada.
¡Un saludo!