Alimaña inmunda, sicario de una ideología sin ideas, aborto de una revolución que se ocupó de todo menos de ilustrar tu entendimiento, pues hasta de eso careces.
Amigo de la palmadita en el hombro y del puñal en la espalda, baboso manipulador de la propaganda en el altavoz de tus comparsas. Director resentido y ambicioso de subterfugios rastreros que atentan contra la dignidad de lo humano. ¿Quién pagará tus favores adoratriz de chaperos? Eterno segundón, estás henchido de bilis ante la constatación de tu propia incompetencia. Con la misma facilidad con que te envainas un sable en el ciego orto de tu grumoso cuerpo, vomitas en la cara de tus semejantes el nauseabundo hedor de la maldad que te corroe. Patético hijo de meretriz portuaria ¿cómo saber si esa inquina se la tienes a tu padre si no lo conociste? Sirves al mejor postor con tu aliento de ponzoña pues por un momento te ves grande y poderoso, porque es el único orgasmo que deleita tu impotencia, que satisface tu malsana sed de notoriedad y colma tus ansias de envidiosa venganza, pero llegará el día.
Llegará el día en que unos fríos grilletes priven de movimiento tus muñecas ¿Quién te creíste que eras pequeño eructo de mono? ¿Quién, materialización de la nausea? Ese día, yo estaré gozoso de ver como te orinas encima cuando, en el postrer momento, caigas en la cuenta de que deberás pagar por tus crímenes. Porque, como todos los que se escudan en sus ideas para hacer el mal, eres también cobarde.
Entonces, solo entonces cínico malnacido, un monótono eco resonará dentro de tu cabeza: Eres un mierda, eres un mierda, eres un mierda...
¡¡¡ufff, que a gusto me he quedao!!!