Espero ansioso el siguiente capítulo:brindis:
Guía definitiva para guitarristas
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coincido punto por punto en todo lo que has dicho...si a mi cuando me vendrieron mi primera guitarra (una STAGG!!!!)el tio empezo: ''si, bueno, es una replica de una fender stratocaster original, la verdad es que esta muy bien construida'' y demas parafernalia.....y yo con cara de.....ah....pues vale
saludos!!
saludos!!
Buenas tardes
En esta tercera entrega del curso para guitarristas, herreros y gunitadores vamos a hablar de los manuales.
Así, en general.
Si recuerdan bien, en nuestro último capítulo dejamos a nuestro héroe desconcertado ante la “salvajá” de ruidos extraños que hacía su flamante y recién estrenada guitarra. Achacándolo a su falta de pericia (craso error, porque si la persona es la misma, la pericia no varía, y sin embargo, del tocadiscos sí que saca música, lo que demuestra que el problema no está en el ejecutante, sino en el aparato), creyó encontrar la solución definitiva en el manual que tan graciosamente acompañaba a su “pak de principiante”.
Pobre iluso.
El manual, como casi todos, consta de un número indeterminado de páginas, que van desde las cuatro a las cuatrocientas. Las primeras cien o ciento cincuenta se dedican exclusivamente a contarnos la historia de la guitarra y los diferentes estilos que con ella se pueden interpretar: que si el blues lo inventaron los negritos mientras recogían algodón, que si el rocanrol es un blues evolucionado, que si esto, que si lo otro.
¿Y a mí que me importa?.
De hecho, estas páginas sobre la historia, no las lee nadie, de entrada. Todo el mundo se salta esos capítulos por varias razones: porque nos creemos los reyes del mambo, y “¿qué me va a explicar a mí de música un manual de guitarra, si soy un puto experto?”, porque lo que queremos es tocar Estargüai to Jiven esa misma tarde, porque sabemos que todo manual empieza con una serie de chorradas que no son necesarias y si no, el manual de vuestro equipo de música; sí, ese que tampoco leísteis porque no era necesario, porque controlamos, porque conocemos perfectamente la diferencia entre Loudness y Ex Bass, porque los controles tampoco son tan diferentes del viejo, total… On, Off, Volume… ¿pa qué más?. Recordad, digo, ese manual, que, con el tiempo, sí, nos vimos obligados a consultar, porque no había manera de memorizar las emisoras de radio, o por que el CD se ponía en “chufle”, “random”, o como quieran llamarle cuando le salía de los mismísimos. Ese manual que dedicaba casi la mitad de sus páginas a explicarnos que era peligroso juguetear en el interior del aparato con un destornillador entre los dientes, descalzos y recién salidos de la ducha, o que cuando ya no lo quisiéramos, no lo tirásemos a la basura, que hay puntos de reciclaje, o a explicarnos el contenido de la caja… ¿qué pasa, que soy ciego, o qué?. El contenido de la caja ya lo veo cuando la abro, y si estoy leyéndolo, igual ya la he abierto, ¿no?.
Pues el manual de la guitarra, lo mismo. Después de explicarnos la historia del blues, y de cómo Jimi Hendrix se despeinó un día sin querer al mordisquear un cable y se inventó fox trox acelerao, nos explica, con pelos y señales, las diferencias entre la guitarra eléctrica y la española. Con bonitas imágenes, eso sí, de ambas. Aparecen ahí nombres tan graciosos como “cejuela”, con una flecha debajo que señala hacia un punto indeterminado, que bien puede ser una parte del mástil, de la mano del que lo sujeta, o de la sonrisa de la señora de la limpieza, que, mira tú por donde, se coló en la foto. Eso, cuando es foto, porque la mayoría de las veces son unos dibujos que parecen sacados de la enciclopedia Vida y Color, edición 1.969; ¿tanto cuesta renovar unos dibujos?.
En fin, que entre unas cosas y otras, lo que acaban explicándonos es que la principal diferencia entre la guitarra española y la eléctrica es que esta última, se enchufa. Cojonudo. Y con eso se han “jincado” ya medio manual.
Luego viene la parte “práctica”, con ejercicios fáciles que “harán de usted un virtuoso en sólo 16 sencillas lecciones”. ¡Y sin necesidad de saber música!.
Y, como en los anuncios de la tele tienda, aplaudimos hasta las orejas.
El misterio empieza a aclararse enseguida: lo que ellos llaman “sin necesidad de saber música” en realidad es “sin necesidad de saber solfeo”.
Y lo solucionan con las tablaturas.
Vamos a ver… El solfeo es jodido de narices, porque se escribe en cinco líneas, y tienes que estar contando todo el rato para ver en qué línea está la nota… ¿y la solución fácil es leer sobre seis?... ¡si no me aclaraba con cinco!. Además, estos tíos dan por supuesto que yo no sé distinguir una redonda de una semi corchea; vale, lo admito: no sé, pero, ¿quién les asegura que se distinguir un tres de un nueve?. ¡A lo mejor tampoco me sé los números!.
Pero da igual, porque tarde o temprano (más bien temprano), aparecerán graciosísimas notas en que te recomiendan saber solfeo ¿¿¿¿¿????? Porque, claro, los números te dicen la nota que has de tocar, pero… ¿y la duración?, ¿y la intensidad?, ¿y los silencios?.
Para solucionar estos pequeños detalles, empiezan a añadir simbolitos, números más pequeños entre paréntesis, rayitas arriba y debajo de los números, crucecitas, ceros… Total, que al final dices.. ¿no sería más fácil aprender solfeo de una puñetera vez, y al menos, aunque no aprenda a tocar la guitarra, podré sacar de apuros al crío cuando venga de la escuela ensayando “Frere yaques” con la flauta dulce? (y paso de meterme en berenjenales de porqué coño la llaman dulce… ¿es que hay flautas saladas?, ¿o amargas?. Ya he dicho que paso.
Con todo, las primeras tablaturas son fáciles, porque consisten en 1-2-3-4 sobre la primera cuerda, para que “los dedos vayan cogiendo soltura”.
En la siguiente página te ponen una escala, en la que ya intervienen todas las cuerdas, y en la siguiente pasamos directamente a un “riff” en el que, si haces caso de lo que pone allí (y es lo que pone, sin más explicaciones ni nada), deberíamos poner el primer dedo en el segundo traste de la tercera cuerda, el segundo dedo en el cuarto traste de la quinta cuerda y el tercer dedo en el duodécimo traste. Aquí la cuerda no importa, porque vas a tocar todo menos una nota, ya te lo digo.
Te mosqueas, normal, y lees un poco más adelante, a ver si lo aclaran. Y sin caérseles la cara de vergüenza, lo aclaran, efectivamente. Lo hacen con una frase que pretende ser animosa y esclarecedora al tiempo:
“Y recuerda: lo importante es practicar, practicar y practicar”.
¡Toma!. Y para jugar al futbol. Y para cocinar. Y para todo. Para ese viaje no hacían falta alforjas, amigo.
A veces, al final, otras veces al principio, viene una simpática tabla con los doscientos o trescientos acordes más comunes. Suelen venir en unos dibujos pequeñísimos, en los que siempre hay una errata, pero como son trescientos, nadie lo va a mirar, porque en realidad, todo el mundo sabe que el fa es imposible de hacer, que siempre hay una cuerda que suena “poc, poc”, por mucho que aprietes ayudándote de otro dedo.
Nada de esto importa: seguirás pensando que la culpa es tuya, o que el manual no es el adecuado, pero que debe haber otro mejor, más claro. Y compraremos otro manual, en el que jamás confesarán la verdad (me remito a anteriores capítulos de esta guía definitiva). En el fondo, lo que pretenden es hacer negocio. Primero, con la guitarra, y luego, vendiéndote manuales nuevos… ¡Y ni siquiera traen el Romance Anónimo, o el Noche de Paz!. Pero vamos a ver… Si Gaspar de Luz ya hizo el mejor manual de guitarra de todos los tiempos… ¿para qué sirven todos los demás?. Vale… Quizás no fuera un manual muy roquero, pero total, para lo que vamos a acabar haciendo… ¿qué más daba?.
Y hasta aquí esta entrega… Omito hablar de escalas dóricas y corintias, porque esa tomadura de pelo ya me parece excesiva.
Hasta pronto!
En esta tercera entrega del curso para guitarristas, herreros y gunitadores vamos a hablar de los manuales.
Así, en general.
Si recuerdan bien, en nuestro último capítulo dejamos a nuestro héroe desconcertado ante la “salvajá” de ruidos extraños que hacía su flamante y recién estrenada guitarra. Achacándolo a su falta de pericia (craso error, porque si la persona es la misma, la pericia no varía, y sin embargo, del tocadiscos sí que saca música, lo que demuestra que el problema no está en el ejecutante, sino en el aparato), creyó encontrar la solución definitiva en el manual que tan graciosamente acompañaba a su “pak de principiante”.
Pobre iluso.
El manual, como casi todos, consta de un número indeterminado de páginas, que van desde las cuatro a las cuatrocientas. Las primeras cien o ciento cincuenta se dedican exclusivamente a contarnos la historia de la guitarra y los diferentes estilos que con ella se pueden interpretar: que si el blues lo inventaron los negritos mientras recogían algodón, que si el rocanrol es un blues evolucionado, que si esto, que si lo otro.
¿Y a mí que me importa?.
De hecho, estas páginas sobre la historia, no las lee nadie, de entrada. Todo el mundo se salta esos capítulos por varias razones: porque nos creemos los reyes del mambo, y “¿qué me va a explicar a mí de música un manual de guitarra, si soy un puto experto?”, porque lo que queremos es tocar Estargüai to Jiven esa misma tarde, porque sabemos que todo manual empieza con una serie de chorradas que no son necesarias y si no, el manual de vuestro equipo de música; sí, ese que tampoco leísteis porque no era necesario, porque controlamos, porque conocemos perfectamente la diferencia entre Loudness y Ex Bass, porque los controles tampoco son tan diferentes del viejo, total… On, Off, Volume… ¿pa qué más?. Recordad, digo, ese manual, que, con el tiempo, sí, nos vimos obligados a consultar, porque no había manera de memorizar las emisoras de radio, o por que el CD se ponía en “chufle”, “random”, o como quieran llamarle cuando le salía de los mismísimos. Ese manual que dedicaba casi la mitad de sus páginas a explicarnos que era peligroso juguetear en el interior del aparato con un destornillador entre los dientes, descalzos y recién salidos de la ducha, o que cuando ya no lo quisiéramos, no lo tirásemos a la basura, que hay puntos de reciclaje, o a explicarnos el contenido de la caja… ¿qué pasa, que soy ciego, o qué?. El contenido de la caja ya lo veo cuando la abro, y si estoy leyéndolo, igual ya la he abierto, ¿no?.
Pues el manual de la guitarra, lo mismo. Después de explicarnos la historia del blues, y de cómo Jimi Hendrix se despeinó un día sin querer al mordisquear un cable y se inventó fox trox acelerao, nos explica, con pelos y señales, las diferencias entre la guitarra eléctrica y la española. Con bonitas imágenes, eso sí, de ambas. Aparecen ahí nombres tan graciosos como “cejuela”, con una flecha debajo que señala hacia un punto indeterminado, que bien puede ser una parte del mástil, de la mano del que lo sujeta, o de la sonrisa de la señora de la limpieza, que, mira tú por donde, se coló en la foto. Eso, cuando es foto, porque la mayoría de las veces son unos dibujos que parecen sacados de la enciclopedia Vida y Color, edición 1.969; ¿tanto cuesta renovar unos dibujos?.
En fin, que entre unas cosas y otras, lo que acaban explicándonos es que la principal diferencia entre la guitarra española y la eléctrica es que esta última, se enchufa. Cojonudo. Y con eso se han “jincado” ya medio manual.
Luego viene la parte “práctica”, con ejercicios fáciles que “harán de usted un virtuoso en sólo 16 sencillas lecciones”. ¡Y sin necesidad de saber música!.
Y, como en los anuncios de la tele tienda, aplaudimos hasta las orejas.
El misterio empieza a aclararse enseguida: lo que ellos llaman “sin necesidad de saber música” en realidad es “sin necesidad de saber solfeo”.
Y lo solucionan con las tablaturas.
Vamos a ver… El solfeo es jodido de narices, porque se escribe en cinco líneas, y tienes que estar contando todo el rato para ver en qué línea está la nota… ¿y la solución fácil es leer sobre seis?... ¡si no me aclaraba con cinco!. Además, estos tíos dan por supuesto que yo no sé distinguir una redonda de una semi corchea; vale, lo admito: no sé, pero, ¿quién les asegura que se distinguir un tres de un nueve?. ¡A lo mejor tampoco me sé los números!.
Pero da igual, porque tarde o temprano (más bien temprano), aparecerán graciosísimas notas en que te recomiendan saber solfeo ¿¿¿¿¿????? Porque, claro, los números te dicen la nota que has de tocar, pero… ¿y la duración?, ¿y la intensidad?, ¿y los silencios?.
Para solucionar estos pequeños detalles, empiezan a añadir simbolitos, números más pequeños entre paréntesis, rayitas arriba y debajo de los números, crucecitas, ceros… Total, que al final dices.. ¿no sería más fácil aprender solfeo de una puñetera vez, y al menos, aunque no aprenda a tocar la guitarra, podré sacar de apuros al crío cuando venga de la escuela ensayando “Frere yaques” con la flauta dulce? (y paso de meterme en berenjenales de porqué coño la llaman dulce… ¿es que hay flautas saladas?, ¿o amargas?. Ya he dicho que paso.
Con todo, las primeras tablaturas son fáciles, porque consisten en 1-2-3-4 sobre la primera cuerda, para que “los dedos vayan cogiendo soltura”.
En la siguiente página te ponen una escala, en la que ya intervienen todas las cuerdas, y en la siguiente pasamos directamente a un “riff” en el que, si haces caso de lo que pone allí (y es lo que pone, sin más explicaciones ni nada), deberíamos poner el primer dedo en el segundo traste de la tercera cuerda, el segundo dedo en el cuarto traste de la quinta cuerda y el tercer dedo en el duodécimo traste. Aquí la cuerda no importa, porque vas a tocar todo menos una nota, ya te lo digo.
Te mosqueas, normal, y lees un poco más adelante, a ver si lo aclaran. Y sin caérseles la cara de vergüenza, lo aclaran, efectivamente. Lo hacen con una frase que pretende ser animosa y esclarecedora al tiempo:
“Y recuerda: lo importante es practicar, practicar y practicar”.
¡Toma!. Y para jugar al futbol. Y para cocinar. Y para todo. Para ese viaje no hacían falta alforjas, amigo.
A veces, al final, otras veces al principio, viene una simpática tabla con los doscientos o trescientos acordes más comunes. Suelen venir en unos dibujos pequeñísimos, en los que siempre hay una errata, pero como son trescientos, nadie lo va a mirar, porque en realidad, todo el mundo sabe que el fa es imposible de hacer, que siempre hay una cuerda que suena “poc, poc”, por mucho que aprietes ayudándote de otro dedo.
Nada de esto importa: seguirás pensando que la culpa es tuya, o que el manual no es el adecuado, pero que debe haber otro mejor, más claro. Y compraremos otro manual, en el que jamás confesarán la verdad (me remito a anteriores capítulos de esta guía definitiva). En el fondo, lo que pretenden es hacer negocio. Primero, con la guitarra, y luego, vendiéndote manuales nuevos… ¡Y ni siquiera traen el Romance Anónimo, o el Noche de Paz!. Pero vamos a ver… Si Gaspar de Luz ya hizo el mejor manual de guitarra de todos los tiempos… ¿para qué sirven todos los demás?. Vale… Quizás no fuera un manual muy roquero, pero total, para lo que vamos a acabar haciendo… ¿qué más daba?.
Y hasta aquí esta entrega… Omito hablar de escalas dóricas y corintias, porque esa tomadura de pelo ya me parece excesiva.
Hasta pronto!
hahah la parte que me mata :::
- Esta sale por unos setecientos euros. Está muy bien. Y tiene pastillas flotantes.
¡Raaasss!
Ahí es dónde tú das un salto para atrás. ¿Pastillas flotantes?. ¿Cómo el camello del barrio?. De ahí el precio, claro… Unas pastillas que te hacen flotar, acompañadas de una buena guitarra… No digo yo que no sea un fiestón. Pero queremos ir paso a paso: primero, aprenderemos a tocar la guitarra, lo de las drogas, la fama y todo eso, vendrá luego.
- Esta sale por unos setecientos euros. Está muy bien. Y tiene pastillas flotantes.
¡Raaasss!
Ahí es dónde tú das un salto para atrás. ¿Pastillas flotantes?. ¿Cómo el camello del barrio?. De ahí el precio, claro… Unas pastillas que te hacen flotar, acompañadas de una buena guitarra… No digo yo que no sea un fiestón. Pero queremos ir paso a paso: primero, aprenderemos a tocar la guitarra, lo de las drogas, la fama y todo eso, vendrá luego.
deberíamos poner el primer dedo en el segundo traste de la tercera cuerda, el segundo dedo en el cuarto traste de la quinta cuerda y el tercer dedo en el duodécimo traste. Aquí la cuerda no importa, porque vas a tocar todo menos una nota, ya te lo digo.
Esa parte, y la del fa que es imposible de hacer, me hicieron morir de la risa jajajajajajajajajajajajaj muy bueno, esperando proximas entregas!
Esa parte, y la del fa que es imposible de hacer, me hicieron morir de la risa jajajajajajajajajajajajaj muy bueno, esperando proximas entregas!
Jajajajajajaj, muy bueno, posta uno se siente muy identificado con algunas situaciones... A partir de que el FA es imposible uno ya mira con desprecio a todos los acordes que requieren cejilla, o de que si algo no te sale bien lo primero es echarla la culpa al equipo, ya sea la viola, el ampli, las cuerdas o la púa incluso :P
Me hiciste acordar hace un par de meses estaba probando una pedalera en una casa de música mientras llega un chico a comprar su primera guitarra, se acerca al vendedor y le dice:
- Hola, ¿quería comprar una guitarra eléctrica?
- Ok, ¿tenés algo visto? ¿alguna marca en particular?
- Yyyy, es para empezar, deme una más o menos...
(Para este momento la cara del vendedor fue épica)
- Mmmmm, una más o menos... bueno, vamos a ver...
(El chabón se moría de risa por dentro, pero no podía arriesgarse a perder un cliente)
- Y si, es para empezar...
La verdad que los vendedores son bastante forros, pero si te aparecés y a duras penas podés diferenciar una guitarra de un piano no vas por un buen camino...
Un saludo, y espero ver más entregas!
Me hiciste acordar hace un par de meses estaba probando una pedalera en una casa de música mientras llega un chico a comprar su primera guitarra, se acerca al vendedor y le dice:
- Hola, ¿quería comprar una guitarra eléctrica?
- Ok, ¿tenés algo visto? ¿alguna marca en particular?
- Yyyy, es para empezar, deme una más o menos...
(Para este momento la cara del vendedor fue épica)
- Mmmmm, una más o menos... bueno, vamos a ver...
(El chabón se moría de risa por dentro, pero no podía arriesgarse a perder un cliente)
- Y si, es para empezar...
La verdad que los vendedores son bastante forros, pero si te aparecés y a duras penas podés diferenciar una guitarra de un piano no vas por un buen camino...
Un saludo, y espero ver más entregas!
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