Un locuron. 3 horas de show. Sin trampa ni cartón. Escenario sencillo, sin florituras, nada de ganarte por los ojos para colarte un sonido pobre con espectáculo visual. 17 musicazos en el escenario, sincronizados como un puto reloj, y un señor de 73 años que entra al escenario, se acerca a su micro y tras un “Buenas noches Barcelona, buenas noches Cataluña, One, two, one, two, three, four…” te larga 3 horas de show casi sin parar y sin flojear, rock, blues, a ratos gospel, algún ramalazo de folk americano, y para terminar encadena 5 o 6 temazos, luego despide del escenario a toda esa bandaza, uno por uno, y se queda solo con la acústica para despedirse.
Una auténtica locura, yo ya le había visto antes en Madrid, pero el viernes cuando salí del concierto, volví a recordar porque a este tipo se le llama “The Boss”.