'Pancho de mierda: ¡vete de aquí!', le dijeron a colombiano víctima de agresión xenófoba en España
"Nunca pensé que me fuera a pasar a mí", dice Hernán Alonso con las secuelas de la paliza que recibió el viernes, cuando trabajaba en Fuenlabrada, una zona de Madrid.
Con los ojos hinchados, una mano entablillada y varios cortes, todavía le cuesta creer que fue víctima de una agresión en España, donde nunca había sido maltratado en los ocho años que lleva de residencia.
Hernán Alonso, un manizalita criado en Medellín, es asesor de Tecnocasa, una inmobiliaria conocida en este país. Se disponía a dejar algunas cartas en los buzones de los habitantes de un edificio, al que ya había ido varias veces, cuando llegó un muchacho con la llave del portal y le dijo que no podía permitirle el acceso. Le explicó que habían sido objeto de un robo y que sólo podría entrar si alguien le abría la puerta con el citófono. Hernán timbró de nuevo y un vecino le abrió, como tantas otras veces había sucedido.
Tan pronto llegó a la recepción del edificio, el joven se abalanzó contra él por la espalda, le atenazó el cuello y comenzó a golpearlo, mientras profería frases xenófobas. "Quedé pasmado", cuenta Alonso. "Solo atinaba a protegerme y, como pude, me acerqué a la puerta". Fue entonces cuando el agresor lo empujó contra el portal de cristal. Hernán la rompió con el golpe de la cabeza y se cortó en varios puntos de la cara y las manos.
Ensangrentado, salió. El muchacho le seguía gritando una frase reiterativa: "Pancho de mierda: vete de aquí; si te vuelvo a ver, te mato".
Pancho es un término peyorativo para designar a los suramericanos en España. Los panchitos son una especie de frutos secos comparables al maní. "Me han explicado que para los españoles todos los latinoamericanos somos tan parecidos unos a otros como los panchitos", dice Alonso.
Algunas personas que pasaban por ahí, una vecina y el dueño de una tienda le ayudaron a Alonso y llamaron a la policía. Antes de que llegara, el agresor salió de nuevo con su perro. "Me miró desafiante y se fue", dice Hernán.
Cuando la patrulla lo llevaba hacia el hospital, Alonso reconoció al joven y se lo señaló a la policía. Llamaron otro carro de apoyo y lo detuvieron.
Tras la atención médica que recibió en urgencias, los agentes recogieron a Alonso en el hospital y lo llevaron a poner la denuncia. Tres días después aún no se repone de las heridas.
Efectos psicológicos
"Los efectos físicos, que son muchos porque parece que Hernán llevara gafas oscuras pero sin tenerlas, son menores que los psicológicos", dice su íntimo amigo y compatriota Juan Carlos Camacho. "Está atemorizado y esta agresión lo hunde", agrega.
Camacho no se explica las razones que pudieron a llevar al agresor a actuar de una manera tan violenta. "Hernán es muy conocido en Fuenlabrada, el barrio donde vivo, y todo el mundo lo quiere. Es habitual verlo con vestido y corbata cumpliendo con su trabajo de casa en casa".
Un medio local atribuyó la paliza al miedo a la inseguridad que podría generarse con la crisis y a la relación que establecen muchos españoles entre delincuencia e inmigración. Alonso desecha esa posibilidad.
"Me identifiqué como trabajador de Tecnocasa y le mostré mi portafolio" -dice-. "Seguí sus indicaciones de entrar sólo si alguien me abría por el citófono o telefonillo. Si hubiera sido por miedo a la inseguridad no me habría lanzado insultos xenófobos".
Hernán Alonso vive en el barrio madrileño de Leganés con su esposa colombiana y su pequeño hijo, que nació en Madrid. Y espera que el niño crezca en una sociedad tranquila, donde haya espacio para todos.
MADRID
JUANITA SAMPER OSPINA
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
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¿Qué tan comunes son estos sucesos en españa?