En mis tiempos más jóvenes y rockeros, tuve durante 7 años una ESP Horizon FRII con Floyd Original, comprada en 2007 si no recuerdo mal. Era una superstrato de aliso, con tapa de arce rizado arqueada, mástil de arce duro de 3 piezas, diapasón de ébano, neck thru y 24 trastes. Vamos, casi todo lo que no compraría hoy día
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Esa guitarra no se desafiaba NUNCA. Insisto, hablo de forma literal.
Recuerdo un verano de cuando aún hacía orquesta, en el que le hice a esa guitarra 20 bolos en agosto y otros 20 en septiembre. Le puse cuerdas nuevas para la primera tanda de 20 conciertos, afiné, estiré, ajusté y no volví a afinarla hasta la siguiente tanda de 20 conciertos en la que puse otras cuerdas nuevas. De vez en cuando revisaba la afinación porque me parecía increíble que no se desafinara, pero efectivamente no lo hacía, ni un micro ajuste, cero. Eso sí, las cuerdas siempre las limpiaba y mimaba para que durasen en un estado aceptable.
Todo esto teniendo en cuenta las condiciones en las que discurren los conciertos de orquesta, en los que puedes empezar una prueba de sonido a 40ºC y terminar de madrugada a 15ºC tranquilamente. Además que en aquella época, cuando tocaba esos temas de rock le daba mucha caña al tremolo, con todo el catálogo de truquitos heavys que me sabía. Uno, fan de Dimebag Darrel
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Un Floyd Rose bien ajustado es simplemente perfecto en cuanto a afinación. ¿Cuál es la desventaja, a mi juicio? Que suena fatal, rompe toda la resonancia del instrumento, y además tardas el doble de tiempo en ajustarlo cuando tienes que hacer algún cambio.