Pues hablando de lecturas repudiadas, hay una a la que le tengo una especial aversión: Los Renglones Torcidos de Dios. Allá por donde voy veo excelentes críticas de este libro y a mí me pareció una de las mayores mierdas que ha pasado por mis manos. No en vano os voy a dejar por aquí una feroz crítica que le hice para subirla a una web en la que, curiosamente, no me permitieron editar el escrito (^^). Espero que no se ofendan aquellos a los que sí gusto el libro y tengan en cuenta que el siguiente escrito fue efectuado nada más acabar su lectura, con lo cual estaba bastante iracundo.
Crítica a "Los renglones torcidos de Dios":
"He de admitir que me he visto sobrepasado por las críticas anteriores a este libro. Son 51, lo sé porque las he contado. Una a una. Y a medida que avanzaba la sangre me hervía en las venas cada vez más. 51 "lectores" cuya opinión de este "libro" es no sólo favorable, sino que en ocasiones llega a ser tildado de "excelente" u "obra maestra". Tal ha sido mi indignación que me he decidido a exponer mi opinión para que, al menos, si un incauto internauta llega a parar a estos lares, pueda saber que no todo el mundo opina que este libro es maravilloso, sino más bien al contrario.
Antes de nada, admito que el primer error que nadie ha cometido aquí ha sido el mío. En cuanto vi "9ª edición" en la portada tendría que haberlo devuelto inmediatamente a la biblioteca municipal de la nunca debió salir. ¡Y no fue el único que cometí! Obnubilado por la pertenencia del señor Luca de Tena a la RAE, por mi condición de estudiante de psicología (dada la temática del libro podría llegar a ser interesante) y por su estancia en un psiquiátrico (con lo cual se le presuponía cierto rigor) me olvidé de que era un periodista, no un literato al uso, ni siquiera un pensador. La operación está clara: Periodista + elevado número de ediciones (que además se anuncian convenientemente en la portada como reclamo)= Mediocridad. Iba a decir basura, pero así queda más fino.
Algunos todavía se cuestionarán "por qué"; el motivo por el cual este libro es pésimo. Otros simplemente tendrán una opinión tan parcial y arragaida del libro que no se avendrán a contemplar sus defectos. Desgraciadamente, tanto para los unos como para los otros, no puedo ser tan minucioso como me gustaría (tendría que releer el libro, algo que obviamente ni se me pasa por la cabeza, y sacar petróleo de cada una de las líneas que ha emborronado sobre el papel este personaje con nombre de monje del medievo); de todas formas enumeraré algunos de los que me vienen a la mente.
Uno de ellos es recurrente cual pesadilla y no te deja leer en paz. A lo largo del libro se da un peloteo tan empalagoso y desvergonzado al personaje protagonista (que no es otra cosa que un remedo del autor hecho mujer, y aún encima atractiva) que la palangana más grande del mundo quedaría pequeña para contener el vómito que este suceso provoca. Todos y cada uno de los personajes excepto uno o dos (los "malos" de la película) no hacen más que elogiar la inteligencia, belleza y encanto de la protagonista. Médicos, enfermeras, enfermos, hijos de médicos, visitantes fortuitos del manicomio, etc... Todos hacen algún comentario a las incomparables dotes de Alice Gould y la veneran como a una diosa. Los diálogos que se dan en las "sesiones de psicoanálisis" con el doctor Arellano son puro chiste. El autor (disfrazado de Alice) nos contamina con sus reflexiones de patio de colegio que hace pasar por profundas y a las cuales el médico contesta maravillado por su intelecto. Claro, oh Don Torcuato, ¿cómo no sentirnos extasiados por su capacidad mental? Y aunque no lo notáramos, ya está usted para recordárnoslo mediante los Arellano, Urquieta, Castell, etc... Qué carencia de sutileza, qué falta de tacto y humildad. Sólo un individuo hambriento de reconocimiento y deficiente en cuanto a lecturas o en cuanto a la comprensión de las mismas podría escribir algo así. Como testimonio de ello quedan su charlatanería y las bobadas que dice acerca del arte o el silencio. Bobadas éstas, que afirma no haber leído en otras partes; algo absolutamente lógico teniendo en cuenta la naturaleza de las mismas. Y entre reflexión y reflexión, entre tontería y tontería (dada la planicie intelectual que evidencia con cada palabra y argumento que esgrime); ¿qué hay? ¡¡Un comentario de admiración intelectual!! No faltaría más. Para muestra un botón:
(La protagonista arguye que el silencio no existe porque aunque uno se retire al bosque más alejado, o al lugar más recóndito siempre existirá el sonido de un árbol, un pájaro, o del mismo viento que romperá dicho silencio. La protagonista interrumpe su discurso). El doctor replica:
"-No se interrumpa, señora. Estoy embobado escuhándola."
(La mujer sigue su perorata). El médico vuelve a contestar ante sus argumentos:
"-Después de sus admirables palabras sobre el silencio, respéteme usted, señora de Almenara, que me recree recordándolas."
(Y más tarde...)
"-Bien, señora de Almenara. Es usted una mujer... "modélica"... ¡Qué expresión más torpe! Es usted una mujer admirable; ésa es la palabra: digna de admiración, y con una personalidad cautivadora. Me siento realmente satisfecho de haberla conocido. Sólo lamento... el sitio... y la ocasión."
(Conviene recordar que en ese momento la protagonista es una paciente sospechosa de paranoia en su primer contacto con el médico, con lo que las respuestas del susodicho son, si cabe, menos comprensibles desde un punto de vista realista) Y aún hay más comentarios, del tipo:
"-No me enfado con usted, Alicia, sino con el hecho de que... sea tan perfecta y que a pesar de ello... ¡Bien! ¡Me callo! Algún día se lo diré."
Todo esto en menos de dos páginas. Y eso que el libro acaba de comenzar en este punto (página 80 de las 457). Imagínense el resto. ¿Este era el tipo de veracidad que buscaba el autor al internarse en un psiquiátrico? ¿Serán así de descarados en los hospitales psiquiátricos españoles en las primeras entrevistas con los pacientes? En fin...
Me estoy explayando demasiado. Vamos a pasar por alto que el autor del libro da rienda suelta a su ego en cada página, que no sabe escribir, sino que junta palabras, y que sus reflexiones son tan profundas como un charco de carretera. Aún así, siguen los inconvenientes. ¿Sabrá Torcuato Luca de Tena lo que significa cambiar de registro? Seguro que sí lo sabe, pero durante el decurso de la historia, no lo parece. Excepto algún enfermo mental delirante y uno o dos catetos de pueblo, todos los personajes hablan igual. Y eso no es lo peor: no sólo entre sí hablan igual, sino que lo mismo sucede con el narrador. Es imposbile desembarazarse de esto. A cada momento uno se da cuenta de lo extendido que está el uso de la palabra "mas" en lugar de "pero" en la orografía española. Médicos, enfermos y personal sanitario variado, lo emplea recurrentemente y sin pudor (amén del autor, que se revuelca en ella), y lo mismo sucede con los "sentóse", "lavóse las manos" o "preocupóse", también de uso común, como todos sabemos. Da lo mismo quien hable, durante toda la novela es imposible dejar atrás la sensación de que tras cada palabra se esconde el autor, algo que deja desnudos y sin identidad a los personajes. Esa percepción se ve acentuada con los "múltiples" motes que tiene Alicia, la protagonista. Da igual quién la llame, cada vez lo hará de la forma que le dé la gana: Alicia, Alice, Alice Gould, señora de Almenara, La Almenara (este es el más vergonzoso y redundante de todos)...
Los motes están para designar, de modo que si yo llamo a alguien "Alicia", lo haré casi siempre así; no sucede de esta forma en el libro. El autor, para rehuir las repeticiones y mostrando su inoperancia, cambia aleatoriamente las interpelaciones como le da la gana y sin ningún sentido. A esto cabe sumar los "ingeniosos" apelativos que les pone al resto de enfermos. A un tio que está quieto: el hombre de cera; a una vieja estirada: La duquesa de pitiminí; a una mujer corpulenta; mujer gorila (o algo similar); a un lugar en el que están los residentes peligrosos: la jaula de los leones, etc... y lo más gracioso de todo es que estas palabras son usadas por los médicos también, no sólo por los pacientes. Realismo 100%.
Y hay más y más incongrencias... ¿Cómo se explica que una mujer que sabe con certeza lo que significa "abstruso" e "inefable" no sepa después lo que es "somatizar? ¿Cómo alguien que ha leído un tratado de psiquiatría para hacerse pasar paranoica y que conoce lo que es algo como la "hebefrenia" luego no sabe lo que es la "oligofrenia" (término mucho más básico)? ¿Cómo es posible que un médico haga un diagnóstico serio en que se diga de un paciente que posee una "Personalidad superior"? ¡¡Personalidad superior!! Por amor de Dios... No sólo es un diagnóstico inexistente y digno de risa, sino que oculto, esconde un nuevo halago del autor hacia sí mismo. Dice de la protagonista que tiene una "personalidad superior", que es "altamente cultivada" y que posee un intelecto privilegiado; todo ello basándose en criterios intelectuales y morales que él mismo promueve. No creo que haga falta decir nada más...
Antes de acabar, admitir un par de cualidades positivas que el libro sí tiene. Una de ellas es lo intrincado del argumento. No deja de dar vueltas una y otra vez, cada vez más complejo y enrevesado; y, sin embargo, no deja de ser creíble. En ningún momento se pasa de la raya hacia lo descabellado. La otra "virtud" es que, como muchos mencionan, las páginas se pasan volando. Es adictivo, sí; pero de un modo mórbido. Lo mismo podría estar leyendo este libro que viendo telebasura. Ésta última también hace pasar el tiempo volando; sólo que no puedes alardear de ella lo mismo que si lees un libro de un fulano llamado Torcuato Luca de Tena cuyo nombre es "Los renglones torcidos de Dios". Suena profundo, suena a "yo leo", suena a "soy un ser pensante"; y a todo el mundo le gusta ser eso.
Recomiendo este libro a todos aquellos que quieran "fardar" de algo y ya se hayan terminado el ´"Código da Vinci", y también a los que no tengan ideas propias y quieran hacer suyas éstas, que, siendo malas, están a buen precio; y también a todos aquellos que cansados de leer buena literatura decidan tirar unas cuantas horas de su vida leyendo "esto". No espere más estimado lector, todos sabemos que, cada cierto tiempo, uno se encuentra entre gratas lecturas con un pésimo libro que por sentido literario del deber, hay que leer hasta el final. ¿Para qué buscar más? Cubra su cupo anual con éste y despreocúpese durante un buen tiempo. No se arrepentirá."
La verdad es que tras escribir esto y resarcirme me quedé bastante a gusto xD