¿Qué pudo inducir a Coltrane, una luminaria reconocida en 1963, y con todas las papeletas para seguir creciendo, a pedir a Bob Thiele que contactase con Hartman para grabar un disco juntos?
Yo no lo sé, pero que la idea tenía sentido lo demostró el resultado, uno de los discos más apreciados de la historia de la música.
Hartman, con su bellísima voz, y su nula aproximación al scat, no se terminaba de ver en una grabación con Coltrane, quien por otra parte nunca había grabado como líder con cantantes. Ambos habían pasado por la banda de Gillespie, pero sin coincidir en el tiempo.
Ergo Coltrane había percibido algo en Hartman, y quería probar cosas.
Ante la insistencia de Thiele, productor habitual de muchos discos de Coltrane, Hartman fue una noche a ver al genio y, tras su actuación en un club, estuvieron ensayando cosas, con McCoy al piano.
Llegaron a un acuerdo de temas, y quedaron para grabar el disco en un día, con la banda de Trane como soporte (difícil encontrar otra mejor, e igual de buena, pocas).
Según Hartman, todo se grabó a una sola toma, excepto una canción en la que a Jones se le cayó un palillo, hizo ruido, y se repitió. Posteriormente se han descubierto segundas tomas de todo (era lo habitual, hacer 2-3 tomas y quedarse con la que más gustase, aunque la primera tuviese buena pinta).
De camino al estudio, en un taxi, Hartman escuchó por la radio la versión de Nat King Cole de Lush Life y de inmediato decidió que ese tema debía entrar en la lista, sin duda.
A mi este disco me deja planchao, completamente, de principio a fin, pero si tuviera que señalar un tema, me quedo con este. Armonías complejas, construcción de orfebre. Strayhorn quintaesencial.
y una banda de lujo, con una voz de terciopelo perfectamente acoplada. No te digo que me lo mejores. Iguálamelo.