#1128 Gracias, me alegro de que te haya gustado.
De Paolo Conte, una canción enigmática llena de imágenes sugerentes, de olores, sonidos y un ambiente denso que se funde entre las notas de la orquesta.
Dos notas y el estribillo ya estaba en la piel de aquellos dos
del cuerpo de ella manaban llamaradas africanas, él parecía un cocodrilo...
los saxos se empleaban a fondo como ciclistas gregarios en fuga
y la canción continuaba, cada vez más hundida en el ambiente...
los dos seguían bailando, ella exhalaba hedor a ultramarinos
que le llegaban a él como de una de aquellas droguerías de antaño
que tenían la puerta abierta a la primavera...
alguno estornudaba
el ventilador zumbaba inmenso desde el cielo raso exhausto
los saxos, hipnotizados... del movimiento de ella salía
sonido de goma y barniz, de él de cuero...
las luces punzaban el rostro pequinés de la cajera
que fumaba mentolado, otros estornudaban sin malicia
y la canción proseguía elegante, la orquesta había comenzado, despegaba...
los músicos formaban un todo con el techo y el pavimento
solo el batería en la sombra miraba con ojos malvados
aquellos dos bailaban con brío, una nueva cajera substituía a la primera,
ésta tenía ojos de loba y masticaba "caramelle alascane"
aquella música continuaba, era una canción que decía y no decía
la orquesta se mecía como las palmeras ante una mar venerado...
aquellos dos sabían de memoria a dónde querían llegar...
un quinto personaje dudó
antes de estornudar,
despues se refugió en la nada...
era un mundo adulto,
profesionalmente equivocado...
De Paolo Conte, una canción enigmática llena de imágenes sugerentes, de olores, sonidos y un ambiente denso que se funde entre las notas de la orquesta.
Dos notas y el estribillo ya estaba en la piel de aquellos dos
del cuerpo de ella manaban llamaradas africanas, él parecía un cocodrilo...
los saxos se empleaban a fondo como ciclistas gregarios en fuga
y la canción continuaba, cada vez más hundida en el ambiente...
los dos seguían bailando, ella exhalaba hedor a ultramarinos
que le llegaban a él como de una de aquellas droguerías de antaño
que tenían la puerta abierta a la primavera...
alguno estornudaba
el ventilador zumbaba inmenso desde el cielo raso exhausto
los saxos, hipnotizados... del movimiento de ella salía
sonido de goma y barniz, de él de cuero...
las luces punzaban el rostro pequinés de la cajera
que fumaba mentolado, otros estornudaban sin malicia
y la canción proseguía elegante, la orquesta había comenzado, despegaba...
los músicos formaban un todo con el techo y el pavimento
solo el batería en la sombra miraba con ojos malvados
aquellos dos bailaban con brío, una nueva cajera substituía a la primera,
ésta tenía ojos de loba y masticaba "caramelle alascane"
aquella música continuaba, era una canción que decía y no decía
la orquesta se mecía como las palmeras ante una mar venerado...
aquellos dos sabían de memoria a dónde querían llegar...
un quinto personaje dudó
antes de estornudar,
despues se refugió en la nada...
era un mundo adulto,
profesionalmente equivocado...