Por ejemplo, para el óptimo rendimiento de un amplificador de 100w sería recomendable un altavoz de 60w (redondeando). De esta manera tenemos un altavoz que rinde como debe en un amplificador que nunca va a trabajar a su máxima potencia sin sonar a culo.
Cada fabricante aplica su propia fórmula, pero se aproximan a ese cálculo.