Pues eso, que no puedo parar de escuchar a la gran Big Mama Thornton y a los no menos grandes amigos que la acompañan en este filme norteamericano que me encantaría conseguir. La fiebre del blues entra por las venas y una vez instalada en tu corazón te mantiene enfermo de por vida alterando los latidos de tu corazón al ritmo de esos compases endiabladamente "azules". Aquí no hay guitarras del infierno, esto es BLUES amigos... Que lo disfrutéis.
