Tengo un amigo que tiene un concierto importante y tiene que tocar la obra que estás estudiando. Como está muy ocupado y no tiene tiempo para repasar, me ha preguntado si conozco a alguien que pueda ayudarle. Como tú conoces la obra le he dicho que podrías ayudarle, ¿qué te parece? Mi alumno, entusiasmado dice, ¡claro! ¿qué tengo que hacer?, me dice. Tienes que anotar todo lo que creas necesario para que cuando la lea por primera vez no tenga dudas de cómo tocarla, tanto en la mano izquierda como en la mano derecha. ¡Pero asegúrate de escoger bien los dedos porque si no le parecerá muy difícil! Al cabo de unos minutos de estar concentradísimo y de comprobar que lo que había elegido era la mejor opción me dice. ¡Ya está! He estado mirando bien y creo que así no tendrá dudas de cómo hacerlo. Perfecto, le digo. ¿No tienes curiosidad por saber quién es mi amigo? Claro, ¿quién es?, me dice. Mi amigo eres tú.
Con este ejercicio, he conseguido que mis alumnos dediquen unos minutos a escribir lo que siempre les ha costado hacer para ellos mismos porque aseguran que no se olvidarán y que como todos sabemos, no siempre es cierto.
¡Probadlo con vuestros alumnos y ya me contáis!
Un abrazo
Alfonso