Mi objetivo no es dar respuestas definitivas, sino abrir la puerta a nuevas preguntas y alentar a cada uno de nosotros a explorar y experimentar en nuestra búsqueda del 'sonido perfecto'
Lo primero de todo es definir el “sonido perfecto”. En mi opinión y para el objetivo de este texto, lo definiré como “aquello que, de forma subjetiva, te complace”, o dicho de otro modo “si te gusta, está bien”, porque al final de lo que se trata, creo yo, es de sonar como a uno le gustaría sonar, ni más ni menos.
Lo segundo, entender que la guitarra eléctrica, como instrumento, es todo lo que hay entre el elemento percutor de la cuerda (la púa, la uña, lo que sea) hasta lo que sale del altavoz, todo forma parte del instrumento, no solo el trozo de madera que tenemos entre manos.
Y en ese orden lo voy a plantear, comenzando por nosotros como músicos y terminando por lo que sale del altavoz, y siendo algo lineal de tal modo que un punto no tiene validez si no se ha dominado el punto anterior, y sin hablar de marcas o modelos, porque para sonar bien es completamente irrelevante el qué estamos utilizando, lo que importa es el cómo. ¿Qué no? Atento:
1- El primer paso es lo que hay dentro de nuestra cabeza. Tenemos que tener muy claro en nuestra mente cómo queremos sonar, y aquí da igual el estilo de música, el modelo de la guitarra o el pedal de turno, lo único importante es que tengamos un gusto y una educación auditiva que nos permita tener claro cómo queremos sonar. Si no sabemos lo que queremos, nunca tendremos nada bueno. Vaya, si nada te satisface, primero plantéate qué quieres, si es que sabes qué es lo que quieres.
Todo esto pasa por ESCUCHAR a otros, analizar lo que nos gusta, por qué nos gusta y cómo es ese sonido, empezando desde un punto de vista abstracto (cañero, dulce, dinámico, grande, lo que sea) y después, concretándolo (usa mucha/poca distorsión, usa o no delay, reverb de muelles vintage o hall moderno, comprime o no comprime, etc.).
2- Tenemos que TOCAR buscando el sonido que queremos lograr, y esto sin ni siquiera encender el amplificador todavía.
Dependiendo de cómo y dónde ataquemos las cuerdas, la fuerza y el rango dinámico, la forma de vibrar, los ruidos que usemos para decorar las notas o, por el contrario, la limpieza en la ejecución de cada una de ellas, si usamos los dedos o púa, etc., nos permitirá cambiar radicalmente el sonido final.
Por ejemplo, si buscas un sonido agresivo y cañero porque tocas estilo Metallica, no te queda otra más que atacar con tu mano derecha con mucha (MUCHA) contundencia, agarrando la púa con fuerza, teniendo cuidado con el ángulo de ataque de la púa para que no rasque los bordones, con precisión y priorizando el “down stroke”; en cambio, si buscas un sonido cálido y jazzero, el ataque de la púa será radicalmente diferente, intentado evitar asperezas y maximizando los armónicos que puedas sacar de cada nota para que suene rico, cálido y pleno.
Sí, todo esto sale de nuestra forma de tocar, el equipo solo enfatizará lo que nosotros hagamos, pero no puede inventarse lo que no hay; si la guitarra desconectada no suena como tú quieres que suene, todo lo que agregues después no corregirá tus fallos.
3- El ajuste del instrumento es absolutamente fundamental por dos razones: timbre y tacto.
Un instrumento ajustado a nuestro gusto, limpio, con la electrónica y la madera bien cuidada, piezas móviles engrasadas, etc., nos permitirá ejecutar de la manera correcta y con ello, sacar desde nuestra interpretación el sonido que buscamos.
Además, el ajuste también nos permite enfocar el timbre hacia ese sonido que resuena en nuestra cabeza:
-La altura de las cuerdas influye en el ataque y el brillo del sonido. Cuanto más pegadas estén las cuerdas más brillo y más ataque tendremos, a costa de perder sustain y limpieza (cerdeos).
-El calibre de las cuerdas influye en el grosor del sonido, los graves y en cuánto podemos bajar la acción. Por el otro lado, influye en la dureza al tacto.
-La altura de las pastillas nos permite balancear el nivel de agudos y graves general, como si fuese una especie de “pote de tono” al hacer más o menos énfasis en las cuerdas graves o agudas. Además, con la altura en general podemos ir de un sonido más pleno, con más cuerpo y más directo si las pegamos, a un sonido con más “aire”, más dinámico y orgánico si las alejamos. Puede llegar a ser la diferencia entre que la guitarra enchufada nos encante o la odiemos.
Como añadido, decir que cosas como el valor del condensador del pote de tono, la marca, modelo o tipo de pastillas, el tipo de puente, el material de los trastes y de la cejilla, etc., aunque importantes, son completamente secundarios. Se puede sonar igual bien independientemente de cualquiera de estos detalles siempre y cuando se cumplan los puntos anteriores. Entretenerse en estos temas es positivo cuando todo lo anterior está interiorizado y superado, si no, se convierte en “una tirita para un cáncer”.
4- Es más importante entender de manera general y pragmática cómo funcionan los amplificadores, independientemente de si son analógicos o digitales. Esto es mucho más relevante que la marca, el modelo que utilicemos, o si usamos válvulas o plugins. Esto es muy fácilmente demostrable sencillamente viendo que hay gente sonando increíblemente bien en cualquier estilo, con cualquier cosa. Si la marca o el modelo fueran factores determinantes, solo se lograrían buenos sonidos con una selección muy reducida de equipos disponibles.
La manera en la que los amplificadores responden dependiendo de la cantidad de señal que entre por el input, la forma en la que interaccionan los controles de ecualización y si es ecualización pre-gain o post-gain, la influencia del volumen en el rendimiento del sonido y en nuestra percepción del mismo, la enorme influencia del tamaño del recinto que contiene el o los altavoces, el tamaño del propio altavoz (8”, 10” o 12”), los Wats y el correspondiente tamaño del trafo, etc., son cosas que debemos entender y manejar para movernos con solvencia en cualquier situación.
5- Con todo lo anterior claro, podemos entrar en el mundo de los pedales de saturación, si es que los necesitamos.
De algo que uno se da cuenta rápidamente cuando toca y compara una cantidad ingente de pedales, es que las diferencias entre unos y otros -dentro del mismo tipo, evidentemente- son poco más que sutiles. Sí, son diferentes, pero no, no te cambian la vida. Tanto es así que ningún guitarrista profesional que haya pasado por mis manos ha sido capaz de identificar 2 pedales radicalmente distintos en una prueba a ciegas, como puede ser un Friedman Dirty Shirley vs Tubescreamer clásico. Insisto, es el “cómo”, no el “qué”.
Lo que sí es importante es entender cómo interactúan estos pedales con la plataforma que estemos utilizando:
-Lo más importante es tener en cuenta que el mismo pedal se comporta radicalmente distinto si lo ponemos sobre un ampli completamente limpio con un “headroom” que impida que el propio amplificador distorsiones de ninguna manera, respecto a un ampli “crujiente” en ese punto de rotura, o uno ya completamente distorsionado.
-El último elemento distorsionado de la cadena es el que más peso tiene en el timbre final, siendo los anteriores herramientas que ayudan a moldear.
-Teniendo lo anterior en cuenta, la cantidad de volumen y ganancia que mandemos del pedal al amplificador también hará que el conjunto se comporte de maneras distintas.
-Con el tono o los EQs del pedal, en función del primer punto, tendremos una EQ pre-gain o post-gain, por lo que el planteamiento también es distinto en cada caso.
6- Aquí queda la sección de efectos, y aunque entran todos, les doy especial énfasis a la reverb y el delay.
Estos efectos tiene, en mi opinión, peso de cuatro maneras diferentes:
-La primera es que tienen la capacidad de adaptar un mismo sonido base a distintos entornos estéticos. Por ejemplo, si a un sonido semisaturado le pones una reverb de muelles amplia y un Slapback de cinta clásico, obtienes un sonido vintage que puede ser de rock clásico, rock & roll o blues; si cambias por una reverb de muelles más liviana y moderna y un delay analógico a negras (1/4), se convierte en un fantástico sonido de pop. Y si nos metemos en estéreo con tri-chorus, detuner, dual delay (1/4 y 1/8.) y un hall de 3 segundos, inmediatamente nos vamos a esos sonidos de los sesioneros de L.A. de los 80s y 90s. Todo esto sin tocar nada más que los FX, por supuesto.
-La segunda, es la parte creativa, ya que los efectos nos pueden evocar distintos ambientes y emociones que nos pueden ayudar a crear cosas nuevas o tocar de maneras diferentes.
-La tercera, es que nos pueden facilitar la ejecución. Un sonido seco tiende a percibirse como “más duro”, lo que puede lastrarnos a la hora de interpretar. Un adecuado tratamiento de los efectos nos hará la vida más fácil.
-La cuarta, entra en juego cuando tocamos en un entorno de banda o grabación. Los efectos nos ayudarán a colocarnos en el plano adecuado dentro de ese contexto, a fundirnos con los demás instrumentos y empastarnos con los demás.
7- Lo curioso de todo esto es que al final, es un círculo. Lo que sale por el altavoz nos hará escuchar las cosas de otra manera, nos influirá en nuestra forma de ejecutar y con ello, lo que esperamos de nuestro instrumento, para después configurar nuestro amplificador, pedales y efectos de la manera adecuada, y vuelta a empezar.
Precisamente por esta razón es tan importante tener todos estos puntos claros y hacerlos en este orden, para saber detectar en qué estamos fallando y dónde tenemos que poner nuestras energías para seguir mejorando.
Eso sí, según mi experiencia, la solución nunca está en la cartera, siempre está en nuestras manos y nuestras orejas, siempre.
A modo de cierre, primero agradeceros a los que hayáis llegado hasta aquí, ¡gracias! Y por supuesto, estoy para responder todas las preguntas que se os ocurran, si es que compartís mi visión y os parece interesante.
¡Ah! Y si el post tiene buena acogida y os interesa, me puedo currar unos ejemplos en audio para ilustrar cada uno de los puntos.
¡Un abrazo y muchas gracias!