¡FELIZ SAMHAIN! Como dice mi amigo Fernando Arroyo Celis, de nuevo, Samhain, la Gran Fiesta del 1 de noviembre, la más importante del calendario celta, momento que daba lugar a grandes reuniones de gente y a rituales de comunión entre los vivos y los difuntos. Por eso, en la actualidad, todavía celebramos el recuerdo de las personas que ya no están entre nosotros. La fiesta de Samhain significa, etimológicamente, el "final del verano". Se trataba del momento en el que, en la comunidad celta se volvían a encerrar los rebaños en los establos. Simbólicamente, la fiesta representaba la eternidad. En ella, el tiempo quedaba abolido y el mundo de los dioses, de los héroes y de los difuntos, se abría al mundo de los vivos.
En las celebraciones, desempeñaban un importante papel los druidas y los expertos en artes mágicas. La suerte que traería el año nuevo estaba en sus prácticas adivinatorias. Era el momento de los vaticinios. Se producía la puerta entre la vida y la muerte, la aparición de lo sobrenatural. En la oscuridad, se desencadenaban las fuerzas mágicas que hacían posible ver tanto a las hadas como a los duendes merodeando por los poblados. Incluso los espíritus de los muertos, esa noche, podían volver a sus viejos hogares para calentarse antes de iniciarse el largo invierno. También, claro está, era el momento de Jack O’ the Lantern, el del farol.
Sin embargo, el Cristianismo recuperó íntegramente esta fiesta convirtiéndola en la de Todos los Santos, exaltación de la Comunión de los Santos, es decir, de la comunidad perfecta entre los vivos y los muertos. Y, en el templo románico de nuestro pueblo, Santa María de Fuente Urbel, Burgos, perdura una excepcional iconografía relacionada directamente con el cristianismo celta gracias al singular trabajo de los artistas que esculpieron sus capiteles, arcos y canecillos. Y, allí, en uno de sus capiteles, no podía faltar la representación de Samhain.
Y para conmemorarlo musicalmente os pongo la Marcha de Brian Boru, un antiguo rey de Irlanda; cuando muera, me gustaria que sonara esta bella canción:
Y como es tiempo de alegria y de encuentro con nuestros ausentes, qué mejor que una jiga con los irrepetibles Gwendal:
En las celebraciones, desempeñaban un importante papel los druidas y los expertos en artes mágicas. La suerte que traería el año nuevo estaba en sus prácticas adivinatorias. Era el momento de los vaticinios. Se producía la puerta entre la vida y la muerte, la aparición de lo sobrenatural. En la oscuridad, se desencadenaban las fuerzas mágicas que hacían posible ver tanto a las hadas como a los duendes merodeando por los poblados. Incluso los espíritus de los muertos, esa noche, podían volver a sus viejos hogares para calentarse antes de iniciarse el largo invierno. También, claro está, era el momento de Jack O’ the Lantern, el del farol.
Sin embargo, el Cristianismo recuperó íntegramente esta fiesta convirtiéndola en la de Todos los Santos, exaltación de la Comunión de los Santos, es decir, de la comunidad perfecta entre los vivos y los muertos. Y, en el templo románico de nuestro pueblo, Santa María de Fuente Urbel, Burgos, perdura una excepcional iconografía relacionada directamente con el cristianismo celta gracias al singular trabajo de los artistas que esculpieron sus capiteles, arcos y canecillos. Y, allí, en uno de sus capiteles, no podía faltar la representación de Samhain.
Y para conmemorarlo musicalmente os pongo la Marcha de Brian Boru, un antiguo rey de Irlanda; cuando muera, me gustaria que sonara esta bella canción:
Y como es tiempo de alegria y de encuentro con nuestros ausentes, qué mejor que una jiga con los irrepetibles Gwendal: