Al contrario que el resto de propiedades, que no expiran por el simple transcurso del
tiempo excepto en determinados casos como la prescripción, los derechos de explotación de
la propiedad intelectual tienen fecha de caducidad. Cuando ésta llega, las obras pasan a ser
propiedad de todos y su utilización es libre y gratuita. El dominio privado se convierte en
dominio público. Esa libertad de uso beneficia al acceso a la cultura y a la cultura misma.
Beneficia al acceso a la cultura por las mismas razones por las que las playas públicas
benefician al ocio y las carreteras públicas a la libertad de circulación. Lo que es de
todos es aprovechado y disfrutado por todos.
Beneficia al desarrollo de la cultura porque, al contrario de lo que durante tantos
años se nos ha hecho creer, las musas, sencillamente, no existen. La inspiración no surge de
la nada a individuos geniales tocados por la mano de Dios. Son las obras que leemos, las
películas que vemos y la música que escuchamos, nuestras verdaderas musas, nuestra vital
inspiración y nuestro mejor aprendizaje. La creación es, en realidad, un proceso colectivo.
Ideas ajenas que tomamos y a las que imprimimos nuestra nota personal haciéndolas diferentes,
historias ya contadas que, mezcladas con otras y con nuestra imaginación, adaptamos
y actualizamos, canciones ajenas que durante años se han colado por nuestro oído y que son
otras cuando salen por nuestra boca.
Shakespeare no sería Shakespeare sin el dominio público y sus obras son lo que son
gracias a que pudieron inspirarse sin restricciones en lo construido por otros. El autor inglés,
que escribía a la velocidad del rayo, hoy no podría hacerlo sin contar con abogados y una
úlcera resistente. La solicitud de permisos para adaptar las obras ajenas es una tarea que solo
pueden emprender los que tienen mucho tiempo y muchísimo dinero. Lo malo no es que
Shakespeare, de haber nacido hoy, no habría podido escribir lo que escribió, sino que nunca
sabremos cuántos shakespeares han dejado mudos las mismas leyes que nacieron para multiplicar
su voz.
Por cierto que, coherentemente, además de en las librerías, el libro se puede descargar legal y gratuitamente desde internet:
-> http://www.ubiobio.cl/~gpoo/documentos/varios/Copia-este-libro.pdf
P.D: La dedicatoria no tiene precio: "A la SGAE, la ACAM y la RIAA,
sin cuyo fanatismo por la propiedad intelectual nada de esto habría sido posible" (xD)