De un tiempo a ésta parte, los viernes han dejado de ser en España la esperanzadora antesala del fin de semana, para convertirse en días temibles y aciagos. Todas las semanas la mujercita fuerte del gobierno, flanqueada usualmente por el simpático y optimista ministro de Hacienda nos anuncian las malas nuevas del Consejo de Ministros.
De hecho, ha surgido ya hace unos meses un movimiento de protesta a tal efecto llamado "Viernes de negro": una plataforma que pretende luchar contra el desmantelamiento de los servicios públicos y el estado del bienestar, que de forma contumaz está llevando a cabo, viernes a viernes, este gobierno.
La iniciativa partió de forma casi espontánea de los trabajadores del ayuntamiento de Madrid, hartos de que a los funcionarios y empleados públicos se les esté culpabilizando grotescamente de la crisis. La protesta se ha ido ido extendiendo poco a poco a muchos ambitos de la administración y las empresas públicas: un colectivo de trabajadores especialmente castigado y estigmatizado con saña por los ultraliberales miembros del 'popular' gobierno.
‘Viernes de negro’: Se trata de acudir al puesto de trabajo o a donde desarrollemos nuestra actividad diaria los viernes vestidos de negro riguroso, en señal de luto por los derechos y libertades que todos los viernes nos van robando poco a poco el Consejo de Ministros y la funcionario-fobia promocionada maléficamente por este infame gobierno. Yo lo hago. No cuesta nada y tiene la ventaja de que (además de protestar), al vestir de negro vamos recios, guapos y estilosos. Sabido es que el negro es un color que adelgaza ostensiblemente barrigas y lorzas varias, amén de ser el color rockero y ‘cool’ por excelencia.
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