Fue su cuarto y último álbum juntos, exceptuando el recopilatorio que puso el punto final a su carrera, y a la postre, resultó ser su obra cumbre, demostrando el estado de forma compositiva de Ariel Rot y Andrés Calamaro e incluso Julian Infante.
Como adolescente que era cuando salió ese disco,influyó muchísimo en mi. Gracias a los Rodriguez los 90 fueron mucho más divertidos.
El disco comienza con la milonga del marinero y el capitán. Brillante composición de Ariel, donde demuestra que esta a la altura de Calamaro.
Le sigue la canción que titula al disco, que golpea como un martillo y supura rockandroll por todos los poros.
Continua con aquí no podemos hacerlo. Oda al hachís, compuesto por calamaro, donde sobresale la bateria grabada por German vilella.
La siguiente canción junto la creatividad de Joaquín sabina con la habilidad musical de calamaro. Todavía una canción de amor
Para no olvidar cuenta con la colaboración de raimundo Amador y es el ejemplo de la acertada fusión del rock con ritmos flamencos que venia haciendo el grupo.
El tiempo dirá, resultó ser la canción más atrevida, como de spaguetti western, a cargo de Ariel Rot.
En un hotel del mil estrellas se puede considerar un ejercicio en solitario de Calamaro,anticipando lo que sería su carrera post Rodriguez.
En el Ecuador del LP llegaba la festiva mucho mejor. Radiada e interpretada hasta la saciedad por las orquestas en los años posteriores, perdió esa fuerza lírica y esa originalidad que la hizo convertirse en todo un hit.
La puerta de al lado y una forma de vida eran los dos siguientes temas, que recordaban al primer álbum del grupo. Sonido crudo y rock and roll.
Extraño fue la única canción firmada en solitario por Julian Infante. Una intimisa canción que hablaba de la relación con su padre.
10 años después una stoniana canción para ir despidiendo el álbum y la carrera del grupo.
Y el disco se cierra con la épica algunos hombres buenos. Toda la lírica y los versos de Andrés confluyen con una intensa melodía e interpretación para cerrar el disco.