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A pesar de que en composiciones contemporáneas se tiende a dejarla de lado u a ocultarla con sumo cuidado, la II-V-I sigue siendo la unidad básica de organización tonal en la música que abarca un músico de Jazz.
La mayoría de los temas de Jazz son tonales, es decir, que al menos encontraremos un centro tonal en ellos. El primer requerimiento para que esto pueda darse es la existencia de un acorde que pueda funcionar como I (Tónica), pudiendo éste acorde ser de distintos tipos, como pueden ser los dominantes (I7) en blues o los menores (Im7), en “Blue Bossa”, aunque las formas más comunes de acordes I son los acordes de séptima mayor (maj7) o de sexta mayor (6) en las claves mayores y los acordes menor-mayor (min(maj7)) o menores de sexta (m6) en las menores.
El segundo requerimiento para que pueda darse un II-V-I es la existencia de un acorde que funcione como dominante (V) de la tónica. Éstos acordes, comúnmente serán acordes dominantes (7) que en muchos casos podrán ser alterados para conseguir sonoridades más interesantes.
El tercer acorde que podemos necesitar para establecer un centro tonal es aquel que tenga función subdominante, aunque éste no es puramente necesario y en algunas ocasiones no se utiliza. Este acorde subdominante será en la mayoría de los casos un IIm7 o IVmaj7 en las claves mayores o un IIm7b5 o IVm en las menores. Aunque veremos variaciones y sustituciones posibles, en la mayoría de ocasiones encontraremos simples IIm7-V7-I o IIm7b5-V7-Im.
La progresión II-V-I mayor
Antes de comnzar con cuestiones más avanzadas vamos a tratar de simplificar la búsqueda e identificación de las diferentes combinaciones de II-V-I que podemos encontrar. Si observamos detenidamente la estructura básica de un II-V-I vemos que, comenzando por el II, cada acorde se encuentra a una cuarta ascendente o quinta descendente del siguiente. Utilizando las herramientas que cuidadosamente hemos estudiado, podemos buscar fácilmente las diferentes II-V-I y los centros tonales a los que pertenecen moviéndonos en el círculo de quintas y otorgando los grados correspondientes al tipo de clave que estemos manejando. En la imagen siguiente vemos un II-V-I en C mayor, pero podemos utilizar el mismo procedimiento para encontrar los II-V-I en las 12 claves posibles:
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Conviene decir, además, que como los II-V-I establecen un centro tonal, pueden ser utilizados para, en una canción, modular a una clave diferente. Este fenómeno ocurre con frecuencia en el repertorio de música Jazz o pop.
Para improvisar sobre una progresión II-V-I mayor podemos utilizar diferentes recursos, entre los que destacan el enfatizar los tonos del acorde que estemos tocando, añadiendo extensiones o utilizando cromatismos y el uso de escalas. En cuanto al último punto podemos observar que encontramos una escala que se corresponde con los tres acordes y cuya tónica se encuentra en el acorde I de la progresión, en el ejemplo anterior, utilizando únicamente las notas de la escala mayor de C, estaremos tocando D dórico sobre el acorde II, G mixolidio en el V y C jónico en el I. Más adelante hablaremos de los diferentes modos y de las sonoridades que nos proporcionan.
La progresión II-V-I menor
A pesar de que la mayoría de los temas de Jazz se encuentran en una tonalidad mayor, gran parte de ellos modulan en un punto u otro a una tonalidad menor, por lo que conviene saber manejarnos en ellas. Aunque las II-V-I menores son utilizadas de un modo similar a las mayores, las estructuras de los acordes individuales son bastante más complejas. De hecho, a diferencia del II-V-I mayor, en las progresiones II-V-I menores no encontramos una única escala que al armonizarla contenga todos los acordes de éstas, por lo que a la hora de improvisar sobre ellas y de querer pensar en términos de escalas deberemos considerar una escala diferente para cada acorde individual.
Para empezar a hablar de ella debemos de entender que dado que muchos temas contienen secciones tanto mayores como menores debemos de preparar al oyente para el cambio de modo para que se pueda intuir un sentido de continuidad. Como en tantos otros aspectos de la música Jazz, es conveniente jugar con la dualidad predictibilidad-sorpresa. Para preparar el sonido de un centro tonal menor deberemos referirnos a aquellos acordes que apunten a la tónica menor de la siguiente forma:
El acorde II será comúnmente un acorde semidisminuído, que únicamente difiere del IIm del II-V-I mayor en la 5b que contiene. Además, si comparamos el acorde IIm7b5 a la tónica de la clave encontraremos que esa 5b será la sexta menor desde la tónica, nota incluida tanto en la escala menor natural como en la menor armónica. Así, el acorde IIm7b5 prepara el oído para el inminente cambio a una tonalidad menor. Además, el sustituto más común para el acorde IIm7b5 es el IVm6, que no solo incluye la misma sexta natural con referencia a la tónica, sino que literalmente son el mismo acorde, pues contienen las mismas notas, por ejemplo: Fm6, el IV de C menor se compone de F, Ab, C y D, mientras que Dm7b5, el II de C menor, contiene D, F, Ab y C (Mismas notas, diferente orden).
El acorde V también puede preparar la llegada al I de una tonalidad menor añadiendo al primero una novena menor (b9), que será de la misma forma la sexta menor de la tónica menor. Otra forma más completa de estructurar un acorde V es añadir también una quinta aumentada (#5) y una novena aumentada (#9), creando lo que se conoce como dominante alterado (Valt = V7#5,b5,b9,#9). De hecho, la adición de la novena aumentada le otorga al acorde V una ilusión de acorde menor.
Así, llegamos a la conclusión de que la forma más común de II-V-I menor es IIm7b5-Valt-Imin(maj7).
En esta entrega hemos aprendido a preparar II-V-I mayores y menores para crear una suave transición al nuevo centro tonal, pero en ocasiones los compositores tratan de despistarnos utilizando un acorde I que no esperamos. En la mayoría de estos casos que éste juego de despiste entre en acción, la progresión nos preparará para oír un I menor pero en lugar de ello encontraremos un I perteneciente a esa misma tonalidad mayor, pero lo inverso raramente suele ocurrir.
En el próximo capítulo veremos sustituciones y variaciones comunes para los II-V-I que nos servirán para identificarlos en nuestros análisis y para modificar nuestros temas.
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Publicado originalmente en aidenfoxmusic.com | www.guitarristico.com
A pesar de que en composiciones contemporáneas se tiende a dejarla de lado u a ocultarla con sumo cuidado, la II-V-I sigue siendo la unidad básica de organización tonal en la música que abarca un músico de Jazz.
La mayoría de los temas de Jazz son tonales, es decir, que al menos encontraremos un centro tonal en ellos. El primer requerimiento para que esto pueda darse es la existencia de un acorde que pueda funcionar como I (Tónica), pudiendo éste acorde ser de distintos tipos, como pueden ser los dominantes (I7) en blues o los menores (Im7), en “Blue Bossa”, aunque las formas más comunes de acordes I son los acordes de séptima mayor (maj7) o de sexta mayor (6) en las claves mayores y los acordes menor-mayor (min(maj7)) o menores de sexta (m6) en las menores.
El segundo requerimiento para que pueda darse un II-V-I es la existencia de un acorde que funcione como dominante (V) de la tónica. Éstos acordes, comúnmente serán acordes dominantes (7) que en muchos casos podrán ser alterados para conseguir sonoridades más interesantes.
El tercer acorde que podemos necesitar para establecer un centro tonal es aquel que tenga función subdominante, aunque éste no es puramente necesario y en algunas ocasiones no se utiliza. Este acorde subdominante será en la mayoría de los casos un IIm7 o IVmaj7 en las claves mayores o un IIm7b5 o IVm en las menores. Aunque veremos variaciones y sustituciones posibles, en la mayoría de ocasiones encontraremos simples IIm7-V7-I o IIm7b5-V7-Im.
La progresión II-V-I mayor
Antes de comnzar con cuestiones más avanzadas vamos a tratar de simplificar la búsqueda e identificación de las diferentes combinaciones de II-V-I que podemos encontrar. Si observamos detenidamente la estructura básica de un II-V-I vemos que, comenzando por el II, cada acorde se encuentra a una cuarta ascendente o quinta descendente del siguiente. Utilizando las herramientas que cuidadosamente hemos estudiado, podemos buscar fácilmente las diferentes II-V-I y los centros tonales a los que pertenecen moviéndonos en el círculo de quintas y otorgando los grados correspondientes al tipo de clave que estemos manejando. En la imagen siguiente vemos un II-V-I en C mayor, pero podemos utilizar el mismo procedimiento para encontrar los II-V-I en las 12 claves posibles:
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Conviene decir, además, que como los II-V-I establecen un centro tonal, pueden ser utilizados para, en una canción, modular a una clave diferente. Este fenómeno ocurre con frecuencia en el repertorio de música Jazz o pop.
Para improvisar sobre una progresión II-V-I mayor podemos utilizar diferentes recursos, entre los que destacan el enfatizar los tonos del acorde que estemos tocando, añadiendo extensiones o utilizando cromatismos y el uso de escalas. En cuanto al último punto podemos observar que encontramos una escala que se corresponde con los tres acordes y cuya tónica se encuentra en el acorde I de la progresión, en el ejemplo anterior, utilizando únicamente las notas de la escala mayor de C, estaremos tocando D dórico sobre el acorde II, G mixolidio en el V y C jónico en el I. Más adelante hablaremos de los diferentes modos y de las sonoridades que nos proporcionan.
La progresión II-V-I menor
A pesar de que la mayoría de los temas de Jazz se encuentran en una tonalidad mayor, gran parte de ellos modulan en un punto u otro a una tonalidad menor, por lo que conviene saber manejarnos en ellas. Aunque las II-V-I menores son utilizadas de un modo similar a las mayores, las estructuras de los acordes individuales son bastante más complejas. De hecho, a diferencia del II-V-I mayor, en las progresiones II-V-I menores no encontramos una única escala que al armonizarla contenga todos los acordes de éstas, por lo que a la hora de improvisar sobre ellas y de querer pensar en términos de escalas deberemos considerar una escala diferente para cada acorde individual.
Para empezar a hablar de ella debemos de entender que dado que muchos temas contienen secciones tanto mayores como menores debemos de preparar al oyente para el cambio de modo para que se pueda intuir un sentido de continuidad. Como en tantos otros aspectos de la música Jazz, es conveniente jugar con la dualidad predictibilidad-sorpresa. Para preparar el sonido de un centro tonal menor deberemos referirnos a aquellos acordes que apunten a la tónica menor de la siguiente forma:
El acorde II será comúnmente un acorde semidisminuído, que únicamente difiere del IIm del II-V-I mayor en la 5b que contiene. Además, si comparamos el acorde IIm7b5 a la tónica de la clave encontraremos que esa 5b será la sexta menor desde la tónica, nota incluida tanto en la escala menor natural como en la menor armónica. Así, el acorde IIm7b5 prepara el oído para el inminente cambio a una tonalidad menor. Además, el sustituto más común para el acorde IIm7b5 es el IVm6, que no solo incluye la misma sexta natural con referencia a la tónica, sino que literalmente son el mismo acorde, pues contienen las mismas notas, por ejemplo: Fm6, el IV de C menor se compone de F, Ab, C y D, mientras que Dm7b5, el II de C menor, contiene D, F, Ab y C (Mismas notas, diferente orden).
El acorde V también puede preparar la llegada al I de una tonalidad menor añadiendo al primero una novena menor (b9), que será de la misma forma la sexta menor de la tónica menor. Otra forma más completa de estructurar un acorde V es añadir también una quinta aumentada (#5) y una novena aumentada (#9), creando lo que se conoce como dominante alterado (Valt = V7#5,b5,b9,#9). De hecho, la adición de la novena aumentada le otorga al acorde V una ilusión de acorde menor.
Así, llegamos a la conclusión de que la forma más común de II-V-I menor es IIm7b5-Valt-Imin(maj7).
En esta entrega hemos aprendido a preparar II-V-I mayores y menores para crear una suave transición al nuevo centro tonal, pero en ocasiones los compositores tratan de despistarnos utilizando un acorde I que no esperamos. En la mayoría de estos casos que éste juego de despiste entre en acción, la progresión nos preparará para oír un I menor pero en lugar de ello encontraremos un I perteneciente a esa misma tonalidad mayor, pero lo inverso raramente suele ocurrir.
En el próximo capítulo veremos sustituciones y variaciones comunes para los II-V-I que nos servirán para identificarlos en nuestros análisis y para modificar nuestros temas.
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Publicado originalmente en aidenfoxmusic.com | www.guitarristico.com