Tengo mucho trabajo y dispongo de poco tiempo libre, del cual la parte que puedo la dedico a disfrutar de la música.
Me molesta infinitamente que me hagan perder el tiempo, por lo que cuando intuyo un comprador que puede ir por ahí, normalmente evito cerrar el trato. Y además evito siquiera volver a iniciar otro trato con esa misma persona. La vida es corta y el tiempo vale más que el oro.
Casi siempre vendo en persona, raramente he aceptado hacer tratos con contacto a distancia exclusivamente, y aún en estos, no he hecho ninguno sin que medie una larga conversación telefónica, que me permite por un lado aclarar pelos y señales de la guitarra.
Ahora con la pandemia no me ha quedado más remedio que hacer varias ventas a distancia. Era material muy bueno, marcas reconocidas, y todas las guitarras bien cuidadas, con las mínimas marcas de uso de unos años, ninguna más de diez. El material bueno vale un dinero, y una vez que considero que el comprador va en serio, aunque sé que no tengo obligación, en estas circunstancias en que ha sido tan complicado moverse todo el año, estaba dispuesto a aceptar devoluciones, siempre en el mismo estado y por el mismo procedimiento (envío DHL asegurado por el precio real de la venta, cargos al comprador). En uno de los casos el comprador, que ya me había comprado otra guitarra antes a plena satisfacción, tuvo dudas porque la guitarra no le sonaba como esperaba, se la dejé una semana más, a petición suya, ofreciéndole la devolución si seguía sin convencerle, la tocó más y decidió quedársela. Fin de la historia. Había sido mi primera guitarra durante unos añitos (sustituida por una de luthier), y yo sabía perfectamente el peazo guitarrón que es (y buena marca, fiable), si me la devolvía, había otros dos foristas a la espera, que habían llegado tarde a la venta.
He comprado y vendido bastantes guitarras y algún ampli, algún pedal, la mayoría de las transacciones a través de este foro, alguna por otras vías.
Nunca he devuelto nada ni me han intentado dar gato por liebre. Nunca compro de 2ª mano sin ver el material (bueno, una vez, pero era 2ª mano de tienda, con garantía de devolución al ser tienda, y aparte el vendedor me conocía y sabía que soy cliente de los buenos, una o dos guitarras al año (soy de comprar y vender regularmente, para probar cosas por un tiempo, las que más me cuadran me las quedo, y si es buena pero la toco poco porque no se termina de ajustar a mis gustos o usos, o se parece demasiado a otra que ya tengo, la vendo y hago sitio para probar otra), hablé con él y me describió el estado de la guitarra muy detalladamente, aparte de mandarme fotos de calidad.
He vendido bastante, y sólo una vez he tenido que recoger algo vendido. Curiosamente, a un comprador que se estuvo hora y cuarto probando la guitarra antes de comprarla. Básicamente, empezó a escribirme con dudas y vi que no tenía claro lo que quería (me había comprado una flamenca para aprender flamenco, pero luego descubrió que quería que tuviera las características de una clásica: desde el principio le había explicado las diferencias, por lo que fuera no las terminó de entender; algún luthier de su ciudad le terminó de liar, porque le ofreció limar trastes y hacer modificaciones; le dije que era una flamenca, que el mástil es diferente, y que limando trastes la destruiría, no la convertiría en una clásica: una guitarra de estudio, pero de taller de luthier y con sólo 4 años de uso...), y no me apetecía perder el tiempo, así que le ofrecí devolverle el dinero y que se la recogiera un buen amigo mío que vive en la misma ciudad. Acordamos eso, con la guitarra sin modificar (si la modifica, se la queda, evidentemente), la recogió mi amigo, comprobó que estaba bien... y como yo ya me había comprado para mi cumpleaños otra de mayor gama del mismo luthier... se la regalé para su cumpleaños al amigo que me la recogió, que quedó encantado con el regalo. Hay cosas que no son cuestión de pasta, sino de principios.
Luego fui y le conté el episodio al luthier que me había vendido ambas, y se tiraba de los pelos. El buen estado de la que vendí y me devolvieron persiste, la guitarra sigue ahora en manos de un buen amigo mío. Y yo me quedé mucho más contento. Además, no siento que perdiera la pasta de la venta, sino que hice un regalo extraordinario a un amigo al que conozco desde que íbamos juntos al colegio.
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