#90 Ya tenían Pro Tools de aquella... lo llamaban Slow Tools, eso sí
Yo hace relativamente poco, me enteré que la batería del Rust in Peace, la que oigo en el disco y me flipa, lleva samples (mezclados con el sonido original).
Yo no tengo mucho que aportar al debate, pero para mi nunca son las herramientas, es el uso.
En general coincido con los compañeros sobre la necesidad de buscar sonoridad para hacer ciertos estilos, pero es que el mercado ha cambiado muchísimo.
Hay dos aspectos que me parece importantísimo recordar. Por un lado que antes salía un disco cada n años y ahora es un goteo continuo de singles en streaming (en todos los generos) y dos que esos estudios y esas técnicas que mencionáis era algo muy selecto a lo que accedían muy pocos grupos y hoy cualquier tonto a las tres como yo se puede grabar sus cosas (de manera distinta) y lanzarlo al mundo.
Si los consumidores quieren temita nuevo cada cinco semanas, por algún lado hay que recortar.
Si los consumidores quieren decidir qué escuchan en base a los 15 primeros segundos de canción o el tema desaparece en la inmensidad del océano de streaming... pues ahí hay que ir para la cosa del dinero.
Si los consumidores son incapaces de sostener temas musicales de más de tres minutos y medio y si les suena raro, no soportan no darle al botón de siguiente... pues eso, lo del dinero.
Además de ésto, hace muchos años, escuchas decentes en casa hacia muy poca gente (y digo decentes). Que superada la cinta había auténticas abominaciones de platos por ahí. Ahora, mal que bien, será lo que sea con la calidad que sea, pero todo el mundo accede a una calidad decente (no digo buena, digo decente). Y el que quiere puede ir hasta el final del espectro de calidad.
Es que también... todo no se puede. Si no queremos discos, si queremos singles y queremos uno nuevo cada mes y le damos 20 segundos de escucha y pasamos, de comprar discos ni hablamos y lo del directo es una cosa de macrofetivales cuquis Instagrameros y para de contar... pues lo digital, lo rápido y lo conocido es el único camino.
Si un día el consumidor dice que no a ésto, pues ya veremos.
A mi, para tocar y para escuchar, la herramienta me da un poco igual, sinceramente.
Vamos, el que me ha leído antes lo sabe, no lo oculto. Prefiero botones a monitores, altavoces a cascos y micrófonos a emulaciones. Pero como algunas de esas cosas puedo tenerlas y otras no, entre nada y algo a medio camino, bienvenido sea el mundo digital.
Yo hace relativamente poco, me enteré que la batería del Rust in Peace, la que oigo en el disco y me flipa, lleva samples (mezclados con el sonido original).
Yo no tengo mucho que aportar al debate, pero para mi nunca son las herramientas, es el uso.
En general coincido con los compañeros sobre la necesidad de buscar sonoridad para hacer ciertos estilos, pero es que el mercado ha cambiado muchísimo.
Hay dos aspectos que me parece importantísimo recordar. Por un lado que antes salía un disco cada n años y ahora es un goteo continuo de singles en streaming (en todos los generos) y dos que esos estudios y esas técnicas que mencionáis era algo muy selecto a lo que accedían muy pocos grupos y hoy cualquier tonto a las tres como yo se puede grabar sus cosas (de manera distinta) y lanzarlo al mundo.
Si los consumidores quieren temita nuevo cada cinco semanas, por algún lado hay que recortar.
Si los consumidores quieren decidir qué escuchan en base a los 15 primeros segundos de canción o el tema desaparece en la inmensidad del océano de streaming... pues ahí hay que ir para la cosa del dinero.
Si los consumidores son incapaces de sostener temas musicales de más de tres minutos y medio y si les suena raro, no soportan no darle al botón de siguiente... pues eso, lo del dinero.
Además de ésto, hace muchos años, escuchas decentes en casa hacia muy poca gente (y digo decentes). Que superada la cinta había auténticas abominaciones de platos por ahí. Ahora, mal que bien, será lo que sea con la calidad que sea, pero todo el mundo accede a una calidad decente (no digo buena, digo decente). Y el que quiere puede ir hasta el final del espectro de calidad.
Es que también... todo no se puede. Si no queremos discos, si queremos singles y queremos uno nuevo cada mes y le damos 20 segundos de escucha y pasamos, de comprar discos ni hablamos y lo del directo es una cosa de macrofetivales cuquis Instagrameros y para de contar... pues lo digital, lo rápido y lo conocido es el único camino.
Si un día el consumidor dice que no a ésto, pues ya veremos.
A mi, para tocar y para escuchar, la herramienta me da un poco igual, sinceramente.
Vamos, el que me ha leído antes lo sabe, no lo oculto. Prefiero botones a monitores, altavoces a cascos y micrófonos a emulaciones. Pero como algunas de esas cosas puedo tenerlas y otras no, entre nada y algo a medio camino, bienvenido sea el mundo digital.