Dándole vueltas a esto me ha dado por pensar que empieza a parecerse a la catástrofe de las ventas de discos.
La viví en primera persona por edad, cuando empecé a comprarme discos tenía 15 años, mi poder adquisitivo era mínimo, tenía que ahorrar, qué sé yo, lo mismo un mes para comprarme un LP, aún no había CDs.
Pero aún así los precios seguían subiendo. Los Cds claramente costaban menos de fabricar que los LPs, pero no se abarató el coste de venta, ni se aumentó el pago a artistas, todo lo chupaban las discográficas, venga subir los precios hasta que empezaron las descargas, compartir mp3, copiar CDs en el PC para pasárselos al colega... ya no era como pasarse una cassette, la calidad era mucho mayor.
Empezaron a bajar las ventas, algunos redujeron precios de los discos reeditados y tal, pero los nuevos seguían costando más de lo que necesitaba una familia para comer varios días.
Venga bajar las ventas, y ya cambia el negocio: descargas, escuchas en plataformas, y giras interminables, en las que los artistas con tirón realmente ganaban la pasta. Se graban menos discos, porque cuesta producirlos y se venden poco. No hay exigencia de creatividad con discos nuevos cada poco, pero sí de buen directo.
Las sanguijuelas lo ven y empiezan a hacer los contratos a las nuevas bandas incluyendo tajada de los conciertos, las multinacionales que organizan giras se van fusionando con las discográficas, o comprando parte de ellas, y si algún artista se rebela, hostia va, para dar ejemplo. Sólo quienes no ganan mucho y tienen poco de perder, o algunos muy comprometidos asumen actuar menos, o en sitios más pequeños, y vender menos, para mantener su integridad artística. Inolvidable cómo Radiohead sacó a la venta un disco que distribuyeron por iNET y por el que cobraban, literalmente "La voluntad". Pero de esos hay muy pocos.
Y ahora estamos donde estamos, las sanguijuelas se cargarán masivamente la música en directo más selecta, la reducirán a la mínima expresión, se acabaron las giras por estadios para quien quiera limitarse a precios "humanos" para sus seguidores.
Quedarán, eso sí, los artistas más comerciales, fenómenos de masas y tal, pero creo que a esos irán los que van a un concierto una o dos veces al año, o bien los muy solventes económicamente, que les sobre bastante pasta, vamos. Y aún, si podemos pagarlo, en muchos casos nos diremos ¿hago bien en pagar ese pastón? ¿Sería mejor gastar ese dinero en un buen pedal, juntarlo con algo de ahorros y pillar un ampli, una guitarrita de gama media?
La música en directo no debe morir, pero haremos mejor en apoyar los clubes locales que promuevan a bandas novedosas, o los que consigan giras de artistas internacionales que van despuntando pero aún no han entrado en la dinámica de los precios desorbitados. De lo contrario, estaremos pegándonos un tiro en el pie.
Pienso que el negocio de las multinacionales de conciertos y festivales está tocando techo tras la locura post-pandemia, en que todos estábamos hambrientos de salir.
Ahora toca pensar y elegir bien.
A ver si conseguimos hundir el negocio a las sanguijuelas, como ya se hizo con los abusos de las ventas de discos.
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