Las preguntas más frecuentes suelen referirse, o bien, a la calidad del sonido de las pastillas, o a su idoneidad para tocar un estilo: “¿Qué pastilla debo instalar para mejorar el sonido de mi guitarra?” o “¿Qué pastilla es mejor para tocar Metal?”... En los dos casos la respuesta sería “depende” y es que la cosa no es sencilla. Lo primero que cabría decir es que la calidad de una pastilla no se define ni por la marca ni por el modelo. Y ni mucho menos se define porque la use tal o cual guitarrista de renombre. La calidad de una pastilla, sea del tipo que sea, se define por su relación señal-ruido, es decir por el ruido y no por su sonido. A menor ruido produzca la pastilla, mejor sonará independientemente de si es cara o barata, o si tiene un sonido cálido o brillante. Es el ruido lo que va a condicionar la sustitución de una pastilla. Dicho esto, queda claro que antes de gastarnos la pasta en un trozo de imán bobinado, que puede ser incluso más caro que la propia guitarra, debemos preguntarnos qué es lo que falla en nuestra guitarra y si esto tiene algo que ver o no con las pastillas.
De entrada, si nuestra guitarra no afina o quinta bien, si trastea, si tiene una acción demasiado alta, si es incómoda de tocar... De nada va a servir cambiar las pastillas. Va a seguir siendo una mala guitarra. Podemos, en este caso, cacharrear alma, puente, clavijeros y hacer los ajustes necesarios para que el instrumento se deje tocar dignamente. Si lo conseguimos, lo siguiente será repasar la circuitería. Y esto es importante: Muchas guitarras baratas suenan a lata no por las pastillas, si no por la mala calidad de la electrónica en general. Una puñetera mala soldadura puede arruinar el tono de la mejor guitarra. Del mismo modo, la mala calidad de los potenciómetros, condesadores, conmutadores, clavijeros, cableado y soldaduras puede ser la responsable de la mayoría de los ruidos de la guitarra... Y no las pastillas. Por lo tanto, antes de hacer el susodicho desembolso en pastillas podemos mejorar mucho el sonido de nuestro instrumento con muy poco dinero, simplemente substituyendo los componentes electrónicos por unos de mejor calidad y rehaciendo el cableado. Un aviso para navegantes: No os gastéis más de 15 euros en todo este material. Hay mucho listo que recomienda tal o cual condensador súper caro, o tal o cual potenciómetro de la marca que sea... Si no es que queréis restaurar una Les Paul del 59 original, y no va a ser el caso, con el material normal y corriente que encontraréis en cualquier almacén de electrónica bastará. Siendo generosos, a lo sumo 20 euros incluyendo el material para el apantallado... Y me estoy pasando.
Volviendo a las pastillas, todas generan más o menos ruido por diversas causas... Primero hay que hablar del famoso Hum de 60Hz, o ruido de fondo. Éste es inherente a cualquier dispositivo electrónico y va a estar presente siempre. Es imposible eliminarlo del todo. Las pastillas dobles o Humbuckers consiguen reducir este ruido a niveles imperceptibles en relación a la señal. Pero bastará con activar un distorsionador para que el Hum aparezca en mayor o menor medida. Una solución muy práctica cuando trabajemos con mucha distorsión será combinar el uso de pastillas dobles con una puerta de ruido.
Otro ruido frecuente, y más molesto si cabe que el ruido de fondo, son los parásitos. Estos suelen ser señales de radiofrecuencia que son captadas por las pastillas. Esto no es para nada anómalo, hay que tener en cuenta que el bobinado de las pastillas forma junto con las cuerdas (que son un conductor derivado a masa) una magnífica antena que va a captar señales dentro de un espectro de radio muy amplio. Todo lo que emita radiofrecuencia cerca de la guitarra puede colarse en la señal: Teléfonos móviles, teclados y ratones inalámbricos, el microondas ... La única solución para minimizar este problema es apantallar tanto las pastillas como el resto del circuito de la guitarra. Aun así, ninguna pastilla por apantallada que esté (como las muy clásicas y tradicionales PAF que montan las Gibson de toda la vida) es inmune a los parásitos. Si la fuente de radio es suficientemente potente se puede colar por las pastillas, por el cable, por las válvulas del ampli...
Finalmente, hay que tener en cuenta los ruidos de origen microfónico. Estos se producen cuando las pastillas sufren una vibración mecánica que induce señal (ruido) al bobinado. Esto, en cristiano, significa que cuando golpeamos la guitarra o la acercamos a los altavoces, las pastillas actúan como un micrófono. Oiremos golpes y pitidos muy agudos y molestos, sobretodo cuando usamos distorsionadores, compresores o cualquier pedal que reduzca el rango dinámico. En este caso, sería en el único que aconsejaría un cambio de pastillas sí o sí, ya que hay que ser bastante manitas para solucionar el problema. La única manera de hacer callar una pastilla que pita como una loca o que canta todos y cada uno de los golpes que damos al tocar es repoteándola. No es fácil. Hay que desmontarla, sacarla de su cápsula si es apantallada, bañarla en cera caliente de la que usan nuestras madres para depilarse el bigote, volverlo a montar todo y rezar un padrenuestro a ver si el altísimo lo acaba arreglando. Si no es que queremos restaurar una pastilla vintage... No lo aconsejo. En todo caso, vuelvo a recordar que no siempre las pastillas son las responsables de captar ruidos varios. El resto de componentes electrónicos (especialmente aquellos que tienen partes mecánicas) pueden producir ruidos microfónicos. A saber: Potenciómetros, clavijas y conmutadores. Mucho ojo con ellos.
Con esto creo que he respondido en parte a las preguntas sobre la calidad de las pastillas. Resumiendo, lo que hay que considerar en primer lugar es el ruido. Este es el factor que va a determinar todo lo demás. Una pastilla demasiado ruidosa no sirve para nada. Una buena pastilla servirá para casi todo, dentro de un margen razonable. Podemos tocar Metal con una pastilla simple y jazz con una PAF Pro, todo depende de nuestra técnica y habilidad con el resto del equipo. Dicho de otro modo, no hagáis ni puto caso de lo que os digan, haced caso de vuestro oído y usad el ecualizador del ampli que para algo está. Aun y así, siempre es recomendable utilizar lo que va mejor en cada caso... Paso a explicarlo.
Los guitarristas de Heavy Metal suelen utilizar pastillas dobles, ¿Porqué? Se suele decir que las pastillas dobles dan más señal o como decíamos el siglo pasado, más caña. Son más cañeras. Esto es cierto. Pero esta no es la razón por la cual los melenudos las prefieren dobles. Ni de lejos. De hecho, el concepto de “caña” se ha ido perfilando como un mito inherente a cualquier debate sobre pastillas. Y la verdad, no hay nada como la publicidad y el márqueting para fomentar el mito de las pastillas cañeras. ¿De verdad creéis que el sonido de tal o cual “guitar hero” se debe a que usa la PAF marca ACME? Sinceramente, cualquiera de nuestros idolatrados héroes sería capaz de tocar de puta madre con un palo de escoba enchufado a la radio de la abuela. Eso sí, si lo hiciera pondría de moda los palos de escoba y las radios viejas. Puro márqueting.
La razón por la cual los greñudos tienden a usar pastillas dobles no es otra que... El ruido. Como ya se ha dicho, las pastillas dobles tienen una relación señal-ruido mejor que las simples, por lo que soportan mejor altas ganancias y distorsiones. Por otro lado, como tienen un nivel de salida más alto (más señal) que las simples, permiten usar los distorsionadores a un nivel más bajo, lo que también contribuye a mejorar la susodicha relación señal-ruido. Para entender esto es importante considerar un curioso fenómeno que se da en cualquier amplificador, pedal de distorsión, compresor... La relación señal-ruido tiende a disminuir a medida que aumenta la ganancia. Es decir, a más caña deis a cualquier elemento de la cadena de señal, más ruido vais a percibir. Por lo tanto, a mayor sea el nivel de señal de la pastilla, menos tendremos que forzar la ganancia para obtener distorsión y menos ruido percibiremos. Caballeros: La clave es el ruido.
A pesar de lo expuesto, somos muchos los que apreciamos las virtudes de las pastillas simples pese a que meten un ruido de cojones y con distorsión son delicadas como la madre que las parió. De modo que para explicar semejante paradoja no voy a tener más remedio que complicar la cosa con algunos palabros raros más. A estas alturas, supongo que nadie se va a asustar si digo que una pastilla no es más que un cacho de imán sobre el que se ha enrollado un alambre de cobre. Osease, una bobina. O inductor. Por lo tanto, las propiedades eléctricas de toda pastilla serán las típicas de cualquier bobina. O inductor. A saber, las propiedades de toda pastilla vienen definidas por su reactancia inductiva, que no es más que el componente imaginario de su impedancia para un valor dado, lo que determina sus curvas de respuesta en frecuencia típicas y su rango dinámico. Toma ya.
En cristiano todo esto se puede resumir de la siguiente manera: A mayor sea la impedancia (que depende número de espiras o vueltas del bobinado) mayor será el nivel de señal para una frecuencia dada. Como la respuesta en frecuencia de toda bobina se expresa mediante una curva con forma de campana, en función del valor reactivo de la bobina, tendremos un sonido más o menos definido para las frecuencias de la banda central de dicha curva. En el caso de las pastillas de guitarra, nos interesa que ese punto máximo de la curva (normalmente conocido como frecuencia de resonancia) se encuentre en los valores medios del espectro audible, entre los 400 i los 1000 Hz que es donde se encuentra, precisamente, la frecuencia de resonancia mecánica de la mayoría de guitarras y bajos. Ahora bien, a mayor sea la impedancia de la bobina, más a la izquierda se desplaza la frecuencia de resonancia, por lo que las pastillas cañeras tendrán más señal, pero menos agudos. Y esto no tiene remedio, es así por una ley física en la que no voy a entrar para no liar más la cosa. Simplemente podemos recordar lo siguiente: A más impedancia, más señal, menos agudos. A menos impedancia, menos señal, más agudos. Es una simplificación pero el concepto es ese. Y esa es la razón por la que se suele decir que las pastillas simples tienen más “presencia” y las dobles más “cuerpo”.
Por otro lado, y de verdad que lo siento, las diferencias no acaban ahí. La construcción de la pastilla también va a determinar otra característica muy importante: El rango dinámico. Éste se define como la diferencia entre la señal más débil y la más fuerte que va a entregar cualquier dispositivo electrónico y se expresa en dB, que cómo es sabido es una unidad de medida en escala logarítmica. Simplificándolo mucho, podemos decir que el rango dinámico es una medida de la amplitud de la señal. Pues bien, y siguiendo con la simplificación, podemos decir que a mayor sea el nivel de señal... Menor va a ser el rango dinámico. Y a la inversa. De modo que si utilizamos una pastilla simple vamos a obtener un sonido más “natural” puesto que el menor nivel de salida de la señal va a favorecer que conservemos el rango dinámico, al menos en parte, al dar ganancia al amplificador. Por contra, el menor rango dinámico de las pastillas de alta impedancia va a favorecer que entremos antes en la zona de saturación del amplificador, o de los pedales. Pero va a restar definición al sonido. ¿No os habéis preguntado nunca porqué algunos de esos guitarristas súper rápidos, de ejecución precisa y pulso milagroso usan Stratos con pastillas simples pese a la distorsión? Pues por eso, porque su menor nivel de señal y mayor rango dinámico favorecen la definición de las notas cuando se toca a toda leche. El inconveniente, ya lo sabemos, es el ruido. Por otro lado, el mayor rango dinámico de las single coil tiene la inconmensurable ventaja de permitir una paleta expresiva mucho mayor al guitarrista. Las humbuckers, por contra, tenderán a “aplastar” la señal, reduciendo el ataque de las notas y restando expresividad. Una cosa por otra y la otra por una. Todo depende.
En conclusión y respondiendo a aquellas preguntas del principio... El tipo de pastilla a utilizar va a depender de si queremos un sonido más o menos limpio de ruidos, más o menos definido, con más o menos ataque, más brillante, con más cuerpo... Y así hasta el infinito. Es por eso, que considero que la construcción de instrumentos es un arte y no una técnica. Se puede calcular el valor reactivo de las bobinas de una pastilla como se puede calcular la sensibilidad de un altavoz, pero no se puede medir la sensación subjetiva que cada cual obtiene de la ejecución de su instrumento. No se puede y si se pudiera no valdría la pena. Mi consejo es que cada cual haga caso a su oído. Eso es lo que al final va a valer, en pastillas y en todo lo demás. ¿O no?