Review del concierto de Steve Vai en la Sala Razzmataz de Barcelona el 14 de diciembre del 14-12-12
Hablar de Steve Vai solo se puede hacer con una reverencia y admiración absoluta por su técnica. Guste más o menos su música y la imagen que da, absolutamente nadie puede negar que es uno de los dioses de la guitarra. Es difícil que a un guitarrista no quede totalmente conmocionado cuando escucha un tema suyo sea o no de su agrado. Su técnica es increíble.
El concierto estaba previsto para empezar a las 21 horas y si algo hay que reconocer es su puntualidad. Un buen inicio que ya podría haber hecho pensar en lo que uno se acabó dando cuenta antes de acabar el concierto: este tío respeta a sus fans!
Entre humaredas varias y no todas de hierba salió Steve y nos hace un signo con su mano derecha, una especie de V que a mí me lleva a pensar en marcianos. Explosión de luz y allá vamos. Steve Vai viste con sombrero, gafas de sol y pantalones floreados... pero lo que más importa es que viste su ya famosa Ibanez blanca, en este caso la JemEvo.
La mayoría de las canciones que sonaron fueron de su último disco “The Story of Light” que a mi gusto tiene algunas canciones memorables que quizá lleguen a ser alguno de sus grandes hits. Sonaron Gravity Storm, Velorum, Racing The World... y algunas para olvidar, las cantadas por Steve Vai. A mí personalmente me pareció que cantar no es lo suyo. También tocó dos de mis preferidas: Tender Surrender y For Love of God y se dejó la genial Bad Horsie.
Tuvo momentos gloriosos aunque también momentos que cortaron mucho el rollo, al menos para mí, entre los que incluyo cuando se puso a cantar tocando la guitarra acústica. No me gustó y por supuesto no fue por su calidad tocando el instrumento. Otros momentos de este tipo los protagonizó la arpista.
El sonido de la sala estuvo muy bien y me hizo olvidar que en otra ocasión no fue correcto. Pudimos oír y comprobar que todos esos sonidos sí surgen de una guitarra y que “solamente” es necesario habilidad y equipo. Estuvo bien presente en todo momento que usaba los amplificadores Legacy ya que estaban omnipresentes detrás de Vai y delante de la batería. Sus guitarras eléctricas todas signature Ibanez y se pudo observar las siglas EVO en una de ellas, la que más usó.
Un momento inolvidable para una chica y un chico allí presentes fue cuando Steve los escogió para que subieran al escenario y canturrearan canciones para cada componente haciendo así una canción improvisada. Vai estuvo agradable, divertido y atento. Sus nombres, Ana y Manu. Después se quedaron sentados detrás de los músicos viendo acabar el concierto y finalmente saludaron al público abrazados a Vai y resto de los componentes. Desde aquí, Ana y Manu, un saludo!
Steve Vai
Quien haya visto a Steve en directo o por vídeos ya sabe que es muy expresivo en sus movimientos y facciones, y que en algunos momentos puede a llegar a ser excesivo. Pues así fue nada más empezar.
Mis pensamientos fueron: “Buf! Me cansaré de verlo” Y así me pareció al principio pero poco a poco vas entrando en su mundo de estilismo guitarril y en los movimientos vertiginosos de sus manos y acabas aceptando que sus gestos y sus movimientos de caderas van ligados a la música. Es eso, simplemente lo aceptas.
El concierto, como no, es Vai. Él centra todas las reverentes miradas. Digo reverentes porque absolutamente todos los allí presentes solo teníamos ojos para él. No había saltos, no había bailoteos espasmódicos ni en las canciones más cañeras. Nada de agitar las melenas ni poses metalosas o de cualquier otro tipo. Así fue como lo vi cuando pude apartar la mirada del escenario: todos los rostros mirando el escenario, sin perder un detalle, miradas concentradas y rostros de alegría y admiración. Sin duda, la mayoría de allí éramos compañeros guitarristas o como mínimo fervientes admiradores de este instrumento.
Vai fue puro espectáculo. Bailó y sonaba bien, tiró su guitarra hacia atrás varias veces cogiendo la guitarra por el mástil y sonaba cojonudo, aporreaba su guitarra y sonaba como los ángeles, levantaba la guitarra estirando de la palanca del trémolo y hacía música subiendo y bajando el brazo. No solo es un músico, es un artista, un malabarista, un actor de teatro y un comediante. Lo es todo y lo hace genial.
Cambió más de guitarra que de ropa, lo cual ya es decir, porque uno diría que además de ser endorser de Ibanez y Legacy, lo debe de ser de alguna marca de ropa
Cada vez que se iba a cambiar de ropa sus acompañantes nos amenizaban con su música y hay que decir que son realmente buenos, aunque de ellos ya hablaré más adelante.
El momento más espectacular llegaba cuando se disfrazaba de robot de colorines usando su “Ultra guitar” y aunque volvió a parecer excesivo fue parte más del espectáculo y me gustó. Es Vai.
La banda
Dave Weiner. Guitarrista acompañante.
Señoras y señores, que pedazo de guitarrista! Es una bestia que está al nivel de Vai! Perfecto acompañante. En muchos momentos lo veías allí parado, con su sombrero caído y aguantado su guitarra, para luego intervenir en el momento que era preciso haciendo de dúos al mismo nivel o lo que fuera necesario.
Tuvo su momento de gloria cuando en uno de los múltiples cambios de ropa de Vai se quedó solo en el escenario tocando la guitarra acústica. Simplemente genial.
Aunque realmente no fue así ya que sus momentos de gloria fueron cada vez que Vai se acercaba a él para tocar guitarras duales.
También creo que debió de ser el artífice a la sombra de hacer los precisos sonidos de guitarra cuando Steve se tiraba la Ibanez hacia atrás y la cogía por el mástil haciendo música. No lo vi, lo reconozco, solo tenía ojos para Vai, pero no me extrañaría.
Philip Bynoe. Bajista.
Utilizó bajos de 6 cuerdas y contrabajo. Éste fue el único que no tuvo su momento solista aunque compartió escenario con la arpista. También marcó un bajo-guitarra dual con Vai que aunque corto nos dejó ver su calidad. Perfecto en su papel.
Jeremy Colson. Batería.
Batería tatuado donde los haya acompaña a Vai desde hace diez años y parece que se le ha contagiado el aspecto artístico. Su momento fue cuando salió con una batería portátil colgada de su cuerpo con unas calaveras parlanchinas que discutieron con Vai. Este batería ha tocado con múltiples artistas y tiene un nivelazo.
Deborah Henson-Conant. Arpista.
Sin poner en duda su nivel como arpista para mí sobró. Aunque estuvo espectacular en su puesta en escena con su instrumento que parecía sideral y de conseguir unos sonidos increíbles, sus varios momentos que tuvo mientras Vai se cambiaba se me hicieron eternos, cortando un poco el ritmo del concierto. Sencillamente no me gustó ese día en ese lugar.
Por último, lo ocurrió al final fue la guinda del concierto. Con las luces abiertas estábamos vitoreando a Vai y él iba saludando hacia todos lados pero como si se dirigiera a alguien en concreto que hubiera reconocido o le hubiera gustado especialmente. La ovación crecía y Steve gira el micro hacia el público. Estruendo. Nos mira, se lleva la mano al corazón, asiente con la cabeza y pone cara de emocionarse por lo que está oyendo... Fue simplemente genial. La gente se volvió loca.
Se emocionara realmente o no, lo haga o no en cada concierto, Vai se ganó mi corazón por estas muestras de respeto y aprecio a sus fans. Nos trató como compañeros (en algún momento del concierto creí entender que dijo algo así como “estoy viendo a muchos guitarristas”) y parecía “vernos”, no solo fuimos un fondo de manos y cabezas que lo observaban, sino que él se dirigía a nosotros como si estuviéramos haciendo una jam y que en cualquier momento podría hacer subir a alguien para tocar algunas canciones juntos y hablar de cómo nos va la vida.
Dijo que le gustó tanto tocar aquí que volvería. Si lo hace, me encontrará allí.
Hablar de Steve Vai solo se puede hacer con una reverencia y admiración absoluta por su técnica. Guste más o menos su música y la imagen que da, absolutamente nadie puede negar que es uno de los dioses de la guitarra. Es difícil que a un guitarrista no quede totalmente conmocionado cuando escucha un tema suyo sea o no de su agrado. Su técnica es increíble.
El concierto estaba previsto para empezar a las 21 horas y si algo hay que reconocer es su puntualidad. Un buen inicio que ya podría haber hecho pensar en lo que uno se acabó dando cuenta antes de acabar el concierto: este tío respeta a sus fans!
Entre humaredas varias y no todas de hierba salió Steve y nos hace un signo con su mano derecha, una especie de V que a mí me lleva a pensar en marcianos. Explosión de luz y allá vamos. Steve Vai viste con sombrero, gafas de sol y pantalones floreados... pero lo que más importa es que viste su ya famosa Ibanez blanca, en este caso la JemEvo.
La mayoría de las canciones que sonaron fueron de su último disco “The Story of Light” que a mi gusto tiene algunas canciones memorables que quizá lleguen a ser alguno de sus grandes hits. Sonaron Gravity Storm, Velorum, Racing The World... y algunas para olvidar, las cantadas por Steve Vai. A mí personalmente me pareció que cantar no es lo suyo. También tocó dos de mis preferidas: Tender Surrender y For Love of God y se dejó la genial Bad Horsie.
Tuvo momentos gloriosos aunque también momentos que cortaron mucho el rollo, al menos para mí, entre los que incluyo cuando se puso a cantar tocando la guitarra acústica. No me gustó y por supuesto no fue por su calidad tocando el instrumento. Otros momentos de este tipo los protagonizó la arpista.
El sonido de la sala estuvo muy bien y me hizo olvidar que en otra ocasión no fue correcto. Pudimos oír y comprobar que todos esos sonidos sí surgen de una guitarra y que “solamente” es necesario habilidad y equipo. Estuvo bien presente en todo momento que usaba los amplificadores Legacy ya que estaban omnipresentes detrás de Vai y delante de la batería. Sus guitarras eléctricas todas signature Ibanez y se pudo observar las siglas EVO en una de ellas, la que más usó.
Un momento inolvidable para una chica y un chico allí presentes fue cuando Steve los escogió para que subieran al escenario y canturrearan canciones para cada componente haciendo así una canción improvisada. Vai estuvo agradable, divertido y atento. Sus nombres, Ana y Manu. Después se quedaron sentados detrás de los músicos viendo acabar el concierto y finalmente saludaron al público abrazados a Vai y resto de los componentes. Desde aquí, Ana y Manu, un saludo!
Steve Vai
Quien haya visto a Steve en directo o por vídeos ya sabe que es muy expresivo en sus movimientos y facciones, y que en algunos momentos puede a llegar a ser excesivo. Pues así fue nada más empezar.
Mis pensamientos fueron: “Buf! Me cansaré de verlo” Y así me pareció al principio pero poco a poco vas entrando en su mundo de estilismo guitarril y en los movimientos vertiginosos de sus manos y acabas aceptando que sus gestos y sus movimientos de caderas van ligados a la música. Es eso, simplemente lo aceptas.
El concierto, como no, es Vai. Él centra todas las reverentes miradas. Digo reverentes porque absolutamente todos los allí presentes solo teníamos ojos para él. No había saltos, no había bailoteos espasmódicos ni en las canciones más cañeras. Nada de agitar las melenas ni poses metalosas o de cualquier otro tipo. Así fue como lo vi cuando pude apartar la mirada del escenario: todos los rostros mirando el escenario, sin perder un detalle, miradas concentradas y rostros de alegría y admiración. Sin duda, la mayoría de allí éramos compañeros guitarristas o como mínimo fervientes admiradores de este instrumento.
Vai fue puro espectáculo. Bailó y sonaba bien, tiró su guitarra hacia atrás varias veces cogiendo la guitarra por el mástil y sonaba cojonudo, aporreaba su guitarra y sonaba como los ángeles, levantaba la guitarra estirando de la palanca del trémolo y hacía música subiendo y bajando el brazo. No solo es un músico, es un artista, un malabarista, un actor de teatro y un comediante. Lo es todo y lo hace genial.
Cambió más de guitarra que de ropa, lo cual ya es decir, porque uno diría que además de ser endorser de Ibanez y Legacy, lo debe de ser de alguna marca de ropa
Cada vez que se iba a cambiar de ropa sus acompañantes nos amenizaban con su música y hay que decir que son realmente buenos, aunque de ellos ya hablaré más adelante.
El momento más espectacular llegaba cuando se disfrazaba de robot de colorines usando su “Ultra guitar” y aunque volvió a parecer excesivo fue parte más del espectáculo y me gustó. Es Vai.
La banda
Dave Weiner. Guitarrista acompañante.
Señoras y señores, que pedazo de guitarrista! Es una bestia que está al nivel de Vai! Perfecto acompañante. En muchos momentos lo veías allí parado, con su sombrero caído y aguantado su guitarra, para luego intervenir en el momento que era preciso haciendo de dúos al mismo nivel o lo que fuera necesario.
Tuvo su momento de gloria cuando en uno de los múltiples cambios de ropa de Vai se quedó solo en el escenario tocando la guitarra acústica. Simplemente genial.
Aunque realmente no fue así ya que sus momentos de gloria fueron cada vez que Vai se acercaba a él para tocar guitarras duales.
También creo que debió de ser el artífice a la sombra de hacer los precisos sonidos de guitarra cuando Steve se tiraba la Ibanez hacia atrás y la cogía por el mástil haciendo música. No lo vi, lo reconozco, solo tenía ojos para Vai, pero no me extrañaría.
Philip Bynoe. Bajista.
Utilizó bajos de 6 cuerdas y contrabajo. Éste fue el único que no tuvo su momento solista aunque compartió escenario con la arpista. También marcó un bajo-guitarra dual con Vai que aunque corto nos dejó ver su calidad. Perfecto en su papel.
Jeremy Colson. Batería.
Batería tatuado donde los haya acompaña a Vai desde hace diez años y parece que se le ha contagiado el aspecto artístico. Su momento fue cuando salió con una batería portátil colgada de su cuerpo con unas calaveras parlanchinas que discutieron con Vai. Este batería ha tocado con múltiples artistas y tiene un nivelazo.
Deborah Henson-Conant. Arpista.
Sin poner en duda su nivel como arpista para mí sobró. Aunque estuvo espectacular en su puesta en escena con su instrumento que parecía sideral y de conseguir unos sonidos increíbles, sus varios momentos que tuvo mientras Vai se cambiaba se me hicieron eternos, cortando un poco el ritmo del concierto. Sencillamente no me gustó ese día en ese lugar.
Por último, lo ocurrió al final fue la guinda del concierto. Con las luces abiertas estábamos vitoreando a Vai y él iba saludando hacia todos lados pero como si se dirigiera a alguien en concreto que hubiera reconocido o le hubiera gustado especialmente. La ovación crecía y Steve gira el micro hacia el público. Estruendo. Nos mira, se lleva la mano al corazón, asiente con la cabeza y pone cara de emocionarse por lo que está oyendo... Fue simplemente genial. La gente se volvió loca.
Se emocionara realmente o no, lo haga o no en cada concierto, Vai se ganó mi corazón por estas muestras de respeto y aprecio a sus fans. Nos trató como compañeros (en algún momento del concierto creí entender que dijo algo así como “estoy viendo a muchos guitarristas”) y parecía “vernos”, no solo fuimos un fondo de manos y cabezas que lo observaban, sino que él se dirigía a nosotros como si estuviéramos haciendo una jam y que en cualquier momento podría hacer subir a alguien para tocar algunas canciones juntos y hablar de cómo nos va la vida.
Dijo que le gustó tanto tocar aquí que volvería. Si lo hace, me encontrará allí.