Las marcas más vendidas e indiscutibles de guitarras eléctricas son Gibson y Fender. Gibson hace las mismas guitarras que en los 50, con las mismas pastillas de la guerra fría y los mismos mástiles tochos e impracticables de hace 50 años (lo digo como poseedor de una SG). Fender, por el contrario, si tiene instrumentos modernos y con las últimas tecnologías, pero son de lejos sus series menos valoradas, siendo las vintage y con las especificaciones más anacrónicas las que causan furor. La delicada nitrocelulosa es la que llevan los modelos de gama alta, siendo el resistente poliuretano un barniz de menor consideración. También somos muy mitómanos. En el caso de la amplificación, preferimos los peligrosos e ineficientes circuitos valvulares, superados hace décadas por los elegantes y seguros transistores. Sin embargo, esta moderna tecnología en la amplificación de guitarra ha quedado relegada a los modelos baratos de principiantes, condenada al ostracismo y señalada como inferior respecto a los "cálidos" tubos de vacío.
Esto lo digo porque choca bastante con otros instrumentistas de nuestro entorno más cercano. Los bajistas son mucho menos conservadores, más abiertos a la tecnología y a los nuevos diseños que los guitarristas, las marcas más afamadas son las que se atreven con maderas exóticas, circuitería de vanguardia, diseños ergonómicos y mástiles y herrajes más eficientes, preponderando marcas alemanas y de otros países europeos (Warwick, Human Base), rompiendo con las sagradas marcas norteamericanas de los guitarristas. El grafito y otros materiales son comunes en la fabricación de los bajos, frente a la exclusividad de la madera en las guitarras. La amplificación dejó de lado hace mucho las vávulas, los mejores amplificadores de bajo de la actualidad son a transistores, y cada vez más digitales.
Los teclistas modernos ríen ante cualquier cosa que no sea digital (exceptuando el piano). La tecnología analógica es historia en la música de teclas, lo único que parece perdurar son los clásicos órganos Hammond, pero solo en los músicos más veteranos. Los teclados digitales, en su mayoría de fabricación japonesa, monopolizan el mercado.
El mundo de las baterías es muy parecido, marcas clásicas como Ludwig son solo empleadas en el rock por grupos indie o tributo, encontrando su mercado mayoritariamente en el jazz ortodoxo. Sets, platillos y baquetas y mazas de materiales modernos son lo más demandado.
Dejo esto como reflexión. Salvo los guitarrsitas de jazz fusión, cuya filosofía es similar a la de los bajistas, nos hemos encasillado (o nos han encasillado). ¿Qué tendrán las marcas y modelos viejunas? ¿Les es más rentable que todo siga así? ¿Es culpa del machaqueo continuo durante décadas?