He estado consultando foros especializados en altavoces, tanto de guitarristas como, sobre todo, de técnicos e ingenieros de sonido, escuchando algo de los montones de audios y videos que hay de los V30 y de los Seventy80; también he visto algo de sus características técnicas y comparado los espectros de frecuencias. Después de eso creo que entiendo algo mejor las diferencias, dentro de mi ignorancia sobre el tema. Aquí las dejo para quien ande metido en el asunto, como me pasó a mí, bajo la expectativa de que alguien que controle más del tema haga las observaciones pertinentes.
El V30 es un altavoz muy dedicado a la amplificación de guitarra, especialmente con sonidos saturados. Por ello, tiene un recorte en frecuencias agudas respecto al Seventy80, que tiene un espectro algo más amplio, más aproximado al de los altavoces dedicados a la HiFi o a FRFR-PA, neutros, de respuesta plana; esto tiene como consecuencia una sensación de incremento de otras frecuencias en el V30, lógicamente (no aumentan, sino que destacan más al faltar agudos). Por eso, en efecto, los Seventy80 suenan más agudos; sobre todo con el sonido de la guitarra, que en sí ya es un instrumento agudo (y más con ganancias y distorsiones elevadas).
(Es fundamental partir de esto de que la guitarra es un instrumento agudo; es por eso que su escritura musical se realiza en clave de sol, la más aguda, la que más se ajusta a su tesitura, y aún así en realidad se representa escrita una escala por debajo respecto a la escritura en esta clave para otros instrumentos, evitando tener que añadir demasiadas líneas adicionales al pentagrama. Así, el do central en el teclado del piano, que habitualmente se representa con una línea adicional inferior en el pentagrama, en realidad se corresponde con el sonido del do de una octava más aguda en la guitarra, el del primer traste de la segunda cuerda; pero para escribir una partitura de guitarra se desplaza (se traspone la clave) y se hace corresponder con el do del tercer traste de la quinta cuerda, que si no se traspusiera necesitaría la confusa friolera de cuatro líneas adicionales bajo el pentagrama; y aún así, en los sonidos por encima del traste doceavo a menudo vemos como en las partituras se indica que hay que tocarla una octava por encima de lo escrito, por el mismo motivo: poder leerla cómodamente. Por eso los guitarristas somos músicos acostumbrados a leer notas con varias líneas adicionales, porque sólo se escribe en clave de sol y el registro de la guitarra, su tesitura, tampoco justificaría escribir en pentagramas con varias claves, como en el piano, que puede ejecutar polifonías de muchas más notas que nuestro instrumento, en el que cuatro dedos de una mano marcan las notas y en la otra otros cuatro las pulsan. Esta «pequeña» disgresión sobre tesituras y representación escrita de la música me parece clarificadora para entender por qué hay altavoces expresamente dedicados a las frecuencias de la guitarra, que suele sonar a lata en altavoces de respuesta plana y rango de frecuencias amplio, sin recortes. De hecho, la tendencia desde hace décadas (desde las primeras amplificaciones eléctricas y sobre todo desde las pastillas P90, humbuckers) ha sido extender los rangos medios y graves de la tesitura guitarrística, sobre todo en ciertos estilos, y así vemos cierto auge actual de las afinaciones bajas (en re, en do, incluso en si, que no son algo nuevo, ni mucho menos, en la guitarra) y las guitarras de más de seis cuerdas, en las que siempre se añaden bordones, no primas).
El V30 permite al guitarrsita emplear altas ganancias y distorsiones sin llegar a picos límite en agudos fácilmente. A cambio, para redondear el sonido y no dar la sensación de estar recortado, extiende mucho los medios altos; los extiende, no los exagera (los amplía, no los amplifica), para equilibrar con los bajos (como se hace, por ejemplo en la ecualización de las modelaciones, donde los parámetros de ecualización se compensan en conjunto, y si bajas unas frecuencias habitualmente tendrás que retocar también las otras). El resultado es cómodo para el guitarrista, sobre todo ejecutante de estilos con mucha ganancia, porque le permite configurar fácilmente su sonido amplificado sin estar pendiente todo el tiempo de no petar las frecuencias agudas de su ya de por sí agudo instrumento. Sin embargo, con ese amplio rango de medios altos el sonido pasa de ser empastado a embarrado muy pronto, sobre todo tocando con humbuckers. Esto puede beneficiar a algunos estilos que no buscan la claridad y la limpieza, sino ese empaste y profundidad sin tener que matarse demasiado trasteando con los parámetros del equipo a lo largo de la cadena de sonido.
Los Seventy80, por su espectro más rico en agudos, tienen que ser manejados con mayor matiz en la guitarra, como digo, un instrumento agudo de por sí. Su respuesta es mucho más lineal que la de los V30, pues no recortan ni privilegian ningún rango concreto de frecuencias (aunque tampoco son neutros: se centran el el rango de frecuencias de la guitarra, pero en un sentido más amplio, abarcan más hertzios que los V30 y no recortan tanto sus picos). Por eso la guitarra en ellos suena más aguda que en los V30: porque la guitarra es un instrumento agudo y así la reproduce, cuando no se retoca la ecualización, un equipo HiFi o altavoz RFRF, por ejemplo (o, sencillamente, cuando oímos sus cuerdas al aire).
Por todo ello, los V30 permiten encontrar un sonido roquero en la guitarra cómodamente, rápido (sobre todo si no eres de los que se quieren parar demasiado en la ecualización), pero con el peligro de perder claridad pronto y embarrar el sonido (aunque hay estilos que buscan precisamente esto). En realidad no es que aporten sonido, como a menudo se dice, sino que lo recortan. Son unos altavoces muy dedicados a la guitarra, sobre todo con altas ganancias y pastillas dobles (no son los más adecuados, por ejemplo, para los limpios sonidos del surf-rock, del reggae, del jazz o del blúes clásicos o para el metal más clásico). Por eso también son parte imprescindible de la cadena de sonido de quien los use, teniendo que ir con ellos a todas partes si quiere sonar a lo que está acostumbrado, y por eso también cuando se conecta una interfaz digital (ampli de modelado, pedalera, rack...) a una mesa u ordenador para grabar, el sonido difiere mucho de lo que sale por la pantalla con el V30 montado conectada a ese mismo equipo. Son parte esencial del hardware de una cadena de sonido.
Los Seventy80 requerirán ecualización, se quiera o no, para recortar los ricos agudos de la guitarra, sobre todo si se emplea ganancia (como dije, tendencia en su sonido a la que estamos acostumbrados). Esto es porque su sonido es mucho más fiel a la realidad acústica, física, aunque esto pueda no convenir a estilos estilos guitarrísticos (bastante en auge desde hace un par de décadas o tres). No son unos altavoces tan expresamente dedicados a la guitarra (aunque no dejan de serlo por su rango de frecuencias, como también ya dije), sino más basados en los de la alta fidelidad transistorizada, y por eso van montados en muchos otros equipos aparte de los amplis de guitarra (aunque no sean de respuesta totalmente lineal, se adaptan bien a su combinación con modificadores del sonido, como ecualizadores, pedales, etc., y mezcladores y grabadores, como mesas y ordenadores, que están pensados para partir de un sonido puro, sin retoques). Por eso también los montaron tantos equipos digitales de emulación y modelación, en los que el usuario siempre tiene que configurar los parámetros de sonido (es el objetivo de estas unidades) y para eso suele preferir partir de lo más ajustado a la realidad acústica (lo que se escucha por unos auriculares conectados a la unidad digital o lo que llega a una mesa o prgrama de grabación de ordenador). Es un hardware más adaptable al software que se introduzca en una cadena de sonido.
Espero haber clarificado algo la eterna cuestión sin meter demasiados gambazos que tenga que corregirme quien de verdad controle de asuntos de acústica y amplificación (el sonido no es algo tan subjetivo como muchos a menudo afirman, sino física y matemáticamente objetivo; lo subjetivo es que un determinado sonido nos guste o no a cada quien, claro está).
Saludos musicales (amplificados)