La educación auditiva es el gran desconocido del trabajo del músico, un trabajo que resulta importantísimo, tanto para el músico profesional, como para el músico amateur.
¿Qué es realmente la educación auditiva y por qué hay que trabajarla?
La educación auditiva no es más que el desarrollo del oído musical, que nos permite ser capaces de relacionar diferentes sonidos, es decir intervalos. Gracias a esto, a la larga distinguiremos mejor escalas, acordes, o progresiones, dado que todas ellas están formadas por intervalos.
Esto nos serviría en varios aspectos de la música; distinguir auditivamente una escala y un acorde de otro, ser capaces de sacar un tema de oído con relativa facilidad, improvisar sabiendo cuál es la nota que buscamos y que está en nuestra cabeza, sacar un solo o un punteo, componer a mayor velocidad, saber instintivamente qué adornos o tensiones quedan mejor sobre determinados acordes… y no menos importante, comenzar a utilizar como músicos intervalos que naturalmente no se nos ocurrirían, lo que deriva en una mayor variedad en el fraseo o en nuestras secciones rítmicas, en una mayor capacidad de improvisación y composición, y en un sonido menos escalar y monótono.
La diferencia entre un músico que trabaja educación auditiva y uno que no lo hace se manifiesta sobre todo a la larga, ya que la educación auditiva ocupa poco tiempo en el apartado de estudio y, sin embargo, nos permite ahorrar muchísimo tiempo cuando pasan meses.
Lo primero que debemos comprender es que, por las propiedades del oído humano, la educación auditiva no puede trabajarse durante períodos prolongados de tiempo. Se produce un agotamiento de la percepción auditiva, por lo que dedicar espacios temporales de más de media hora a ésta tarea resultaría contraproducente. De ahí que lo lógico sea trabajar diariamente, o tres o cuatro días a la semana durante aproximadamente 15 o 20 minutos. Si disponemos de más tiempo, debemos espaciar el estudio que realizamos.
Antes de comenzar a estudiar, debemos diseñar un programa. Existen programas en Internet muy útiles para este fin. Lo primero que debemos tener en cuenta es que lo más importante es la diferenciación entre intervalos, para lo cual conviene relacionar melodías conocidas con cada uno de los diferentes tipos de intervalos hasta alcanzar la octava. Por ejemplo, la quinta justa (5) suena como el comienzo de la guerra de las galaxias. Existen intervalos ascendentes, descendentes y armónicos, pero lo lógico, para identificar cada intervalo como una unidad, aparezca en la forma que aparezca, es que únicamente relacionemos una melodía por cada intervalo. En caso contrario, podríamos llegar a considerar las distintas formas de un mismo intervalo, como intervalos diferentes.
Antes de meternos con el estudio auditivo de acordes, escalas, o dictados melódicos o de progresiones, tenemos que tener un porcentaje de acierto en intervalos en su forma simple ( hasta alcanzar la octava desde la tónica) que ronde el 100%. Dado que todo lo demás depende de nuestra capacidad de distinguir intervalos, es ilógico comenzar la casa por el tejado. Después, comenzaremos el estudio de acordes y dictados melódicos, trataremos de cantar pequeñas porciones solistas, y finalmente trataremos las progresiones de acordes.
Por ello, os aconsejo a todos, músicos profesionales o amateurs e instrumentistas varios, que comencéis una rutina de educación auditiva que, a lo largo de los meses,cambiará por completo vuestra vida musical.