the_rorox escribió:
las historias se escriben pero las borran los moderadores(no se me ocurrio nada mejor)
deseo que luca escriba su propia historia comica y que la escriba el
P.D:luca me parto de la risa con tus historias son muy buenas, como te ries de todos incluyendome
Jaja, maldito Rorox... diablos... tendré que hacer un resumen, pues si escribo mi historia completa jamás terminaría.
En mitad de la selva de Filipinas, y bajo el contexto de la segunda guerra mundial, un joven soldado japonés corre por su vida al ser perseguido por el ejercito de los Estados Unidos de América, quienes invadieron dicha Isla. Huye hacia las montañas desesperado y logra evadir a sus atacantes. Sobrevive un par de semanas ahí hasta que consume todas sus municiones y se ve obligado a bajar al río en busca de comida. Lo que no sabe es que en el fondo del río habian bagres gigantes come hombres (cortesía de Discovery Channel) y al sumergirse para pescarl alguna trucha, es pescado por uno de estos que, en el primer movimiento, le arranca polla y bolas lo cual lo deja paralizado mientras llega un segundo bagre gigante que debora al primero y al soldado recién castrado de un sólo bocado.
Los años pasaron y esta historia no le importó absolutamente a nadie, pues había historias más llamativas y divertidas, como las de Rorox y su amante Maggot, o las de Phantom lord y algunas que otras de los Simpson. Pero ninguna fue tan gloriosa y majestuosa, a la vez que tenebrosa y envolvente como la de un joven que cambió el destino del universo. Para siempre.
En algún lugar del universo, donde la materia no es materia, y lo incierto es cotidiano, los dioses del olimpio materializaron a un semi-dios que poseería todas sus coalidades y que bajaría a la tierra a enseñar a la gente las buenas costumbres y como vivir civilizadamente, como los dioses del olimpo lo mandaban. Pero el experimento les dió flojera al final y tiraron todo a la basura. Pero aun tenían la escencia divina que iban a emplear para dar vida al ser y no querían desperdiciarla. Así que la dejaron en la tierra, escondida en algún bosque, con la esperanza de que algún día un hombre virtuoso la encontrara, la bebiera, y se convirtiera en el encargado de enseñar a la gente a vivir virtuosamente.
Quien iba a pensar que un joven sumamente atractivo, fuerte y envidiado por los de las clases sociales inferiores, en medio de un paseo de apreciación, se encontraría con el frasco que contenía la escencia de los dioses. Como el joven este, además de fuerte, guapo y poderoso era inteligente, culto y conocedor, dedujo inmediatamente de lo que se trataba y pensó "ash, cáspita, la escencia de los dioses. El brevaje capaz de volver a cualquier hombre perfecto. Que desperdicio que yo, Luca Turicci la haya encontrado, pues no necesito ninguna de sus propiedades en lo absoluto." Pero de todos modos la bebió, y fue así que se volvió un ser superior, más allá de la definición de hombre, era más que un semidios, pero sin llegar a ser deidad, pues no le gustaba tener demasiada atención de la gente.
Adquirió una belleza incomprensible a los ojos humanos, una fuerza colosal capaz de cambiar la rotación de la tierra con la palma de su mano, además de que tenía control sobre el tiempo y el espacio, la habilidad de volar y de hablar con los caballos. A los que despues enseñó a volar como el y los convirtió en pegasos. Todo en la vida de Luca era magestuosidad y virtuosismo, sintió que tenía la misión de enseñar a los hombres a vivir bien. Pero prefirió el camino fácil, y mejor les enseñó a los hombres a rendirle culto y ofrecerle sacrificios tanto ofrendas de comida, como mujeres vírgenes y algunos corazones de los pobres extraidos de los cuerpos mientras aun palpitavan. Nada fuera de lo común.
Pero los dioses, al ver que Luca estaba haciendo derroche de su poder decidieron enviar a una contraparte a detenerlo. Esta contraparte se llamó. Rodrigo Navarro.
Rodrigo Navarro era un ser humano común y corriente, profesor de matemáticas y aficionado de la pesca. Pasaba su tiempo libre leyendo cosas ñoñas como el quijote y eso. Odiaba la música fuera cual fuera, sólo escuchaba sonidos del mar o cosas así de homosexuales. Siempre vestía camisas a cuadros y pantalones entallados hasta la cintura. Conducía un pequeño Volkswagen y, a sus 36 años, era virgen, pues se estaba concerbando así para la mujer indicada. Cabe mencionar que tampoco tenía novia y nunca en su vida había tenido.
Un día, en su cumpleaños número 35 al cual asistieron puntuales sus amigos, el Señor Pitorcas (un pájaro de peluche), Luis el caballo de palo, Marissa, la muñeca políticamente incorrecta con la cual Rodrigo saciaba sus necesidades sexuales, y Pistacho, el alienígena que juraba que no era sólo obra su imaginación. Llegó un invitado nuevo, un águila a la que Rodrigo invito a pasar y bautizó con el nombre de Octavio. Le sirvió café y galletas a todos sus amigos, y les presentó a Octavio a todos. Octavio tenía una seña en su rostro que parecía como de enfado, y cuando Rodrigo se aceró para ofrecerle una galleta salada, Octavio se transformó en hombre. Vaya sorpresa se llevó Rodrigo, que era profesor de matemáticas y, evidentemente, no de historia, pues no pudo reconocer a quien estaba frente a sus ojos. Se trataba de nada mas ni nada menos que Zeus.
Zeus le confesó a Rodrigo la historia de Luca Turicci, la cual resa más o menos de la siguiente manera:
En mitad de la selva de Filipinas, y bajo el contexto de la segunda guerra mundial, un joven soldado japonés corre por su vida al ser perseguido por el ejercito de los Estados Unidos de América, quienes invadieron dicha Isla. Huye hacia las montañas desesperado y logra evadir a sus atacantes. Sobrevive un par de semanas ahí hasta que consume todas sus municiones y se ve obligado a bajar al río en busca de comida. Lo que no sabe es que en el fondo del río habian bagres gigantes come hombres (cortesía de Discovery Channel) y al sumergirse para pescarl alguna trucha, es pescado por uno de estos que, en el primer movimiento, le arranca polla y bolas lo cual lo deja paralizado mientras llega un segundo bagre gigante que debora al primero y al soldado recién castrado de un sólo bocado.
Los años pasaron y esta historia no le importó absolutamente a nadie, pues había historias más llamativas y divertidas, como las de Rorox y su amante Maggot, o las de Phantom lord y algunas que otras de los Simpson. Pero ninguna fue tan gloriosa y majestuosa, a la vez que tenebrosa y envolvente como la de un joven que cambió el destino del universo. Para siempre.
En algún lugar del universo, donde la materia no es materia, y lo incierto es cotidiano, los dioses del olimpio materializaron a un semi-dios que poseería todas sus coalidades y que bajaría a la tierra a enseñar a la gente las buenas costumbres y como vivir civilizadamente, como los dioses del olimpo lo mandaban. Pero el experimento les dió flojera al final y tiraron todo a la basura. Pero aun tenían la escencia divina que iban a emplear para dar vida al ser y no querían desperdiciarla. Así que la dejaron en la tierra, escondida en algún bosque, con la esperanza de que algún día un hombre virtuoso la encontrara, la bebiera, y se convirtiera en el encargado de enseñar a la gente a vivir virtuosamente.
Quien iba a pensar que un joven sumamente atractivo, fuerte y envidiado por los de las clases sociales inferiores, en medio de un paseo de apreciación, se encontraría con el frasco que contenía la escencia de los dioses. Como el joven este, además de fuerte, guapo y poderoso era inteligente, culto y conocedor, dedujo inmediatamente de lo que se trataba y pensó "ash, cáspita, la escencia de los dioses. El brevaje capaz de volver a cualquier hombre perfecto. Que desperdicio que yo, Luca Turicci la haya encontrado, pues no necesito ninguna de sus propiedades en lo absoluto." Pero de todos modos la bebió, y fue así que se volvió un ser superior, más allá de la definición de hombre, era más que un semidios, pero sin llegar a ser deidad, pues no le gustaba tener demasiada atención de la gente.
Adquirió una belleza incomprensible a los ojos humanos, una fuerza colosal capaz de cambiar la rotación de la tierra con la palma de su mano, además de que tenía control sobre el tiempo y el espacio, la habilidad de volar y de hablar con los caballos. A los que despues enseñó a volar como el y los convirtió en pegasos. Todo en la vida de Luca era magestuosidad y virtuosismo, sintió que tenía la misión de enseñar a los hombres a vivir bien. Pero prefirió el camino fácil, y mejor les enseñó a los hombres a rendirle culto y ofrecerle sacrificios tanto ofrendas de comida, como mujeres vírgenes y algunos corazones de los pobres extraidos de los cuerpos mientras aun palpitavan. Nada fuera de lo común.
Pero los dioses, al ver que Luca estaba haciendo derroche de su poder decidieron enviar a una contraparte a detenerlo. Esta contraparte se llamó. Rodrigo Navarro.
Rodrigo Navarro era un ser humano común y corriente, profesor de matemáticas y aficionado de la pesca. Pasaba su tiempo libre leyendo cosas ñoñas como el quijote y eso. Odiaba la música fuera cual fuera, sólo escuchaba sonidos del mar o cosas así de homosexuales. Siempre vestía camisas a cuadros y pantalones entallados hasta la cintura. Conducía un pequeño Volkswagen y, a sus 36 años, era virgen, pues se estaba concerbando así para la mujer indicada. Cabe mencionar que tampoco tenía novia y nunca en su vida había tenido.
Un día, en su cumpleaños número 35 al cual asistieron puntuales sus amigos, el Señor Pitorcas (un pájaro de peluche), Luis el caballo de palo, Marissa, la muñeca políticamente incorrecta con la cual Rodrigo saciaba sus necesidades sexuales, y Pistacho, el alienígena que juraba que no era sólo obra su imaginación. Llegó un invitado nuevo, un águila a la que Rodrigo invito a pasar y bautizó con el nombre de Octavio. Le sirvió café y galletas a todos sus amigos, y les presentó a Octavio a todos. Octavio tenía una seña en su rostro que parecía como de enfado, y cuando Rodrigo se aceró para ofrecerle una galleta salada, Octavio se transformó en hombre. Vaya sorpresa se llevó Rodrigo, que era profesor de matemáticas y, evidentemente, no de historia, pues no pudo reconocer a quien estaba frente a sus ojos. Se trataba de nada mas ni nada menos que Zeus.
Al terminar la historia, Rodrigo Navarro no entendía muy bien que pasaba y le pidió a Zeus que le volviera a explicar. Así que Zeus le volvió a contar la historia que iba más o menos así:
En mitad de la selva de Filipinas, y bajo el contexto de la segunda guerra mundial, un joven soldado japonés corre por su vida al ser perseguido por el ejercito de los Estados Unidos de América, quienes invadieron dicha Isla. Huye hacia las montañas desesperado y logra evadir a sus atacantes. Sobrevive un par de semanas ahí hasta que consume todas sus municiones y se ve obligado a bajar al río en busca de comida. Lo que no sabe es que en el fondo del río habian bagres gigantes come hombres (cortesía de Discovery Channel) y al sumergirse para pescarl alguna trucha, es pescado por uno de estos que, en el primer movimiento, le arranca polla y bolas lo cual lo deja paralizado mientras llega un segundo bagre gigante que debora al primero y al soldado recién castrado de un sólo bocado.
Los años pasaron y esta historia no le importó absolutamente a nadie, pues había historias más llamativas y divertidas, como las de Rorox y su amante Maggot, o las de Phantom lord y algunas que otras de los Simpson. Pero ninguna fue tan gloriosa y majestuosa, a la vez que tenebrosa y envolvente como la de un joven que cambió el destino del universo. Para siempre.
En algún lugar del universo, donde la materia no es materia, y lo incierto es cotidiano, los dioses del olimpio materializaron a un semi-dios que poseería todas sus coalidades y que bajaría a la tierra a enseñar a la gente las buenas costumbres y como vivir civilizadamente, como los dioses del olimpo lo mandaban. Pero el experimento les dió flojera al final y tiraron todo a la basura. Pero aun tenían la escencia divina que iban a emplear para dar vida al ser y no querían desperdiciarla. Así que la dejaron en la tierra, escondida en algún bosque, con la esperanza de que algún día un hombre virtuoso la encontrara, la bebiera, y se convirtiera en el encargado de enseñar a la gente a vivir virtuosamente.
Quien iba a pensar que un joven sumamente atractivo, fuerte y envidiado por los de las clases sociales inferiores, en medio de un paseo de apreciación, se encontraría con el frasco que contenía la escencia de los dioses. Como el joven este, además de fuerte, guapo y poderoso era inteligente, culto y conocedor, dedujo inmediatamente de lo que se trataba y pensó "ash, cáspita, la escencia de los dioses. El brevaje capaz de volver a cualquier hombre perfecto. Que desperdicio que yo, Luca Turicci la haya encontrado, pues no necesito ninguna de sus propiedades en lo absoluto." Pero de todos modos la bebió, y fue así que se volvió un ser superior, más allá de la definición de hombre, era más que un semidios, pero sin llegar a ser deidad, pues no le gustaba tener demasiada atención de la gente.
Adquirió una belleza incomprensible a los ojos humanos, una fuerza colosal capaz de cambiar la rotación de la tierra con la palma de su mano, además de que tenía control sobre el tiempo y el espacio, la habilidad de volar y de hablar con los caballos. A los que despues enseñó a volar como el y los convirtió en pegasos. Todo en la vida de Luca era magestuosidad y virtuosismo, sintió que tenía la misión de enseñar a los hombres a vivir bien. Pero prefirió el camino fácil, y mejor les enseñó a los hombres a rendirle culto y ofrecerle sacrificios tanto ofrendas de comida, como mujeres vírgenes y algunos corazones de los pobres extraidos de los cuerpos mientras aun palpitavan. Nada fuera de lo común.
Pero los dioses, al ver que Luca estaba haciendo derroche de su poder decidieron enviar a una contraparte a detenerlo. Esta contraparte se llamó. Rodrigo Navarro.
Rodrigo Navarro era un ser humano común y corriente, profesor de matemáticas y aficionado de la pesca. Pasaba su tiempo libre leyendo cosas ñoñas como el quijote y eso. Odiaba la música fuera cual fuera, sólo escuchaba sonidos del mar o cosas así de homosexuales. Siempre vestía camisas a cuadros y pantalones entallados hasta la cintura. Conducía un pequeño Volkswagen y, a sus 36 años, era virgen, pues se estaba concerbando así para la mujer indicada. Cabe mencionar que tampoco tenía novia y nunca en su vida había tenido.
Un día, en su cumpleaños número 35 al cual asistieron puntuales sus amigos, el Señor Pitorcas (un pájaro de peluche), Luis el caballo de palo, Marissa, la muñeca políticamente incorrecta con la cual Rodrigo saciaba sus necesidades sexuales, y Pistacho, el alienígena que juraba que no era sólo obra su imaginación. Llegó un invitado nuevo, un águila a la que Rodrigo invito a pasar y bautizó con el nombre de Octavio. Le sirvió café y galletas a todos sus amigos, y les presentó a Octavio a todos. Octavio tenía una seña en su rostro que parecía como de enfado, y cuando Rodrigo se aceró para ofrecerle una galleta salada, Octavio se transformó en hombre. Vaya sorpresa se llevó Rodrigo, que era profesor de matemáticas y, evidentemente, no de historia, pues no pudo reconocer a quien estaba frente a sus ojos. Se trataba de nada mas ni nada menos que Zeus.
Pobre Rodrigo Navarro que además de feo, aburrido y loco, era idiota, no parecía entender la historia, así que Zeus, como ya no tenía tiempo de repetirla otra vez, le dió la Escencia de los dioses y le dijo que la bebiera.
Rodrigo Navarro la bebió... no sin antes intentar hervirla (por si las bacterias) pero fue detenido por Zeus quien lo obligó a beberla de inmediato. Al beber esta escencia se sintió diferente, parecía haber entendido ya la historia que le contaba Zeus, y este entonces le encomendó acabar con Luca Turicci... Su archi némesis...
Rodrigo Navarro entonces dedico su vida entera a enseñar a la gente a vivir bien, mientras buscaba a su enemigo acérrimo, pasaron años de busqueda infructuosa. Hasta que un día, así de la nada, en el estacionamiento de un Wall Mart, lo encontró, y fue entonces que la batalla final se desató.
-Hey!, Tu eres Luca Turicci! mi acérrimo enemigo, por ordenes de Zeus debo matarte.
-Ah, sí, pues inténtalo, bastardo.
Los dos se abalanzaron uno contra el otro en una sangrienta lucha que duró más de 2 días ininterrumpidos. Despues de tan exhaustiba lucha, el ganador fue