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Yo diría que aquella vez tocando al aire libre cerca de un parque natural se pusieron al lado del escenario dos ciervos a darse amor carnal, pero visto los recientes acontecimientos mejor no lo cuento, más que nada porque durante el acto no prestaba atención a la música ni el batería.
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#2 gracias Rubioulus, me sonaba que había uno pero no lo encontraba...
Pues si la gente quiere comentar se comenta, y si no sin problema alguno para que se cierre por los moredadores
Recuerdo hace unos 15 años, éramos adolescentes y estábamos tocando en los míticos "Castroconcertos" de Vigo. Yo muriéndome de vergüenza, no sé si sería mi primer o segundo directo y el bajista en su salsa, que también se estrenaba, pero este tiene más cara que espalda así que lo estaba pasando pipa.
El caso es que yo ya estaba concentrado en tocar y en una de estas al bajista le pasan una litrona, para de tocar y se pone a beber. Yo no daba crédito e hice un gesto muy claro de desaprobación que quedó grabado en vídeo.
Aún lo vimos hace poco y nos echamos unas risas.
En otra ocasión, con el mismo grupo, teníamos un concierto en el máximo antro de la ciudad, el infame Churruca20. El caso es que yo iba con el coche a la prueba de sonido con todo el equipo y me esperaban mis compañeros en el garito. Llegando al local, un tío con una furgoneta desastrosa la estaba liando, subiéndose a la acera y haciendo maniobras raras y taponando la entrada al callejón que daba a la zona para descargar. Al final, yo que llegaba tarde, le pité y le dije que se apartase que tenía que meter un coche, el tío decía que no se apartaba y al final acabé discutiendo con el y terminó por dejarme pasar de muy malas maneras.
Era el técnico de sonido.
La prueba de sonido fue un infierno, el tipo obviamente ya me tenía cruzado. Recuerdo que me decía que me acercase al micro, que la PA no daba para más, yo no me acercaba porque era el típico micrófono con el que puedes contraer la peste bubónica y se cabreaba más aún conmigo y por extensión con el resto del grupo. Durante el concierto mil problemas, acoples, monitorización absurda, etc y todo esto sumado a que detrás del escenario había un espejo enorme que no creo que fuese de gran ayuda para sonorizar, vamos, un desastre total. Recordaré ese concierto siempre como el peor de mi vida.
Años después con un grupo muy cañero de stoner rock que tenía, tocamos en una casa punky autogestionada, también en Vigo. Abríamos para un grupo que venía de Italia de gira. El escenario tenía detrás dos ventanas y el batería estaba bastante cerca, estábamos tocando una canción que tenía una parte con un riff muy machacón y con notas muy graves y de repente una de las ventanas se rompe y caen un montón de cristales al lado del batería.
Paramos un segundo de tocar, yo quería saber si tenía que llevar al batería a urgencias o algo, pero nada, ni le rozaron los cristales así que seguimos tocando, más que un momento de tierra trágame fue casi un momento de mira que molones somos que echamos abajo la sala.
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Os voy a contar la situación más rocambolesca que he vivido en el mundo de la música. No fue precisamente sobre el escenario, sino todo lo que ocurrió aquel día:
Julio de 2017. Yo formaba parte de una modesta orquesta de rock vizcaína con un total de 7 miembros.
Nos salió un bolo en un pueblo de Ciudad Real de nombre jocoso y del que, por desgracia, nunca me olvidaré: Retuerta del Bullaque. Iba a haber una concentración motera y los responsables habían organizado un evento con música en directo. Bien.
Nosotros íbamos en una furgoneta con conductor y la idea era que el conductor durmiese unas horas allí y luego volviésemos esa misma noche después de tocar. Las 6 horas de viaje se hicieron bastante pesadas. Ese día hacía una calor infernal, recuerdo que pasando por Madrid el termómetro superaba los 40°.
Cuando entramos con la furgoneta a aquel pueblo de mala muerte, los pueblerinos, apostados en las puertas de sus casas, nos escudriñaban cachaba en mano, casi con un aire premonitorio de lo que iba a suceder.
Nos esperaba un recinto de tierra y grava junto a un granero, cercado con una valla de obra y con una zona de chiringuito improvisado con cuatro mesas de playa. El escenario era una tarima a dos alturas sin ninguna cubierta. El tractor que lo había remolcado hasta el recinto descansaba en las afueras. Todo un cuadro.
La empresa de luz y sonido ya estaba terminando de montar el puente con las luces, micros, altavoces, etc. Al fondo, a lo lejos, se apreciaba una nube negra…
Cuando terminamos de descargar todo nuestro equipo y subirlo al escenario la nube ya estaba casi encima nuestro. “Será solamente una tormenta pasajera” pensamos. Pero cuando empezó a llover con más fuerza decidimos rápidamente resguardar los instrumentos debajo del escenario y esperar dentro de la furgoneta, dejando sobre el escenario lo más pesado y difícil de mover.
El espectáculo meteorológico que vivimos desde la furgoneta fue digno de pasaje bíblico. Vientos huracanados, truenos, granizo… Increíble. En pleno verano en Ciudad Real. Vimos a los técnicos de sonido jugándose el tipo para evitar que el puente de luces se mojara y fuera volcado por el viento. Aun así, en mitad del caos, oímos varios estruendos y ya nos hicimos a la idea de que no íbamos a poder tocar.
Media hora después, todo volvió a su ser y salimos de la furgoneta para evaluar el destrozo. Ambas torres de altavoces habían caído sobre el escenario, con tan mala suerte que una de ellas golpeó directamente el cabezal de mi amplificador rompiendo incluso la tarima. Por suerte, el flightcase aguantó el embiste como un campeón. Con las rodillas todavía temblando nos dimos cuenta de que los instrumentos que habíamos dejado debajo del escenario ahora estaban llenos de barro por los enormes charcos y corrientes de agua que había dejado el chaparrón. Cogimos todo y lo llevamos al granero para poder quitar el barro de cualquier manera y evaluar los daños. Las fundas de la batería se llevaron la peor parte, pero nada de valor salió perjudicado.
No nos quedó otra alternativa que recoger nuestras cosas y volvernos por donde habíamos venido. Otras 6 horas de vuelta a casa pensando que el destino nos había jugado una broma. Eso sí, nos pagaron el bolo.
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#7 eso no es un tierra trágame... Es un tierra no te tragues mis bártulos!!!!
Joeeeeer que burrada!
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Yo empecé a tocar a finales de los 90, nos montamos un grupo tributo a Metallica, éramos malos de cojones pero nos creíamos los amos,lo típico de cuando empiezas. El caso es que lo maximo a lo que llegamos es a tocar en alguna fiesta de pueblo(más bien aldea) por Galicia.
Al lío, anécdotas tengo para dar y regalar, pero lo que más recuerdo era lo típico de llegar al palco de la aldea de turno,tocar la primera canción y empezar a largarse la gente,así de malos éramos (supongo que nuestro estilo musical no ayudaba nada), pero lo gracioso es que siempre nos pedía el típico borracho del pueblo que tocásemos algo para bailar agarrado , algún pasodoble y cosas por el estilo,evidentemente ni queríamos tocar pasodobles ni sabíamos.
Poco duró esa época,no se si por suerte o por desgracia , el mundo no se ha perdido nada jajaja.
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Yo entiendo que es un pueblo pequeño y alejado, siendo de pueblo como soy,si estuviese hablando de mi pueblo no me ofendería...
Yo en mi primer grupo recuerdo al otro guitarrista que siempre que ensayabamos algún punteo se sentaba,(solo tenia una o dos intros,poca cosa).no le dimos importancia,hasta el dia del debut,cuando vimos que se sentaba sobre el escenario para tocar...que verguenza de tio...
#9 Si hay alguien del pueblo entenderá que son recursos literarios para dar énfasis al relato y que no hay nada de desprecio. Espero.
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