Hola, a lo largo de las próximas semanas voy a comprometerme a escribir una serie de artículos pedagógicos enfocados no a aprender un estilo determinado, sino a utilizar los fundamentos de la música Jazz para enriquecer nuestra música, nuestra armonía y nuestras melodías, espero que os guste, os dejo con la introducción:
http://aidenfoxmusic.com/archives/124
EL JAZZ COMO VERBO
En un punto u otro de nuestra vida, todos adquirimos la costumbre de poner etiquetas a aquello que nos rodea y por supuesto, la música no es una excepción. Desde el primer momento que escuchamos una canción, nuestra mente ya está procesándola y encasillándola en un estilo u otro, e incluso podemos llegar a descartar por completo unos sonidos que nos gustan por el hecho de pertenecer a uno u otro género. Así pues, una de las primeras cosas que deberíamos aprender como músicos es a escuchar con los oídos limpios de prejuicios e impurezas, hasta conseguir diluir por completo las clasificaciones que antaño realizábamos.
Tal vez uno de los géneros más dado a prejuicios y snobismo es, irónicamente, uno de los que más libertad otorga a sus participantes, el Jazz. Es increíble que la gente pueda afirmar rotundamente “no me gusta el Jazz”, “eso no suena a Jazz” o “no quiero sonar a jazz” sin darse cuenta de que el Jazz, al igual que el Blues, el Rock o incluso el Country tiene mil variantes, pero además, en el Jazz se diluyen aún más los límites de lo que es la música en sí para pasar a entenderlo como otra cosa.
Un género que premia la innovación, la experimentación, el desarrollo orgánico de la canción no puede permitirse las barreras que las etiquetas estilísticas nos marcan. Así, el Jazz pasa a convertirse no en un género musical, sino en una forma de afrontar un tema, una forma de aprovechar todos los recursos teórico-prácticos de los que un músico dispone, una libertad para expresar aquello que se quiera transmitir, y a su vez es también un lenguaje que por sí solo habla de bares llenos de humo, amor y desamor, tristeza y alegría, ritmo y sosiego.
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El Jazz el aquello que queremos que sea, son oportunidades y puertas abiertas para la interpretación y la creación en tiempo real, y para ello debemos de aprender cuales son los mecanismos y recursos que podemos usar para hacer más interesantes nuestros temas y para crear un discurso musical improvisado y coherente.
Durante las consiguientes entregas iremos desgranando los diferentes recursos que podemos utilizar para enriquecer nuestra música y aprenderemos a desarrollar nuevas melodías y estructuras de los temas que estemos estudiando. Antes de continuar debo de decir que no soy ni por asomo un experto, simplemente soy un eterno estudiante y por lo tanto mi palabra no tiene más valor y veracidad que la de nadie, pero voy a compartir con vosotros mis escasos conocimientos en un tema tan vasto como es el que nos ocupa para que saquéis algo en claro de ellos.
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EL JAZZ COMO VERBO
En un punto u otro de nuestra vida, todos adquirimos la costumbre de poner etiquetas a aquello que nos rodea y por supuesto, la música no es una excepción. Desde el primer momento que escuchamos una canción, nuestra mente ya está procesándola y encasillándola en un estilo u otro, e incluso podemos llegar a descartar por completo unos sonidos que nos gustan por el hecho de pertenecer a uno u otro género. Así pues, una de las primeras cosas que deberíamos aprender como músicos es a escuchar con los oídos limpios de prejuicios e impurezas, hasta conseguir diluir por completo las clasificaciones que antaño realizábamos.
Tal vez uno de los géneros más dado a prejuicios y snobismo es, irónicamente, uno de los que más libertad otorga a sus participantes, el Jazz. Es increíble que la gente pueda afirmar rotundamente “no me gusta el Jazz”, “eso no suena a Jazz” o “no quiero sonar a jazz” sin darse cuenta de que el Jazz, al igual que el Blues, el Rock o incluso el Country tiene mil variantes, pero además, en el Jazz se diluyen aún más los límites de lo que es la música en sí para pasar a entenderlo como otra cosa.
Un género que premia la innovación, la experimentación, el desarrollo orgánico de la canción no puede permitirse las barreras que las etiquetas estilísticas nos marcan. Así, el Jazz pasa a convertirse no en un género musical, sino en una forma de afrontar un tema, una forma de aprovechar todos los recursos teórico-prácticos de los que un músico dispone, una libertad para expresar aquello que se quiera transmitir, y a su vez es también un lenguaje que por sí solo habla de bares llenos de humo, amor y desamor, tristeza y alegría, ritmo y sosiego.
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El Jazz el aquello que queremos que sea, son oportunidades y puertas abiertas para la interpretación y la creación en tiempo real, y para ello debemos de aprender cuales son los mecanismos y recursos que podemos usar para hacer más interesantes nuestros temas y para crear un discurso musical improvisado y coherente.
Durante las consiguientes entregas iremos desgranando los diferentes recursos que podemos utilizar para enriquecer nuestra música y aprenderemos a desarrollar nuevas melodías y estructuras de los temas que estemos estudiando. Antes de continuar debo de decir que no soy ni por asomo un experto, simplemente soy un eterno estudiante y por lo tanto mi palabra no tiene más valor y veracidad que la de nadie, pero voy a compartir con vosotros mis escasos conocimientos en un tema tan vasto como es el que nos ocupa para que saquéis algo en claro de ellos.