Ahí os dejo un video sobre el asunto. Espero que podáis apreciar el efecto. Un saludo.
¿y el vídeo?
Por cierto, si es como dice Tariu (y no suele fallar), la forma de evitar que la caja resuene en la frecuencia del ventilador es cambiar la frecuencia del ventilador. Aumentar o bajar su velocidad a un valor que no sea múltiplo ni submúltiplo del original. Tal vez así puedas tocar sin pasar calor. Otra cosa es que haga interferencias en la electrónica, pero me parece que a una distancia normal eso es imposible.
Gracias Tariu. Me siento un poco menos idiota después de tu comentario.
Como sugieres, Carlos, he estado haciendo pruebas con el ventilador y que afortunadamente tiene tres velocidades distintas seleccionables. A la mayor velocidad el caudal de aire incidente es lógicamente mayor y es cuando más se aprecia el fenómeno. Al disminuir la velocidad del ventilador se aprecia que también disminuye el efecto y a su mínima velocidad es prácticamente inapreciable. No tengo claro que se trate de un tema de frecuencias de resonancia. Cuando, como dice Tariu, hablamos justo enfrente de un ventilador se produce un similar efecto en la voz y no parece que eso tenga nada que ver con temas de resonancia sino más bien con cambios periódicos en la velocidad de propagación de las ondas acústicas. En ese sentido, la velocidad (o "frecuencia" de giro) del ventilador influye en el grado de efecto obtenido dando lugar a esa especie de trémolo. Aunque cierto es que la hipótesis anterior va en contra de la de Tariu ya que ello no debería verse afectado por el tamaño o tipo de cuerpo de la guitarra como, en principio, parece que el cambio de voz al hablar frente al ventilador sucede independientemente del tamaño, tipo o forma de la persona.
En todo caso, sigo sorprendido al descubrir, una vez más, que las cosas no siempre son lo que parecen. Que de repente la guitarra empiece a sonar mal parecería indicativo de que algo en ella ha cambiado. Pues no, no era así, no era lo que parecía. Sólo hacía más calor y empecé a utilizar el ventilador del techo, como tantas otras veces. Quién se lo iba a imaginar...¡¡¡