Vuelvo al mundo analógico, vuelvo a los amplificadores. He tenido o probado el Amplitube, el Guitar Rig, el AXE, el POD H3 y el Eleven Rack, como soluciones digitales de sonido “de dormitorio” pero, por unas cosas o por otras, no soy capaz de adaptarme a ellos. Son cómodos para grabar, es fácil trasladar, cuadrar y dar su espacio al sonido de estos aparatos en una mezcla, no hay micros de por medio, ni ondas estacionarias recogidas en una sala, ni reverberaciones indeseadas, ni necesidad de cuidar la SNR, puedes hacer reamping para probar mil escenarios distintos tras la grabación. Son transportables, versátiles, puedes tocar a bajo volumen con ellos, incluso con auriculares: pero no son para mí. Nunca me he sentido cómodo con su dinámica al golpe de pua, con su forma de limpiar el sonido al bajar el volumen y, en mi opinión, los sonidos limpios desnudos de efectos, cojean de estériles, los siento sin vida; ni siquiera se trata de sonido valvular o no, hay amplificadores a transistores, como el JC120, que tienen un limpio convertido en referencia.
Sin embargo, tocar a volumen de vivienda rodeada de vecinos, es complicado con amplificadores de válvulas. Estos aparatos están diseñados para dar su mejor rendimiento cuando se les aprieta generosamente. Hay amplis con buen Master Volume que se pueden controlar bastante, incluso en registros con ganancia, pero a costa de saturar las válvulas del previo, no las de la etapa (que son las que, personalmente, me suenan más bonitas por responder mejor a la dinámica, los más jevis me odiarán por lo dicho). También encontramos la opción de tocar con amplificadores de “pocos” vatios. De estos últimos he tenido varios, sin el resultado esperado. El clásico Fender Champ, para sonar bien –o lo que yo entiendo por bien, es decir, para sacar a relucir su personalidad-, tiene que estar al 7 o más de volumen y, entonces sí, ahí tienes un sonido clásico perfectamente reconocible, pues ha sido amplificador de estudio en temas de grandes discos, como en Layla del Clapton de los Derek and the Dominos o La Grange de ZZ Top. También se me viene a la cabeza el Cornford Harlequin, con un sonido más británico, que también tuve; tiene fama de ser muy manejable en cuanto a volumen pero, sinceramente, me pasa lo mismo que con el Champ, el sonido valvular que me gusta es el que no podía explotar en casa… y así podría citar algunos más. Eso me hizo desistir, plegarme y pasar al mundo digital.
Sin embargo, hace unas semanas, un buen amigo y forero me ayudó a reforzar la idea que me ha rondado todo este tiempo por la cabeza: tenía que haber alguna posibilidad, más cuando ahora toco casi exclusivamente en limpio o con un crunch muy suave, bluesero, dónde con un “Dumble in a Box” puedo empujar hasta donde quiero partiendo del limpio. Para un metalero de dormitorio lo veía más complicado, pero debía investigar, pues me parecía imposible que ningún constructor hubiera pensado seriamente en enfocar un producto buscando su uso exclusivo en casa. No veía por qué no era posible que, incluso para gente que toca habitualmente en directo, existiera un amplificador con el que sonar bonito a bajo volumen para, al menos, practicar en entornos donde hubiera una limitación seria sobre el volumen a emplear por el equipo.
El proyecto
Dándole vueltas a la cabeza, y declarado fan de Alberto Barrero, recordé una review donde tocaba con un cabezal de boutique de apenas 1W de potencia, creado por un pequeño fabricante llamado Mario Punsola, bajo la marca MPF. Éste era el video:
https://www.youtube.com/watch?v=FK2JCPvDNMg
Consulté a gente que me constaba que había probado sus amplificadores y también busqué en la red comentarios sobre ese cabezal, y viendo que probablemente podría ser exactamente lo que buscaba -limpio tipo blackface, de carácter valvular, saturación de pentodo, creado a mano íntegramente punto a punto y con calidad y riqueza de sonido a baja presión sonora-, me puse en contacto con Mario Punsola.
No obstante, había varios aspectos del Room One que no se terminaban de adaptar a mis necesidades. En primer lugar, el único efecto que utilizo con frecuencia es la reverb, y una Accutronics de 43 centímetros, en el mueble del Room One, no cabe; eso nos iba a obligar a utilizar el mueble del modelo con pantalla 1x12, que tiene unas medidas más generosas, algo que además prefería, porque siempre he notado menos encajonado el sonido en un mueble más desahogado. Por otro lado, aprovechando el tipo de mueble, íbamos a sustituir el cono de 10 pulgadas del combo Room One por un Jensen C12Q, de 12 pulgadas; se trata de un cono cerámico que sujeta bien los bajos; yo, que toco casi siempre con guitarras de bobinado doble, es algo que agradezco. Además, este cono al tener una sensibilidad relativamente reducida, permite tener un poco más de headroom. Por otro lado, aprovechando que Mario iba a tener que mecanizar a mano el chasis de aluminio, porque el panel de mandos es algo más pequeño que el del combo de 12W que tiene standarizado, se incluiría el knob de control de medios que en el Room One no existe, algo muy típico en cabezales y combos de poca potencia. Todo lo anterior convertían este combo en un modelo Custom, pero el cambio más importante respecto al modelo standard, es que el Room One, iba a ser realmente un «Room Two». En el combo Room One, dos dos pentodos 6AK6 General Electric JAN USA en la etapa de potencia, montados en un circuito de clase A, dan 1W de potencia; en este caso, y mediante un switch, íbamos a poder elegir que trabajaran así cuatro válvulas en lugar de dos, duplicando la potencia. En términos de presión sonora, apenas hay diferencia, sin embargo, se nota y mucho en el grano y cuerpo del sonido. De esta forma obtendríamos tanto el carácter del Room One como el de su versión hormonada.
Manos a la obra.
Decir, en primer lugar, que la comunicación con Mario es increíble: transparencia absoluta sobre su trabajo, sobre los plazos -por cierto, en mi caso, se adelantó al establecido, algo muy raro entre constructores pequeños-, sobre el material a utilizar, buena respuesta de los correos electrónicos, entrega de fotografías actualizadas sobre el proyecto pero, sobre todo, basta con una llamada telefónica para darse cuenta de que estás frente a un apasionado de su trabajo, incapaz de escatimar esfuerzos para satisfacer las expectativas de su cliente, ofreciendo alternativas a tus puntos de vista. La verdad es que ha sido todo un placer.
Ya se ha hablado aquí un poco de las características técnicas del MPF Room One Custom Reverb.
Podéis ver cómo está montado punto a punto sobre un chasis de aluminio. El trabajo es de una pulcritud absoluta. Se utilizan resistencias Xicon (Japan) de 1 y 2 W (Metal Film Flame Proof), condensadores Mallory y F&T (Germany), zócalos cerámicos, trafos Hammond, etc.
Aquí se puede observar el panel de control. Se diferencia fundamentalmente del Room One Standard en la existencia del control «MID» y el de «REVERB». Los controles son tipo chickenhead de color crema.
Detalle de los zócalos cerámicos donde, en la parte superior, se ve el switch que controla la utilización de 2 o 4 válvulas de potencia 6AK6 General Electric JAN USA; por otro lado se observan los cuatro sockets para las válvulas de previo ECC81JJ.
El mueble está construído en contrachapado finlandes de 18mm, cantoneras metálicas cromadas, tolex crema blonde Fender, rejilla cane, ribete blanco y asa de cuero tipo dogbone.
Éste es el cono montado, un Jensen C12Q. Me consta que se hay por ahí algunos MPF funcionando con conos tipo V30, pero a mí nunca me han llegado a convencer:
Aquí lo tenéis totalmente montado::
Y, aquí, en casa (envío en 24 horas), a morderse las uñas:
Las impresiones:
Tras abrir un embalaje generoso: podría pisarlo un tanque que al amplificador no le va a suceder nada, te das cuenta de varias cosas:
-El nivel de acabados es absolutamente exquisito. Si por las fotos se ve el mimo, el orden y la limpieza que se ha puesto en las tripas del amplificador, y eso que no se ve, da una idea de lo bien terminado que está: no se puede reprochar absolutamente nada en cuanto a los acabados y detalles. Se nota que Mario Punsola ha ido adquiriendo cada vez más tablas, y la experiencia es un grado que aquí está de sobra demostrado. Las juntas del tolex, la posición de las cantoneras, el detalle de tapar el tanque de reverb con su tolex a juego etc. sencillamente delicioso. Dan ganas de no tocarlo y quedarse como un tonto mirándolo.
-El amplificador pesa unos 17 kilos. Es fácilmente transportable, quizá pese un poco más que un 7ender Blues Junior, para hacerse a la idea, aunque sus medidas son algo más holgadas. El mueble es robusto, se nota que aguantará el trote. Las válvulas están protegidas, hay que asomarse para verlas. Una cosa curiosa es que, cuando quitas los tornillos traseros, puedes extraer directamente todo el chasis, lo cual es una ventaja para el mantenimiento del amplificador.
-Enciendes, se ilumina el testigo naranja y el ruido es cero, no oyes hum, nada, igual que si estuviera apagado: tremendo.
-Tras calentarse las válvulas unos minutos, vamos al grano. Por curiosidad quise primero probar funcionando con dos valvulas, con EQ toda a las 12 y sin reverb. El limpio es sencillamente tremendo, no se parece en absoluto al tono silverface de algunos fender, es mucho más redondo en agudos y más lleno, suena a blackface sin duda. Una de mis dudas era el tipo de válvulas utilizadas en la etapa de potencia. Estoy acostumbrado a 6L6 o sus hermanas 6v6 para unidades de menos vatios, y no sabía hasta qué punto iba a sonar sin ellas, que son mi referente -en concreto, el vibrolux, el deluxe reverb y el Princeton reverb-. Mi conclusión es que suena a «eso» que deberían sonar hoy los Fender Deluxe y que, por algún motivo, no suenan. Es un limpio de carácter valvular, lleno, rico y con matices... pero cuando lo puse en modo 4 válvulas, es directamente glorioso: el limpio toma un cuerpo aún más sólido, llena TODO. La respuesta dinámica es tremenda, recoge como acaricias las cuerdas con un carácter sedoso, si las arreas fuerte, el sonido gana en contundencia de una forma magistral, es un gustazo poder controlar así la dinámica, es muy sensitivo. La contra: si te equivocas, se enteran en Nepal, pero esto es común a todos los amplificadores de calidad. Decir que el sonido siempre es muy definido, notas sueltas, double stops, acordes, suena cada cuerda en su sitio, todas presentes. La mala noticia para algunos: tiene un headroom tremendo, limpio, limpio más gordo, limpio gordísimo, un crunch suave al toque de cuerda y un overdrive muy ligero en todo el recorrido utilizable: es un amplificador para tener un limpio PERFECTO o un crunch bluesero, ambos registros cubren las facetas de Jazz y Blues con un sobresaliente. A partir de ahí, con el gain al máximo, fuzzea un poco y, aunque conozco a gente que eso le gusta, para mí no es en lo que destaca. Lo bueno es que con un buen pedal de overdrive o un Dumble in a Box, te metes en la ganancia que te apetezca hasta llegar a rock setentero. Por otro lado, la reverb a válvula es sencillamente para alucinar, cálida, llena y muy controlable. Los controles de tono son muy utilizables en todo su recorrido para matizar el sonido que más te guste, aunque personalmente soy más de usar un setting y luego manejar los potes de tono y volumen de la guitarra.
-¿Se puede usar en casa? ¡Y tanto! Lo increíble es que puede subir el volumen e ir apretando el gain sin problemas hasta donde otros amplificadores darían un volumen prohibitivo en una casa con vecinos. Es la primera vez que toco con un valvular en casa con sonido bonito y lleno desde casi cero. Hay un momento en el que tienes que jugar entre el Gain y el Volumen para no desmadrarte, pero mucho antes de ello, tienes ampli para disfrutar y mucho, tanto para tocar en casa por placer, como para grabar en estudio.
-¿Puedo ensayar con él? Dependerá de tu batería. Para baterías de jazz puro y duro, yo diría que sin problema; blues suave, también, pero, incluso trabajando con cuatro válvulas, a partir de ahí tendrás que microfonear, no hay otra. Si necesitas más potencia, para eso está el modelo Classic Reverb de 12W, que me consta que suena también glorioso. Por eso, hay que tener claro para qué queremos el amplificador, porque para su cometido, de verdad que pienso que no hay nada equiparable en el mercado.
-Y ¿de precio? Sinceramente, da MUCHO más de lo que cuesta. En este caso se trata de un modelo hecho a medida, de forma que el precio es mayor que el MPF Room One standard, cuyo precio está en la web de MPF http://www.mpf-sound.es/, de ahí que no pueda dar precios de referencia, pues es algo muy personal. No obstante, lo bueno es que la comunicación con Mario Punsola es excelente y siempre os va a atender con la mayor amabilidad.
Si en algún momento tengo tiempo para grabar muestras de audio, actualizaré este post; pero os podéis hacer una idea de cómo suenan estos amplificadores en las demos que hay por internet, con mejores guitarristas de lo que yo puedo llegar a ser.
Quiero dejar claro que esta review la hago a título personal, sin interés económico alguno de por medio, simplemente soy un cliente satisfecho que agradece un buen trabajo, nada más.
Un saludo